En Volterra hay... el anfiteatro que no existía Mientras el consorcio local de recuperación realizaba obras para restaurar un canal, se encontraron fragmentos de mampostería que nadie imaginaba que estuvieran allí. Este es el comienzo de la asombrosa historia de un descubrimiento arqueológico en la década de 2000 (fue en 2015: Finestre sull’Arte ha informado anteriormente sobre ello aquí, aquí y aquí), el descubrimiento del gran Anfiteatro Romano de Volterra, situado junto al Teatro, sin que ninguna fuente histórica lo mencionara. No hay rastro de él en ningún documento, y nada podía hacer suponer a los estudiosos que también hubo un anfiteatro en Volterra. De ahí que la ironía toscana lo bautizara así: “El anfiteatro que no existía”. Tanto es así que también se ha abierto una página en Facebook para seguir paso a paso este descubrimiento que fue inmediatamente reconocido como sensacional. Nadie lo había buscado y, ahora que se ha encontrado, ha aumentado el interés por él, su función, su autor y su destino: totalmente cubierto por la tierra, ha permanecido en el olvido durante tanto tiempo, de forma misteriosa, que esta situación determina un elemento más de interés y curiosidad. A Volterra, ya de por sí una ciudad importante arqueológicamente hablando, se ha unido un... nuevo huésped que puede aportar nuevas e importantes informaciones sobre la vida y el desarrollo de este ya importante centro de la Antigüedad. A finales de 2023 comenzará la última campaña de excavación, que en 24 meses ininterrumpidos deberá completar los trabajos de excavación y sacar así a la luz el edificio en su conjunto. Finestre sull’Arte se puso al día con la responsable de las operaciones de excavación, la Dra. Elena Sorge, de la Soprintendenza Archeologica, Belle Arti e Paesaggio de las provincias de Pisa y Livorno, y con esta entrevista hicimos balance del estado de la cuestión y de las implicaciones de este importante e inesperado descubrimiento.
AL. ¿Qué se siente al estar a cargo de los trabajos de excavación para descubrir un artefacto complejo de tal magnitud después de que se pensara que los grandes hallazgos pertenecían a una época pasada?
ES. Bueno... qué puedo decir... la arqueología es descubrimiento por definición, y estoy profundamente convencido de que estar abierto y preparado para todo lo nuevo es una habilidad indispensable en mi trabajo. Es como recibir de regalo un volumen muy antiguo y tener el privilegio de poder hojearlo primero. Creo que es, al fin y al cabo, el sueño de todo arqueólogo, que acaba por satisfacer el alma infantil que permanece en todos nosotros, combinando el lado aventurero con la más estricta cientificidad.
Cuando se dio cuenta de que estábamos ante un descubrimiento increíble, ¿cuál fue su reacción?
No dormí durante una semana, y estuve varios días con una gran sonrisa en la cara. En parte, dejé de sonreír cuando me di cuenta de la responsabilidad....
Hagamos balance del trabajo. El descubrimiento se produjo por casualidad hace unos siete años y ahora, según usted, ¿hemos desenterrado qué porcentaje de la construcción que se encontró?
Algo menos de una cuarta parte. Lo bueno, sin embargo, es que hemos recibido una financiación que nos da la certeza de poder completar la excavación, restauración y puesta en valor del yacimiento.
¿Cuándo deberían empezar los trabajos de la próxima campaña de excavación?
A finales de agosto comenzará la licitación para la adjudicación de las obras. Está previsto que las obras se entreguen a finales de año.
¿En qué se concentrarán?
La morfología del yacimiento nos obliga a excavar en el sentido de las agujas del reloj, completando la investigación de un sector antes de abordar el adyacente, porque el monumento ha ocupado todo el pequeño valle y, de lo contrario, corremos el riesgo de cerrar las vías de acceso.
¿Cuántas personas se han empleado hasta ahora y cuántas jornadas de trabajo en total se han necesitado para llegar al punto de la excavación en el que nos encontramos? ¿Cuánto tiempo cree que se tardará en llegar al 100%?
Hemos llevado a cabo siete campañas de excavación de dos a tres meses de duración cada una. Por término medio, entre arqueólogos, obreros, topógrafos, etc., se empleó a unas 20 personas por campaña. Después de cada campaña de excavación, había que encontrar financiación para la siguiente. Ahora se licita la contratación de los trabajos hasta que se termine la excavación. Salvo problemas debidos al mal tiempo, la excavación durará unos 24 meses sin interrupción. Y una vez terminada la excavación, comenzarán las obras de restauración y mejora.
