Es la última novedad entre los museos españoles: la Galería de las Colecciones Reales abrió sus puertas el 29 de junio, en un gran edificio excavado en la roca bajo el Palacio Real, en pleno centro histórico deMadrid, según el proyecto de los arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón. El museo, un ambicioso proyecto que alberga gran parte de las colecciones del patrimonio de la Corona española, registró más de cien mil visitantes en sus dos primeros meses de apertura, julio y agosto, con una media de unos dos mil visitantes diarios que acudieron al museo, esperado durante años, para sumergirse en los cinco siglos de coleccionismo real aquí representados. Los visitantes elogiaron de inmediato la variedad de las piezas expuestas, que van desde pinturas y armaduras hasta tapices, muebles y artes decorativas, así como la distribución cronológica de las obras, ordenadas no según la fecha de ejecución, sino según el criterio de los coleccionistas: de hecho, la exposición sigue las figuras de los monarcas que adquirieron las piezas para las Colecciones Reales. También es de agradecer el apoyo de elementos audiovisuales que permiten comprender los acontecimientos más relevantes de los distintos reinados.
Tras haber dedicado un extenso artículo al edificio, veamos ahora más de cerca las colecciones que alberga la Galería. En la actualidad, el museo expone más de 650 piezas, un centenar de las cuales se describen detalladamente en el sitio web del museo. El público encuentra en el museo pinturas, esculturas, armaduras, tapices, objetos de arte decorativo y carruajes. El itinerario comienza con los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, y recorre los reinados de la Casa de Austria, de Carlos V a Carlos II, a finales del siglo XVII. Un periodo de más de dos siglos en el que destacan tanto la labor coleccionista de los monarcas como las notables empresas culturales que impulsaron, como la construcción del Monasterio del Escorial. Además, la pinacoteca acoge estudios en profundidad sobre el origen de la monarquía hispánica y el nacimiento de la ciudad de Madrid (los restos de las murallas del siglo IX están incorporados al edificio).
El recorrido comienza en la planta -1, dedicada al periodo comprendido entre los Reyes Católicos, es decir, desde finales del siglo XV, pasando por los reinados de la Casa de Austria, de Carlos V a Carlos II, hasta finales del siglo XVII. A lo largo de los sucesivos reinados, se muestran los intereses y gustos personales de los monarcas y sus familias, tanto en la formación de las colecciones reales como en la construcción y decoración de los nuevos edificios palaciegos, en particular el Palacio Real Nuevo y el Palacio de La Granja. La conclusión del recorrido explica cómo estos bienes, que pertenecieron a la Corona y actualmente son propiedad del Estado, son gestionados en la actualidad por Patrimonio Nacional, organismo encargado de su conservación y difusión.
El punto central de la planta -1 es el Cristo Crucificado de Tiziano, similar a la Crucifixión pintada por el pintor de Cadore en 1558 para la iglesia de San Domenico de Ancona, aunque aquí Tiziano trata de dar acentos más épicos a la escena, pero con menos eficacia dramática a la pieza paisajística. La obra no se menciona en la correspondencia entre Felipe II, sus embajadores españoles y el artista, por lo que se desconocen los detalles del encargo y su envío al rey. Su primera mención documental se produce con la entrega del objeto al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial en 1574, donde se cita como obra realizada “por mano de Tiziano”. Algo anterior es la medalla de Leone Leoni que celebra la victoria de Carlos V en Mühlberg: la efigie del emperador que adorna el anverso de esta medalla constituye un interesante retrato del soberano, que se difundirá en todos los territorios conocidos en la época, gobernados o no por el emperador. Coronado por un laurel y portando el Toisón de Oro, la imagen del hombre más poderoso de la tierra en aquella época está cargada de simbolismo, ya que se relaciona directamente con las representaciones clásicas de los emperadores romanos. El reverso representa una escena mitológica en la que Júpiter, con quien se identificaría el emperador, acompañado de otros dioses y sentado sobre un águila, abate a los Titanes con su rayo, impidiéndoles subir al Olimpo, en clara alusión a los príncipes protestantes que se habían rebelado contra él. También del siglo XVI es la Sagrada Familia con San Juan de Lavinia Fontana, obra de 1589 que sólo cuatro años después, aunque se desconoce la fecha de su llegada a España, se menciona en las colecciones de Felipe II en el Escorial. El cronista José de Sigüenza, en 1602, elogió con entusiasmo la obra y la colocó en el capítulo de la vicaría del monasterio escurialense, donde permaneció largo tiempo.
