La literatura cortesana que floreció a finales de la Edad Media contribuyó a alimentar la leyenda de Alejandro Magno (Pella, 356 a.C. - Babilonia, 323 a.C.), cuyas hazañas, leídas a través del filtro de las narraciones literarias, adquirieron contornos casi fabulosos: hubo que esperar hasta el siglo XV para que los estudiosos comenzaran a interesarse por la verdadera historia del hombre que pasó a la historia como uno de los mayores conquistadores de todos los tiempos. Así, en el siglo XV, se redescubrió una obra de la época imperial romana, la Historiae Alexandri Magni de Quinto Curcio Rufo, traducida por primera vez en Italia en 1438, en Milán. Exactamente treinta años más tarde, en 1468, apareció la primera traducción francesa, obra del humanista portugués Vasco da Lucena, que la realizó a petición de Isabel de Portugal, esposa de Felipe el Bueno, duque de Borgoña.
El escrito del autor romano, que estaba incompleto, fue completado por Vasco da Lucena con textos de Plutarco, Valerio Máximo, Aulo Gellio y Justino y terminado en 1468. La traducción de Vasco da Lucena presenta a Alejandro como un modelo, liberado por fin del aura legendaria que las fábulas cortesanas habían construido a su alrededor, y se inscribe en el movimiento humanista que se desarrolló en torno a los duques de Borgoña. En la Biblioteca Universitaria de Génova se conserva un importante manuscrito que contiene la traducción de Vasco da Lucena de la Historiae Alexandri Magni. Está iluminado por al menos dos personalidades de gusto y formación flamencos, fue realizado en la segunda mitad del siglo XV (se ha fechado entre 1470 y 1475) en un taller que funcionaba en Brujas, y muy probablemente estaba destinado a una personalidad del círculo ducal próximo. Existen otras copias aproximadamente contemporáneas, una conservada en la Biblioteca Nacional de París, otra en la Fundación Martin Bodmer de Coligny (Suiza) y otra también en Suiza, pero en la Biblioteca de Ginebra. El códice genovés está atestiguado en la ciudad ya a mediados del siglo XVIII, y presenta un escudo nobiliario (en el recto del mapa 18), referible a la familia piamontesa Solaro Del Borgo, insertado en un momento posterior a la realización del códice. Este elemento certifica que el códice perteneció en su día a la familia, pero en la actualidad es muy difícil establecer tanto cómo llegó a la familia Solaro Del Borgo como cómo llegó a Génova (a la biblioteca de los jesuitas, núcleo original de la Biblioteca Universitaria).
El códice borgoñón conservado en Génova no ha sido muy popular entre los estudiosos: la primera en ocuparse de él fue Maria Teresa Lagomarsino en su tesis de maestría (en 1958), tras lo cual el manuscrito fue examinado en profundidad por primera vez en 1965 por Dino Puncuh, en un ensayo publicado en los Atti della Società Ligure di Storia Patria y reeditado después en 2006. El volumen consta de 326 papeles de 390 por 278 milímetros distribuidos en 42 fascículos, con dos papeles de guarda (los que se interponen entre las páginas y la cubierta para proteger las primeras), todo ello recogido en una encuadernación decimonónica de terciopelo rojo con tachuelas de latón, que reproduce la antigua. La escritura se presenta en dos columnas de treinta líneas cada una, y también se aprecian rastros de las escuadras y puntos rojos que el copista había trazado en las hojas para ayudarse a escribir recto. El códice también presenta ocho grandes miniaturas en dos columnas, cada una rodeada por tres lados por una ornamentación con hojas de acanto azules, sarmientos de vid y follaje verde y dorado, y otras cincuenta miniaturas más pequeñas dispuestas en una sola columna. La decoración incluye también capiletteras de diferentes tamaños y frisos en el margen exterior de las páginas con las miniaturas más pequeñas.
La obra, abierta por un prólogo del traductor, comienza con una gran miniatura que representa la presentación del volumen a Carlos el Temerario (hijo de Felipe el Bueno y su sucesor: fue duque de Borgoña de 1467 a 1477), representado entronizado y rodeado de su corte. El tratado está dividido en nueve libros, cada uno de ellos ricamente decorado con miniaturas que ofrecen al lector una presentación visual de los hechos descritos. Las otras grandes miniaturas, por ejemplo, describen el nacimiento de Alejandro Magno, la huida de Darío y su ejército, el consejo de guerra de Darío, Filotas siendo conducido encadenado ante Alejandro en el trono, Alejandro sacrificando al sol en presencia de su ejército, Alejandro haciendo decapitar a algunos gobernadores de provincias por malversación de fondos. Una última gran miniatura se encuentra en el prólogo del Libro V y representa a Carlos el Temerario, acompañado de un cortesano, visitando al traductor mientras trabaja.
