Por qué no es realista proponer la gratuidad de los museos recortando el gasto militar


El historiador del arte Tomaso Montanari, rector de la Universidad para Extranjeros de Siena, ha vuelto a lanzar una propuesta suya, la de hacer gratuitos los museos recortando "un día el gasto militar". Pero es un proyecto ingenuo y poco realista: he aquí por qué.

Un gran clásico populista del patrimonio cultural: museos gratuitos financiados con recortes del gasto militar. La propuesta, lejos de ser nueva, fue reiterada esta misma semana por Tomaso Montanari en una entrevista a Fortune Italia: “Haría falta un paso valiente: garantizar el acceso gratuito a los museos, como ya ocurre en muchos países del mundo. Bastaría con recortar un día el gasto militar”. No se trata de una propuesta nueva: permitir a todos, ciudadanos y turistas, la entrada gratuita a los museos ahorrando en gastos de defensa. Suponiendo que estemos hablando de museos de titularidad estatal, y suponiendo una vuelta a los flujos de visitantes anteriores a la época covídica, supondría encontrar recursos por más de 240 millones de euros (tantos ingresos que los museos de titularidad estatal habían obtenido, en 2019, sólo por la venta de entradas).

Así que en realidad se trataría de algo más que “un día de gasto militar”, ya que el presupuesto ordinario de Defensa en 2022 ascendía a algo más de 25.000 millones de euros, por lo que para cubrir el déficit de ingresos por entradas a los museos harían falta tres días de ayuno para todo el sector, pero esa no es la cuestión: Ya en tiempos insospechados tachábamos de ingenuo y populista el proyecto de ahorrar en gastos militares para invertir en museos, en parte porque Italia figura desde hace tiempo entre los países de la OTAN que menos invierten en defensa en relación con el PIB, y en parte porque el “gasto militar” no puede considerarse una cuenca de la que sacar a voluntad para asignar los recursos donde nos plazca. La misma propuesta, “basta con recortar el gasto militar”, podría ser presentada, por ejemplo, por quienes desearían más incentivos para los paneles fotovoltaicos, prescindiendo totalmente de los museos. Y, por cierto, el defensor de la causa de los paneles también tendría razón: ¿es más estratégico invertir en sectores energéticos innovadores para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, o es más estratégico permitir que los turistas entren gratis en los museos? Si esta es la lógica con la que se plantean las ideas, se podría sugerir que el Estado recupere todo el dinero no devengado y destine una parte a la entrada gratuita a nuestros institutos culturales, o se podría convencer al Estado de que construya incineradoras para intervenir en el coste de la gestión de residuos y reservar así el dinero ahorrado en museos, etcétera.



Por supuesto, hablar de gasto militar es más fácil: uno podría preguntarse cuánto será un día al año de gasto militar. Ahora bien, quien esto escribe nunca ha abrazado causas militaristas (ni mucho menos), pero desgraciadamente, y hay que decirlo con gran pesar, hay que mirar la realidad (que es sumamente desagradable), por lo que la propuesta de recortar un día del gasto militar para garantizar el libre acceso a los museos es, al menos de momento, sencillamente irrealista e inviable, por varias razones. En primer lugar, Italia tiene compromisos internacionales, y desviarse de los objetivos, además en una situación en la que ya es difícil alcanzarlos, significaría demostrar falta de fiabilidad y, por tanto, perder relevancia internacional. Es obvio, pues, que el debate actual se refiere al grado de realismo de los objetivos y a cómo deberíamos gastar para ser más eficientes, pero no es menos cierto que en este contexto parece muy poco probable que Italia esté dispuesta a recortar su gasto militar.

En segundo lugar, es evidente que la guerra de Ucrania ha afectado a las existencias de los arsenales europeos. Y además, la propuesta de reducir el gasto militar para financiar el libre acceso a los museos llegó poco antes de que uno de los ataques más feroces desde el comienzo de la guerra golpeara la capital ucraniana: también gracias a las defensas antimisiles proporcionadas por la OTAN se evitó una masacre de civiles en las últimas horas. Ayudar a Ucrania a defenderse del agresor tiene un coste de vida, y los arsenales deben reponerse para que los países occidentales conserven su capacidad de disuasión.

En tercer lugar, aunque se imagine una OTAN en la que no haya discusiones y en la que todos los aliados mantengan sus compromisos, hay que recordar que los recortes del gasto militar no pueden decidirse unilateralmente. Dicho de otro modo: si se considera que las amenazas internacionales están aumentando, ¿quién sería tan contraproducente como para no prepararse ante cualquier eventualidad? Los recortes tienen sentido cuando existen tratados internacionales multilaterales en los que todos se comprometen a reducir sus gastos. El principio, sin ir más lejos, es el de los acuerdos SALT y START entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que permitieron reducir en un 80% las cabezas nucleares existentes cuando se firmaron. Tiene más sentido, si cabe, lanzar campañas internacionales para pedir a los gobiernos que se sienten en torno a una mesa y discutan tratados en los que todos, por todas las partes, se comprometan a reducir el gasto militar. Esto es lo que debería exigirse para lograr primero una reducción del gasto y después el desarme.Una propuesta en este sentido, además, ya existe: se llama Global Peace Dividend Initiative y yo soy una de las miles de personas que la han firmado (sin embargo, se ha hablado poco de ella, quizá porque es más fácil decir “reduzcamos el gasto militar para gastarlo en X”, olvidando que el presupuesto de un Estado no funciona como el de casa). Aquí está: a todos nos gustaría un mundo en el que no gastáramos en armas, sino que invirtiéramos en museos, y tarde o temprano lo conseguiremos. Pero, desgraciadamente, el momento no es hoy: hoy tenemos que trabajar para acercar ese momento. Y el esfuerzo debe dirigirse a promover la difusión y el conocimiento de propuestas como la que acabamos de mencionar.


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