Pasando al siglo XVII, el público podrá contemplar Salomé con la cabeza del Bautista, de Caravaggio, obra de 1607. La obra fue creada durante el periodo en que Caravaggio tuvo que exiliarse tras su precipitada huida de Roma en 1606. La solidez del modelado y la carga emotiva en el uso del color permiten encuadrarlo técnicamente durante su primera escala en Nápoles, entre octubre de 1606 y junio de 1607. Es uno de los cuadros más importantes de la colección de Felipe IV: Procede de la colección de García de Avellaneda y Haro, segundo conde de Castrillo, que fue virrey de Nápoles entre 1653 y 1659, y se menciona en el inventario de su colección en 1657 (se sabe, sin embargo, que el conde, como otros altos dignatarios de Felipe IV, recibía sumas de dinero para “gastos secretos”, algunas de las cuales se destinaban a la compra de obras de arte para Felipe IV). La obra se menciona por primera vez en el Alcázar de Madrid en 1666 y permaneció allí hasta que el edificio se incendió en 1734, pasando posteriormente por varios palacios reales. De 1634-1638 es el Caballo blanco de Diego Velázquez, que en 1660, fecha de la muerte del artista, estaba presente en su estudio (donde probablemente esperaba a ser completado con la figura de un jinete, o servía de modelo para retratos ecuestres). Es posible que se trate del caballo “bayo” mencionado en los inventarios del Alcázar de Madrid de 1686 y 1700, aunque no se tienen noticias seguras del cuadro hasta su adquisición en 1848 por Isabel II. En la misma planta se encuentran el Carruaje negro (1670-1680), uno de los carruajes más espectaculares del mundo (perteneció a la reina Mariana de Austria, a quien probablemente se lo regaló algún pariente en Francia, Austria o Flandes, lugares probables de realización de la obra) y la estatua con el Carruaje negro (1670-1680), uno de los carruajes más espectaculares del mundo.obra) y la estatua del Arcángel Miguel de Luisa Roldán conocida como la Roldana, espléndido ejemplo del arte de la escultora sevillana, realizada en 1692.
También es digna de mención una obra maestra de la escultura barroca como El encuentro de Atila y el papa León Magno a las puertas de Roma , de Ercole Ferrata, destinada al altar del oratorio privado del rey en el Alcázar de Madrid. Por antiguos inventarios de la colección real española sabemos que la base de calcedonia tenía originalmente una inscripción, “Pax Christiana suviecit”, que se ha perdido con el paso de los años, pero que ha permitido interpretar la obra como un regalo diplomático destinado a promover la paz entre España y Francia, que se haría efectiva con la Paz de los Pirineos en 1659. Espléndido objeto de arte aplicado es, por otra parte, el tabernáculo de Domenico Montini de 1619, realizado por el artista sienés para la Iglesia de la Anunciata de Nápoles, pero enviado finalmente a España por Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna y virrey de Nápoles, quien añadió al tabernáculo el escudo real y lo donó al rey Felipe III. La calidad de este sagrario le valió la admiración de la corte de Felipe IV, figurando ya en el inventario de la Custodia de las Joyas en 1622. También ocupó un lugar destacado en la Capilla del Alcázar de Madrid, donde se salvó de las llamas del incendio que destruyó el edificio en la Nochebuena de 1734. Destaca también el especialísimo incensario de Trapani (1645-1647) en cobre, bronce y coral, probablemente adquirido durante el reinado de Felipe IV.
La planta -2 está dedicada a los Borbones y abarca un periodo de más de tres siglos, desde principios del siglo XVIII hasta nuestros días. A lo largo de los sucesivos reinados, se muestran los intereses y gustos personales de los monarcas y sus familias, tanto en la formación de las colecciones reales como en la construcción y decoración de los nuevos edificios palaciegos, en particular el Palacio Real Nuevo y el Palacio de la Granja. La conclusión del recorrido explica cómo estos bienes, que pertenecieron a la Corona y actualmente son propiedad del Estado, son gestionados por Patrimonio Nacional, organismo encargado de su conservación y difusión.
Comenzamos con unas importantes obras de Anton Raphael Mengs dedicadas a la Pasión de Cristo, que sirvieron de sobrepelliz en el dormitorio de Carlos III en el Palacio Real de Madrid, y continuamos con una interesante obra de Lorenzo Tiépolo, Pasiega y soldados (los pasiegos son una comunidad que vive en las montañas de Cantabria, en el norte de España), pintada al pastel, y que refleja la moda de los cuadros con campesinos como tema, especialmente popular en la segunda mitad del siglo XVIII. La obra pertenece a una serie de doce pasteles que representan otros tantos tipos populares, cuyo significado es aún hoy confuso, al ignorarse la connotación social de los gestos en el imaginario colectivo de la época. También hay muchas obras de Francisco Goya: particulares e insólitos son los cartones que realizó para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara de Madrid, con la que el pintor mantuvo una relación de unos 20 años. El público puede admirar, por ejemplo, la Caza del jabalí perteneciente a la serie de cartones para tapices destinados al comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de San Lorenzo del Escorial. La caza del jabalí era todo menos un tema trivial: no se trataba de un mero entretenimiento, sino de un importante momento formativo (sobre todo por razones estratégico-militares).
