Lo que ha ocurrido en Sicilia, en el Parque Arqueológico de Segesta, en los últimos días es sensacional. En efecto, el 13 de abril se inauguró en los espacios del parque una exposición de arte contemporáneo, Nella natura con la mente (En la naturaleza con la mente), que incluye cuatro instalaciones de un proyecto comisariado por Agata Polizzi y Beatrice Merz, de la Fundación Merz. Todas ellas son obras de importantes artistas: una instalación de neón de Mario Merz(Secuencia Fibonacci de 2002), otra obra lumínica de Merz(Un segno nel foro di Cesare de 2003, realizada originalmente para el Foro Imperial y colocada para la ocasión en el Ágora de Segesta), una escultura de vidrio del griego Costas Varotsos(La spirale, quizá la obra más fotografiada de la exposición), y una intervención de Ignazio Mortellaro en el Antiquarium.
“En los mismos meses en que la Región está promoviendo la reanudación de innumerables misiones arqueológicas”, dijo Alberto Samonà, consejero de Patrimonio Cultural e Identidad Siciliana en la inauguración, “se buscan nuevos códigos de interpretación, como en este caso. Es una iniciativa que parte de la idea de que nuestros templos, los lugares de la arqueología, no son sólo prerrogativa de estudiosos y turistas, sino sobre todo espacios abiertos a la reflexión y a la escucha”.
Al cabo de una semana, sin embargo, llegaron las críticas de Vittorio Sgarbi, en un post de Facebook con una foto de la obra de Varotsos, pronunciándose en contra de la iniciativa: “Me pregunto por qué”, se preguntaba el historiador del arte, “violar la sacralidad de lugares tan llenos de poesía y belleza con estas monstruosidades”.
La reacción del presidente regional, Nello Musumeci, no se hizo esperar: el gobernador siciliano se adhirió al pensamiento de Sgarbi y desautorizó a su consejero, afirmando que “la sacralidad secular de nuestros parques arqueológicos no permite la contaminación de otras iniciativas culturales, por bienintencionadas que sean”. Musumeci añadió que había pedido a Samonà “que emitiera una directiva para que los directores de los parques se adhirieran a evaluaciones uniformes”. Mientras tanto, la muestra artística que actualmente se encuentra en Segesta debería trasladarse a otro lugar".
La medida, informa Ansa, ya ha sido firmada por el consejero: sin embargo, no es un freno definitivo al arte contemporáneo en los parques arqueológicos, como podría hacer pensar el tono perentorio de Musumeci. La medida pretende, explicó Samonà, “garantizar que cada instalación de arte contemporáneo que se realice en zonas y parques arqueológicos vaya precedida de la presentación, por parte del proponente, de un proyecto expositivo detallado que se someterá a la autorización previa del departamento”. El consejero se declara no contrario a instalaciones como las de Segesta, sin embargo, concluye, “considera que siempre deben ser complementarias al contexto en el que se instalan y deben facilitar la creación de una relación armónica entre lo antiguo y lo contemporáneo, que ponga en valor el contexto arqueológico, que en ningún caso debe verse alterado o dañado por la instalación contemporánea”.
Por el momento, ninguna declaración sobre el propio proyecto de Segesta, que el propio Samonà había elogiado con ocasión de la inauguración. En cualquier caso, en Sicilia la situación del patrimonio cultural es particularmente compleja y muy diferente del resto de Italia (Sicilia goza de una autonomía específica en el sector): de hecho, está en marcha una operación de centralización de las decisiones, que en estas páginas ha sido objeto de varios estudios en profundidad por parte de Silvia Mazza, así como el problema de la autonomía cada vez menor de los técnicos en detrimento de la política, que en la isla puede incluso entrar en los comités técnico-científicos de los parques arqueológicos. El caso de Segesta parece un paso más en esta dirección.
En la foto, La espiral de Costas Varotsos en Segesta
Sicilia, estalla el caso: la instalación no gusta y el presidente quiere retirarla |
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