Ermitas de la Majella, cuáles ver: las 10 más espectaculares


¿Cuáles son las ermitas más espectaculares e interesantes de la Majella? ¡Aquí tiene diez para ver!

Majella, majestuosa y escarpada montaña en el corazón delos Abruzos, custodia lugares de culto centenarios, enclavados en la naturaleza virgen de su Parque Nacional, que, con una superficie de más de 740 kilómetros cuadrados, ofrece paisajes espectaculares, ricos en biodiversidad e historia. Representan un testimonio histórico y un tesoro de espiritualidad para cualquiera que se acerque a ellos. La presencia de los celestinos en Majella se remonta al siglo XI, cuando hombres de fe procedentes de distintas partes del mundo llegaron a esta región en busca de un lugar remoto y silencioso donde poder dedicarse completa y plenamente a la oración y la meditación. Fue precisamente Pietro del Morrone, el futuro Papa Celestino V, quien inició esta tradición eremítica en la Majella: antes de fundar la ermita de Sant’Onofrio al Morrone, vivió durante un periodo precisamente aislado en el interior de una cueva del monte Morrone. A partir de entonces, muchos ermitaños se unieron a la comunidad celestinesa en la Majella, fundando nuevas ermitas y difundiendo su espiritualidad por toda la región. Hombres de fe extrema, éstos, que dedicaron toda su vida a la oración, la meditación y el ascetismo, encontrando en estos lugares aislados del mundo el refugio ideal para acercarse a Dios. En este artículo, exploramos las principales ermitas celestinas de la Majella, descubriendo sus historias, las maravillas que encierran y el impacto que tuvieron en la vida de los ermitaños que las habitaron.

1. Ermita de Sant’Onofrio al Morrone

Situada en la cima del monte Morrone, sobre un saliente rocoso, la ermita de Sant’Onofrio al Morrone representa uno de los lugares más significativos de la tradición celestinesca en la Majella. Esta ermita, restaurada por Celestino V, se encuentra en una posición panorámica impresionante y ofrece una vista espectacular de la ciudad de Sulmona y de la abadía de Santo Spirito. La ermita de Sant’Onofrio al Morrone, excavada en la roca e integrada armoniosamente en su entorno, se compara a menudo con un inmenso nido de águila que domina el valle y en cuyo interior se encuentra un lugar de paz y reflexión. Atravesando el oratorio, con sus frescos del siglo XIII, se llega a las celdas que utilizaron el futuro Papa y Roberto de Salle, uno de sus discípulos más fieles y jóvenes. Caminando sólo cinco minutos cuesta abajo, se puede admirar en cambio el santuario itálico de Hércules Curino y el sacellum decorado con pinturas policromas y mosaicos helenísticos.

Ermita de Sant'Onofrio al Morrone
Ermita de Sant’Onofrio al Morrone. Foto: F. Mosconi

2. Ermita de San Bartolomeo in Legio

Situada en el municipio de Roccamorice, la ermita de San Bartolomeo in Legio es una extraordinaria obra de arte excavada en la roca. Esta ermita, que data del siglo XIII, ofrece una vista impresionante de un lugar austero y majestuoso y, para llegar a ella, es necesario recorrer un camino que conduce a las escaleras de entrada, excavadas en la propia roca. En el interior de la ermita de San Bartolomeo in Legio se pueden admirar frescos medievales que representan escenas religiosas y santos venerados por la comunidad celestina. La arquitectura de las ermitas celestinas refleja su finalidad, con sencillos edificios de piedra que se integran armoniosamente en el entorno, y cada una de ellas cuenta con una capilla o iglesia que alberga frescos y obras de arte religioso de gran valor. También este lugar fue frecuentado por el “Papa de la Gran Denegación” a partir de mediados del siglo XIII, y aún hoy pueden verse la Escalera Santa y la celda eremítica donde se alojó el Papa.

