En el otoño de 1647, la tranquila existencia de la ciudad de Cremona, que había vivido casi dos décadas de relativa calma tras la gran peste de Manzoni, se vio perturbada por los acontecimientos de la guerra franco-española. Cremona, la ciudad proespañola más importante inmediatamente al sur de Milán, fue sitiada en octubre de ese año por el duque de Módena, Francesco I d’Este, comandante de las fuerzas francesas en Italia, que sin embargo subestimó la feroz resistencia de los cremonenses.
En efecto, la ciudad no estaba amurallada ni fortificada: sin embargo, como cuenta Lorenzo Manini en sus Memorie storiche della città di Cremona, “se levantaron refugios, se cavaron zanjas, se talaron árboles, se arruinaron pueblos, se cortaron puentes sobre el canal a lo largo de la carretera conocida como strada della Cerca, para que los enemigos no pudieran acercarse [...]. La milicia urbana tomó las armas y fue reforzada por varias filas de campesinos”, a los que se añadieron “los pobres y los artesanos”.
Los habitantes, ayudados por las fuertes lluvias de aquel otoño que provocaron inundaciones generalizadas en el campo, obligaron a sus enemigos a una tregua: Así pues, los franco-modeneses pasaron el invierno en Casalmaggiore e intentaron atacar de nuevo la ciudad en el verano de 1648, sufriendo una derrota definitiva, también porque los cremonenses habían pasado el invierno fortificando la ciudad y contaban con el apoyo de miles de soldados españoles.
Los sitiadores tuvieron que contentarse con asolar el campo. Así pues, llegaron noticias inquietantes del campo: los enemigos robaban, acosaban y encarcelaban a los habitantes, y saqueaban las iglesias rurales, robando las obras de arte que allí se conservaban.
Ese mismo año, el mayor artista en activo de Cremona, Luigi Miradori, conocido como el Genovesino (¿Génova?, 1605-1610 circa - Cremona, 1656), pintó el retablo con el Milagro de San Juan Damasceno para la iglesia parroquial de San Clemente. El santo había luchado enérgicamente contra los iconoclastas del emperador León III y, en respuesta, sus adversarios se habían vengado de él cortándole la mano, que en el cuadro es literalmente reimplantada en su brazo por la Virgen con el Niño Jesús. I
l cuadro es uno de los protagonistas de la gran exposición, la primera monográfica dedicada al Genovesino, titulada Genovesino. Natura e invenzione nella pittura del Seicento a Cremona, que se está celebrando en Cremona, en el Museo Civico “Ala Ponzone”: para Valerio Guazzoni, que junto con Francesco Frangi y Marco Tanzi es uno de los comisarios de la importante exposición, el cuadro que Luigi Miradori ejecutó en 1648 podría tener un altísimo significado simbólico, dadas las circunstancias de la época en que fue realizado.
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Reseña de la exposición Genovesino en Cremona |
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