En Nápoles, la nueva estación de metro Duomo abrió sus puertas a los usuarios ayer viernes 6 de agosto. Con la apertura de la nueva parada concluyen las obras del tramo Dante-Garibaldi de la línea 1. La estación Duomo es una especie de obra de arte y museo al mismo tiempo: ha sido diseñada por los arquitectos Doriana Mandrelli y Massimiliano Fuksas, que han tenido que trabajar (y tendrán que seguir haciéndolo) respetando la necesidad de exponer los hallazgos arqueológicos que se han desenterrado en el lugar. La excavación ha sacado a la luz un pórtico de época flavia, el Gimnasio, el templo dedicado a los juegos isimpios construido en el año 2 d.C. por el emperador Augusto, así como estatuas y tumbas. La estación se ha diseñado de forma que permita ver los restos: esta parte de la obra está aún en funcionamiento, por lo que de momento no es posible ver los restos(así será).
Los restos constituyen un verdadero complejo monumental que fue construido en honor del emperador Augusto siguiendo el modelo de los juegos de Olimpia: Nápoles, en aquella época, era considerada la ciudad más griega de Occidente. Por este motivo, las obras se prolongaron más de lo debido: la administración municipal, la empresa concesionaria y la Soprintendenza Archeologica tuvieron que desarrollar la hipótesis de diseño de una estación-museo en la que proceder a laexposición museográfica de los restos emergidos, garantizando al mismo tiempo la funcionalidad de la estación subterránea. La complejidad de las excavaciones arqueológicas y la puesta en valor de los restos desenterrados obligaron, por tanto, a la administración a buscar financiación adicional y a revisar el diseño inicial de la estación, con el fin de permitir el traslado del Templo y la posibilidad de exponerlo al público una vez finalizadas las obras.
La estación del Duomo tiene unos 40 metros de profundidad y cuatro niveles. El primer nivel, con una superficie de 7700 metros cuadrados, albergará el Templo: una vez finalizadas las obras, el Templo será visible desde el exterior, a través de un techo de cristal, y también podrá visitarse a través de un itinerario independiente del metro. El segundo nivel, tan ancho como el primero, constituye la entreplanta de la estación, donde se han colocado los torniquetes, más allá de los cuales, a través de un sistema de escaleras mecánicas y ascensores, es posible acceder a los siguientes niveles hasta los andenes de los trenes. El recorrido hasta los andenes se caracteriza por paneles de acero retroiluminados tallados en forma hexagonal, que cambian de color según la hora del día, acompañando a los viajeros en una ruta que pasa del azul claro del día al naranja del atardecer y al crepúsculo de la noche, sin perder nunca el contacto con la luz. El revestimiento de los cuatro niveles descritos es de acero inoxidable.
Los suelos y las escaleras son de travertino, mientras que la escalera de salida es de piedra de lava. Para las restantes plantas intermedias abiertas al público se utilizaron revestimientos de aquapanel pintado y suelos de travertino. Para la realización de esta obra fue necesario trabajar en no menos de once fases a fin de garantizar la viabilidad y el paso de las personas en todo momento. Además, se llevaron a cabo numerosos y exigentes trabajos de protección de los edificios, que fueron vigilados constantemente durante la ejecución de las obras. En total, se utilizaron 6.200 metros cuadrados de diafragmas, 59.100 metros cúbicos de excavaciones, más de 19.000 metros cúbicos de cemento y 16.000 toneladas de hierro. Para los revestimientos se utilizaron unos 6.800 metros cuadrados de acero inoxidable y 4.300 metros cuadrados de travertino.
“Es como un paseo por las horas del día”, comenta Massimiliano Fuksas. “Los colores cambian, del azul claro al naranja del atardecer y, más allá, a la noche. Es casi como el paseo de un astronauta que ve la tierra desde la luna y observa las sucesivas fases del día”.
Nápoles, la estación de metro Duomo, diseñada por Fuksas, abre al público |
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