Las decoraciones, según Puncuh, se deben al entorno de un importante pintor y miniaturista holandés, Loyset Liédet (Hesdin, 1420 - Brujas, c. 1478), especialista en ilustrar libros con personajes históricos: sus cuadros presentan personajes con rostros rectangulares y trazos duros y marcados, paisajes sencillos, mucha arquitectura, y se caracterizan por colores muy vivos. “Los elementos decisivos para la atribución de nuestro manuscrito al miniaturista Hesdin”, escribió Puncuh, “se encuentran sobre todo en el sentido del color, los paisajes sencillos, la arquitectura exterior (con la característica quinta central que limita un interior a la izquierda), la composición de las escenas y el aspecto y la anatomía de los personajes representados. Sin embargo, la mano no parece ser siempre la del maestro: si las arquitecturas aparecen bien definidas y realizadas con calidad, no se puede decir lo mismo de los interiores, ”descuidados, descuidados, seguramente ejecutados por alumnos que trabajaban en su taller“, hipotetiza Puncuh. También parece haber otra mano, que Puncuh atribuye a un desconocido ”Maestro de la grisalla", responsable de las partes monocromas.
El códice está escrito en bastardo borgoñón, un tipo de escritura atestiguado en Hesdin, un importante centro de escritura que fue cuna tanto de Loyset Liédet como de David Aubert (activo entre 1458 y 1479), el principal calígrafo de la corte borgoñona, ya a mediados del siglo XV. En la caligrafía que se difundió en Hesdin en estos años, están presentes todos los aspectos principales de la bastarda borgoñona en la que está escrito el Códice de Génova: letras moderadamente inclinadas hacia la derecha, con tallos puntiagudos descendentes, sombreado rápido y un contorno muy regular y equilibrado, y luego rasgos propios de ciertas letras. Por ejemplo, explica Puncuh, "la e tiene un bucle consistente en una gran coma que apunta hacia arriba y está unida al primer trazo descendente por un fino filete [...]; el tallo de la f y la s, perfectamente ahusado en la parte inferior, no desciende mucho por debajo de la línea; [......] el pliegue a la derecha de las astas ascendentes de h y l raramente se cierra como un bucle; no son muy pronunciados los aleteos proboscídeos de h, m, n ni los guiones curvos iniciales de m y n; las astas descendentes de p y q, poco desarrolladas y puntiagudas, tienden a curvarse hacia la izquierda; [....] la s final, como en todas las bastardas, tiene la forma típica de una b mayúscula apuntada, el asta de la t t tiende a curvarse, apuntar hacia arriba y alargarse; el uso de la v inicial en forma de b parece algo moderado". Se trataba de una escritura que combinaba la elegancia de la escritura gótica con la necesidad de rapidez de redacción: la difusión de la bastardía borgoñona entre la séptima y la octava década del siglo XV era tal que resultaba difícil entender el origen de un códice a partir de un centro de escritura y no de otro.
Estas nuevas formas gráficas aparecieron en un momento de la historia del ducado de Borgoña en el que tomaba forma una literatura oficial destinada a exaltar a la familia reinante y a difundir una fuerte conciencia nacional: los duques de Borgoña estaban muy estrechamente vinculados a los centros de escritura, hasta el punto de que probablemente los propios duques intervinieron en el desarrollo de la nueva escritura, que probablemente surgió como adaptación de la gótica, también en virtud de la recuperación de los temas y motivos medievales que caracterizaban el contenido de los códices. La magnificencia de la corte de Felipe el Bueno, primero, y de Carlos el Temerario, después, y esta recuperación de los temas medievales abrieron, escribe Puncuh, “a la literatura, la música y el arte una época de espléndido florecimiento”. La corte de Borgoña se propuso ahora rivalizar con la de Francia, en un grandioso sueño político, tan lleno de anticipaciones modernas y, sin embargo, tan tenazmente impregnado de mentalidad y espíritu medievales. Es una experiencia única que acaba persiguiendo un sueño inalcanzable, destinado a repetir temas y costumbres de una sociedad caballeresca, inclinándose más hacia el pasado que hacia el futuro".