Ermita de San Bartolomé en Legio
Ermita de San Bartolomeo in Legio. Foto: Parque Nacional de la Majella

3. Ermita de Santo Spirito a Majella

Situada en el Vallone di Santo Spirito, la ermita de Santo Spirito a Majella es una parada importante en el Sentiero dello Spirito. Los primeros vestigios documentados se remontan a la presencia de Desiderio, en 1053, que eligió morar allí en compañía de otros ermitaños y, con el paso del tiempo, fue el propio Desiderio quien dirigió la construcción de una modesta iglesita, sentando las bases de lo que se convertiría en un importante centro de espiritualidad. Sin embargo, la verdadera transformación tuvo lugar en 1246, cuando Pietro da Morrone, con una mirada crítica sobre el precario estado de la estructura, se dedicó a la tarea de renovación. Ese año se iniciaron las obras del oratorio, lugar sagrado de oración, y se añadió una modesta celda, donde la espiritualidad podía florecer sin perturbaciones. A partir de ese momento, fueron muchas las leyendas vinculadas al lugar, muchas de las cuales giraban en torno a la enigmática figura de Pietro da Morrone. Se cuentan historias de encuentros con fuerzas demoníacas, de actos sacrílegos que profanaron el lugar sagrado y de los castigos resultantes. Quizá también gracias a ellas la ermita atrajo la atención del célebre poeta Petrarca, que la mencionó en su De vita solitaria. En esta obra, la ermita se describía como un lugar de soledad propicio para el ascetismo espiritual, un refugio donde el alma podía encontrar la paz y la conexión con lo divino.

Ermita de Santo Spirito a Majella
Ermita de Santo Spirito a Majella. Foto: Wikimedia/Gianly87

4. Abadía de San Martino in Valle

La Abadía de San Martino in Valle, situada cerca del pueblo de Fara San Martino, es uno de los lugares celestinianos más antiguos e impresionantes de la Majella. Esta antigua abadía benedictina, construida en el siglo IX, ha sido recientemente restaurada y abierta al público. Se encuentra en la desembocadura del Vallone di Fara y se accede a ella a través de un sendero que conduce al espectacular desfiladero de San Martino. El interior de la iglesia, con suelo de losas de piedra, debió de tener tres naves con un muro de tres arcos que separaba la nave central de la norte, desde la que se accedía y que muy probablemente era el núcleo central excavado en la roca en el que se levantaba antiguamente la ermita.

Abadía de San Martino in Valle
Abadía de San Martino in Valle. Foto: Gabriella Fagnani

5. Ermita de San Giovanni all’Orfento

Situada en el Sentiero dello Spirito (Sendero del Espíritu), la ermita de San Giovanni all’Orfento es otra de las joyas celestinas de la Majella. Esta ermita, construida en el interior de una cueva, transmite una sensación de misterio y sacralidad a todo aquel que la visita. Para entrar en la ermita, es necesario arrastrarse sobre el vientre durante unos metros, un gesto simbólico que recuerda la humildad y devoción de los ermitaños que vivieron aquí. Celestino V vivió aquí durante casi nueve años con sus discípulos y éste, de entre todos los lugares, fue su eremitorio favorito.

Ermita de San Giovanni all'Orfento
Ermita de San Giovanni all’Orfento. Foto: Parque Nacional de la Majella

6. Ermita de la Madonna dell’Altare

Situada en el monte Porrara a casi 1300 metros de altitud, la ermita celestina de la Madonna dell’Altare fue construida por los celestinos a principios del siglo XIV en recuerdo de la primera residencia eremítica de Pietro da Morrone entre 1235 y 1238. Su construcción sobre un acantilado complicaba tanto el acceso que era casi una fortaleza. Hasta la fecha, desconocemos el significado de la dedicación del santuario a Nuestra Señora del Altar, pero el título podría derivar probablemente de la morfología del lugar, que se asemeja a la forma de un altar. Una ocasión especial para visitar el santuario podría ser el domingo siguiente al 15 de agosto, festividad de San Falco, que fue ermitaño y exorcista y cuyo cuerpo se conserva en la iglesia parroquial. Ese día se celebra un oficio litúrgico en honor del santo, conocido como el “Santo de los Invictos”.