También hay una hermosa pareja de cuadros de Jean-Antoine Watteau, La lección de canto y El amante tímido, obras de tema galante que entraron en las colecciones reales con una compra de Carlos III en 1764 (está documentado su interés por el pintor francés). También son de especial interés los mosaicos de Pietro Paolo Cristofari(Ecce Homo y la Virgen María), regalados por el papa Clemente XII a la reina María Amalia de Sajonia el 15 de junio de 1738, de paso por los Estados Pontificios en su viaje de Dresde a Nápoles. Cristofari se sirvió de modelos de Guido Reni para realizarlas: el pintor boloñés fijó en sus modelos esa típica mirada elevada al cielo, que vemos en dos figuras y también en otros personajes de la historia sagrada y profana, y que ha encontrado (aún hoy) un amplio eco en las imágenes devocionales.
Pasando en cambio a las obras de arte aplicado, es singular una silla de manos pintada por uno de los más grandes artistas del siglo XVIII, Corrado Giaquinto, que llegó en 1753 a la corte de Fernando VI y permaneció en España hasta 1762: es la silla de manos de la reina Bárbara de Braganza, testigo de la evolución de la silla de manos a finales del siglo XII. La obra está tallada con motivos rupestres de gran movimiento, una decoración típicamente rococó, mientras que la pintura que decora los distintos paneles es un canto a la paz y la armonía, con putti recogiendo frutos, cazando o jugando a juegos dionisíacos. En el reverso, una escena de glorificación exalta al soberano: dos genios alados en vuelo portan una corona de laurel, mientras otros revolotean en un círculo de palmas y flores. El tocador de Mattia Gasparini (1764-1769), realizado para las habitaciones privadas de Carlos II en el Palacio Real Nuevo de Madrid, es impresionante. Los muebles diseñados por Gasperini para el rey, de líneas sinuosas y grandes volúmenes, están fabricados con las mejores maderas, concretamente las traídas directamente de América y conocidas como “de Yndias”. En esta cómoda, la estructura de nogal español incluye varios cajones ocultos tras el friso superior, que se desbloquea accionando una lengüeta situada en el interior del espacio superior del cajón. El conjunto está cubierto por una rica marquetería de maderas preciosas, en la que diversos elementos decorativos se disponen sobre un fondo de rombos, donde se deja sentir la influencia oriental tan de moda en la segunda mitad del siglo XVIII. Las peonías, protagonistas de la cómoda, se asociaban a la idea de nobleza, y junto a ellas se representan flores de loto, símbolo de pureza en el mundo budista, así como urracas y carpas, vinculadas a la felicidad y la fuerza respectivamente. Completan esta cómoda la encimera de mármol y los herrajes de bronce dorado, estos últimos realizados por el broncista Antonio Vendetti. El espejo de Filippo Juvarra de 1735-1736 del Palacio de San Ildefonso, tallado por el genovés Bartolomeo Steccone, es un magnífico ejemplo de espejo decorado con elementos figurativos y vegetales, que son una referencia directa al mobiliario barroco italiano y están relacionados con las consolas que el propio Juvarra diseñó para el palacio. El itinerario finaliza en 1852 con la Corona de la Virgen de Atocha, donada por la reina Isabel II a la Virgen en señal de agradecimiento por haber salido ilesa del atentado perpetrado por el religioso Martín Merino en la Galería del Palacio Real de Madrid (habiendo sobrevivido, la Reina ofreció las joyas que llevaba ese día, 2 de febrero de 1852, como exvoto a la Virgen de la Real Capilla de Atocha: la corona, en particular, es una de las mejores obras del platero Narciso Práxedes Soria).
Por último, la plantasuperior, -3, se concibe como un espacio dinámico con dos puntos principales de interés: la sala de exposiciones temporales y ’El Cubo’, un espacio audiovisual de 360º donde el visitante podrá conocer los Reales Sitios de El Escorial, Aranjuez, La Granja y El Pardo. En los próximos meses, la Galería de las Colecciones Reales tendrá programados ciclos de conferencias: tras el primero, que se celebró en septiembre con sesiones gratuitas, en octubre se reanudarán los “Martes en la Galería”, que girarán en torno al museo. El primer ciclo, en septiembre, se dedicó al proyecto: se habló de la construcción del edificio y de las opciones expositivas y museográficas. En los tres ciclos de octubre, noviembre y diciembre (todos los martes, a las 19.00 horas, en elAuditorio de la Galería) se hablará, respectivamente, de la identidad del museo y de los restos arqueológicos de la muralla árabe; de la exposición temporal En movimiento y de la colección de carruajes; y de la realización del documental, producido por Arena Comunicación, que recorre el proceso de creación de la Galería.
Este programa de conferencias es diseñado cada año por Patrimonio Nacional para difundir los proyectos de conservación e investigación que llevan a cabo todos sus departamentos, pero también para dar a conocer las colecciones, bienes y espacios verdes que la institución gestiona en seis comunidades autónomas: Madrid, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Baleares, Andalucía y Extremadura.
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