Las Historiae Alexandri Magni de Génova, con su mezcla de conocimientos humanísticos y sueños de una corte espléndida, son un brillante ejemplo del clima cultural que reinaba en el ducado de Borgoña poco antes de que el dominio de los Habsburgo se abatiera sobre el Estado tras la muerte de Carlos el Temerario: la única heredera de Carlos, María de Borgoña, se enzarzó en una guerra contra Luis XI, que pretendía anexionar el ducado a Francia. El conflicto terminó en 1482, con el fin del ducado, que fue dividido: a Francia fue Borgoña propiamente dicha, mientras que a Maximiliano de Habsburgo, esposo de María, se le asignaron Flandes, los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado. Los Habsburgo seguirían ostentando el título de duques de Borgoña hasta el siglo XVIII. Así pues, las Historiae Alexandri Magni son también testimonio del final de una época: baste recordar que en los mismos años en que se elaboraba este códice, más al sur, en la Florencia de Lorenzo el Magnífico, concluía Puncuh, “junto a la política desprejuiciada y realista de los Médicis, la escritura moderna daba sus primeros pasos tras las huellas de las humanidades”.
La Biblioteca Universitaria de Génova tiene sus orígenes en la antigua Biblioteca del Colegio de los Jesuitas: Los primeros datos que conocemos sobre la existencia de una biblioteca anexa a los colegios fundados por los jesuitas genoveses se remontan a 1604, mientras que la adquisición por parte de los jesuitas de la zona del convento de San Gerolamo del Roso, vendida a los padres ignacianos por la familia Balbi, sobre la que se inició la construcción del Colegio en 1664 (aunque los colegios ya se habían establecido en las partes del edificio que poco a poco se iban haciendo utilizables, entre 1636 y 1642) se remonta a 1623. El Colegio de Génova, como todos los colegios de jesuitas, contaba al menos con dos bibliotecas, la “doméstica”, para uso escolar, y la “Libreria”, alojada en la llamada “Sala Tercera”, que aún conserva la parte monumental de la colección de la biblioteca. La Biblioteca fue renovada en el siglo XVIII en estilo barroco genovés, tras lo cual, en 1773, con la disolución de la Compañía de Jesús, el Colegio pasó a denominarse “Universidad Pública” y quedó bajo el control directo de la República de Génova. La biblioteca de los jesuitas se transformó así en la “Libreria della Pubblica Università di strada Balbi”, donde se reunieron las bibliotecas de los conventos y corporaciones religiosas que estaban siendo suprimidas. En 1785, el bibliotecario Gaspare Luigi Oderico, nombrado en 1778, completó el que es, en el estado actual de los conocimientos, el catálogo más antiguo de la biblioteca. Desde el siglo XVIII, la colección de libros de la Biblioteca Universitaria de Génova, que se ha ido enriqueciendo a lo largo de los siglos, ha permanecido vinculada a la Universidad de Génova.
La colección de libros de la biblioteca cuenta con una importante colección de manuscritos, conservados en la “Sala de Raros y Manuscritos”, ubicada en la capilla izquierda de la Iglesia de los Santos Jerónimo y Francisco Javier, construida con mobiliario especial en 1935: la colección consta de aproximadamente 2000 códices que datan principalmente de los siglos XVI - XVIII. Entre las piezas más valiosas se encuentran el Misal Florentino, compuesto e iluminado para la iglesia de Santa Reparata de Florencia y que data de antes de 1296; el Liber Iurium Reipublicae Genuensis del siglo XIII, la Historia Alexandri Magni de Curtius Rufus en la traducción de Vasco de Lucena. Entre los fondos documentales y archivísticos destacan elEpistolario di Angelico Aprosio (5.550 unidades de inventario); el fondo Autografi (con más de 14.000 cartas, constituido por la unión, en los años treinta y sesenta, de al menos tres importantes núcleos de cartas autógrafas de; los Autógrafos del Risorgimento (conservados en catorce cajas, cartas y documentos relativos a Nino Bixio, con una consistencia aproximada de 3.367 unidades de inventario). Además, existen numerosos fondos menores y de correspondencia en continuo aumento.
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