Ermita de Nuestra Señora del Altar
Ermita de la Madonna dell’Altare. Foto: Parque Nacional de la Majella

7. Ermita de San Domenico Abate

Fundada como ermita junto a un lago, San Domenico Abate es hoy una capilla con cueva donde vivió el santo hacia el siglo XI. La historia de la pequeña iglesia de Villalago comenzó, muy probablemente, como una modesta estructura destinada a albergar la vida comunitaria y monástica, que con el tiempo se convirtió en un centro de espiritualidad y devoción, donde la gente se reunía para rezar y meditar. Hoy se dice que, en el año 1000, Santo Domingo Abad excavó personalmente con sus propias manos una cueva situada en la región de Foligno. Este hombre nació en el año 951 en Foligno y dedicó muchos años de su vida al eremitismo y la meditación, refugiándose en esa misma cueva, hoy conocida como la Gruta de Santo Domingo. Gracias a su santidad y a los milagros que se le atribuyeron, se convirtió en una figura respetada y venerada entre las poblaciones de los alrededores.

Ermita de San Domenico Abate
Ermita de San Domenico Abate. Foto: Luca Di Deo

8. Ermita de Sant’Onofrio di Serramonacesca

La ermita de Sant’Onofrio di Serramonacesca está situada bajo un afloramiento rocoso y consta de una iglesia y una parte residencial en dos niveles. La iglesia, reconstruida en 1948, alberga una estatua de Sant’Onofrio sobre el altar, con barba y cabellos blancos. Unas pequeñas puertas a ambos lados del altar conducen a una sala excavada en la roca que contiene la Cuna de San Onofrio: un lecho excavado en la roca que se cree que fue el lugar de descanso del santo. La cueva pudo haber sido inicialmente un lugar de retiro y oración, utilizado posteriormente para actividades agropastorales. En la noche del 11 de junio, los habitantes de Serramonacesca exhiben una cruz iluminada llamada “Fuoco di Sant’Onofrio” (Fuego de San Onofrio), y en la mañana del día 12, festividad del santo, acuden a la ermita para asistir a la misa y a la procesión con una copia de la estatua de San Onofrio. Según la leyenda, una vez regresó sola a la ermita.

Ermita de Sant'Onofrio di Serramonacesca
Ermita de Sant’Onofrio di Serramonacesca. Foto: FAI Fondo Ambiente Italiano

9. Ermita de San Venanzio

La ermita de San Venanzio se encuentra en un paisaje decididamente paisajístico, en el interior de las gargantas de San Venanzio, no lejos del pueblo de Raiano. Fue fundada en el siglo XII en el lugar donde solía retirarse el santo. El complejo consta de una iglesia de los siglos XV-XVI y la ermita propiamente dicha, donde vivió el santo. La iglesia, cubierta con bóveda de cañón, alberga una estatua de San Juan Bautista y otra de San Celestino. En la capilla de las Siete Marías, merece la pena contemplar el luto de terracota que data de 1510.

Ermita de San Venanzio
Ermita de San Venanzio. Foto: Wikimedia/RaBoe

10. Ermita de Sant’Angelo

También conocida como “Grotta Sant’Angelo”, se encuentra en el municipio de Palombaro, en la provincia de Chieti. No se sabe con exactitud cuándo se construyó (tal vez en el siglo XI, sobre los restos de un santuario anterior dedicado a Santa Bona): el primer documento que atestigua su existencia data de 1221. La ermita está excavada en la roca, y contra la pared rocosa se construyó una estructura arquitectónica, la de la iglesia, de la que hoy quedan un par de muros y el ábside semicircular, decorado con arcos colgantes.

Ermita de Sant'Angelo
Ermita de Sant’Angelo. Foto: Wikimedia/Pietro

Ermitas de la Majella, cuáles ver: las 10 más espectaculares
Ermitas de la Majella, cuáles ver: las 10 más espectaculares


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