El historiador del arte Tomaso Montanari acaba de anunciar que ha dimitido del Consiglio Superiore dei Beni Culturali, del que forma parte como Presidente del Comitato Tecnico-Scientifico per le Belle Arti (había sido nombrado miembro del comité por cuota técnica, por el Comitato Universitario Nazionale).
El motivo de la dimisión fue presentado brevemente por Montanari en un tuit: “Hoy he dimitido del Consejo Superior de Bienes Culturales”, escribió el académico, “para denunciar la arrogancia del ministro Dario Franceschini al nombrar al superintendente del Archivo Central del Estado, un apologista de Rauti”. Montanari anunció entonces que mañana explicaría con más detalle las razones de su gesto en Il Fatto Quotidiano, el periódico en el que escribe habitualmente.
Todo, en definitiva, tiene su origen en el nombramiento de Andrea De Pasquale al frente delArchivo Central del Estado, objeto de una agria polémica, en la que había intervenido el propio Montanari, alegando tanto razones técnicas (De Pasquale fue calificado de bibliotecario “con una experiencia archivística completamente irrelevante para esa función crucial”) como políticas, debido al precedente sentado por la adquisición del fondo Rauti para la Biblioteca Nacional Central de Roma. El ministro Dario Franceschini también intervino en el nombramiento de De Pasquale, respondiendo esta mañana a Paolo Bolognesi, presidente de la Asociación de las Familias de las Víctimas de la Masacre de la Estación de Bolonia, para explicar las razones del nombramiento (“He considerado a dott. De Pasquale el más adecuado porque, además de poseer las cualificaciones necesarias como archivero, en los últimos años ha dirigido con gran eficacia la Biblioteca Nazionale Centrale di Roma”, escribió el ministro de Cultura) y para tranquilizar sobre la transparencia con la que De Pasquale llevará a cabo su trabajo (“Quisiera decirle que las preocupaciones no tienen razón de ser”, escribió Franceschini. “Así lo demuestran también las palabras de hace unos días con las que el nuevo director disipó cualquier duda sobre su total compromiso para garantizar el uso de los documentos sujetos a desclasificación de acuerdo con las directivas”).
Sin embargo, las palabras del ministro no fueron consideradas suficientes por el entorno. Fueron inmediatamente comentadas por los presidentes de los comités de las víctimas de la masacre de Bolonia, Paolo Bolognesi, Piazza Fontana, Carlo Arnoldi, Piazza Loggia, Manlio Milani, y del tren Italicus, Franco Sirotti, por la familia Mario Amato, y por la asociación Mi Riconosci, que las juzgaron insuficientes. “El ministro”, escribieron Bolognesi, Arnoldi, Milano, Sirotti, Amato y Mi Riconosci en una carta conjunta, “ignora en la carta el hecho de que De Pasquale, a pesar de tener una formación en parte archivística (la división más o menos clara entre las dos vías de formación es una cuestión reciente), entró en el Ministerio como bibliotecario y, como puede verse en su currículum, siempre ha dirigido bibliotecas y nunca un archivo, que tiene normas y necesidades diferentes. Que su primera experiencia directiva sobre el terreno sea el Archivo Central del Estado causa cierta impresión, entre otras cosas porque esto supondría ignorar una ley de 2008 que exige que ”un funcionario archivero sea el director del archivo" (razón que también subrayó Montanari).
Franceschini, en su nota, escribió que la nota que celebraba a Rauti había sido retirada y no debía atribuirse a De Pasquale. Sin embargo, señalan los firmantes de la respuesta, el ministro “omite decir que la inauguración, prevista para el cumpleaños de Pino Rauti y cancelada debido a Covid, fue sustituida por un vídeo que su hija filmó en el interior de la biblioteca nacional y que el mensaje, preparado por la familia pero difundido en todos los canales de la biblioteca, describía a Rauti como ”organizador, pensador, estudioso, periodista. Tan activo y creativo como reflexivo y crítico“, guardando silencio, naturalmente, sobre sus décadas de activismo contra el Estado y la República, mientras que el fondo se describía como ”una fuente de información política de primer orden y también un valioso punto de referencia de carácter cultural“. Pero, sobre todo, el fondo, creado siguiendo las indicaciones de la familia, sigue ahí, sólo disponible para consulta previa autorización, sin herramientas contextuales adecuadas y con una apresurada nota biográfica sobre Rauti en su parte relativa a Ordine Nuovo, masacre, subversión negra e investigaciones posteriores, arriesgándose a proporcionar a los usuarios de la Biblioteca una herramienta parcial y engañosa sobre la figura del militante neofascista y los años de la ”estrategia de la tensión“: una presencia que inmediatamente adquirió un cariz político, como también afirmó la donante Isabella Rauti en las intervenciones mencionadas”.
Los peticionarios también apuntan con el dedo al hecho de que De Pasquale, cuando era director de la Biblioteca Nazionale Centrale, estuvo implicado en 2017 en el asunto de los “scontrinisti”, 22 “voluntarios” que ese año denunciaron que en realidad trabajaban con turnos y tareas específicas, y que se les pagaban gastos mediante la entrega de recibos de hasta 400 euros al mes. “El director”, explican los denunciantes, “no sólo no se esforzó en proteger a estos trabajadores, sino que tampoco hubo un distanciamiento real en las crónicas de la época”. En mayo, los taquilleros recibieron un mensaje de texto en el que se les pedía que dejaran de presentarse a trabajar, y pocos días después se publicó una nueva convocatoria de voluntarios remunerados con reembolso de gastos“. Franceschini, en su respuesta a Bolognesi, no hizo mención alguna a este asunto. ”En resumen“, concluyen los peticionarios, ”el ministro no sólo no disipó las dudas sobre la capacidad del nuevo director para mantener la autonomía científica (el hecho de que no conociera el comunicado sobre Pino Rauti, como sugiere Dario Franceschini, parece ser uncircunstancia agravante), pero ignoró por completo las dudas relativas a la extraña elección de nombrar a un bibliotecario con conocimientos archivísticos, y no a un archivero, como director del Archivo más importante del Estado, y a los antecedentes en materia de “explotación del trabajo gratuito”.
Ahora todos renuevan su llamamiento a Franceschini para que revoque el nombramiento. El propio Montanari esperaba que las asociaciones de víctimas pudieran impugnar el nombramiento: “sería importante”, escribió en Il Fatto Quotidiano, “porque desde hace años está en marcha una feroz campaña cultural por parte de una derecha más o menos abiertamente fascista: una batalla cuyo objetivo es nada menos que el revisionismo de Estado. Es decir, el borrado de la historia que cuenta lo que fue realmente el fascismo, y lo que fue el neofascismo criminal de la segunda mitad del siglo XX”.
Tomaso Montanari dimite del CS Beni Culturali. "La arrogancia de Franceschini sobre el nombramiento de De Pasquale". |
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