¿En qué periodo puede fecharse esta obra?
La época julio-claudia, en la que Volterra, gracias sobre todo a grandes e importantes familias estrechamente vinculadas al centro del poder, conoció un gran desarrollo.
¿Qué función tenía?
Acoger espectáculos de gladiadores, es decir, luchas entre gladiadores, entre fieras y entre fieras y gladiadores.
¿Cuántas personas podía albergar?
Aún no lo sabemos.
En las épocas posteriores a su construcción, cayó en el olvido, ¿a qué se debe, en su opinión?
En mi opinión, al hecho de que, al dejar de utilizarse la zona para espectáculos, también lo hizo el mantenimiento, y comenzó el enterramiento del monumento, que fue bastante rápido. No obstante, al tratarse de una de las escasas llanuras que rodeaban Volterra, la zona del centro, correspondiente a la arena, se utilizó para el cultivo, elevando el nivel del suelo a medida que se iba encenagando el pequeño valle.
En la idea de Volterra política en época romana, ¿podría este descubrimiento cambiar la percepción que teníamos de la ciudad en aquella época?
Desde luego que sí. También habría que aclarar mejor las relaciones de la aristocracia volterrana con Roma. La existencia de un magnífico (y carísimo) teatro junto a un anfiteatro obliga a reflexionar sobre ello. Baste recordar que los otros anfiteatros conocidos hasta ahora en Etruria se encuentran en Florencia, Arezzo, Lucca, Luni, entonces parte de la Región de Etruria, y un anfiteatro muy pequeño en Roselle. A excepción de Roselle, cuyo anfiteatro sigue siendo un enigma a día de hoy, las demás son todas ciudades prominentes.
Las fortificaciones etruscas, el teatro y el anfiteatro romanos... Tratando de sumergir el pensamiento en aquella época, ¿qué encontraría ante sí el ciudadano que en aquellos días subía la colina para llegar a Volterra? ¿Qué tipo de ciudad era?
Me gusta pensar, aunque no tengo pruebas, que el romano que llegaba a Volterra desde el lado del Chianti, atravesaba las murallas, que sin duda estaban bien conservadas en aquella época, y tenía a la vista el anfiteatro con el teatro a sus espaldas. Pero, por ahora, esto es sólo una sugerencia.
En su opinión, ¿podría haber sido el mismo autor del anfiteatro que del teatro? ¿Quién pudo ser y por qué se enterró todo y se perdió toda referencia a su obra a lo largo de los siglos?
Un erudito estadounidense, Wladek Fuchs, ha publicado una sugerente hipótesis que ve en el diseñador del teatro incluso al creador del Teatro de Marcelo en Roma, del teatro y anfiteatro de Mérida, en España, y luego del teatro y anfiteatro de Volterra. Basándose en investigaciones geométrico-matemáticas, Fuchs plantea por tanto la hipótesis de una mente única detrás de todos estos edificios de espectáculos, debido a una profunda conexión política con la familia de Augusto. De ser así, al menos la génesis de nuestro anfiteatro debería situarse en la primera/segunda década de la Era Vulgar. Los datos arqueológicos por ahora nos aconsejan ser prudentes, y nos conducen a un periodo ligeramente posterior, pero aún queda mucho por descubrir.
¿Cómo ha cambiado el trabajo en comparación con las grandes campañas de los siglos XIX y XX? Comparando las manos desnudas que se utilizaban para excavar en Egipto con la tecnología moderna, ¿cómo ha cambiado la forma de organizar el trabajo y de llevarlo a cabo?
El polvo, el esfuerzo, el entusiasmo y el sudor siguen siendo los mismos, la técnica ha cambiado en dos direcciones: la primera es la seguridad, que se traduce en la identificación de técnicas de excavación más seguras y menos fatigosas, como el uso de pequeñas excavadoras y de métodos para alejar la tierra de la excavación, mediante polipastos, pequeñas grúas, etcétera. El segundo es el uso de métodos de excavación modernos. Hoy en día, y desde hace muchas décadas, se excava estratigráficamente, es decir, retirando capa tras capa. La excavación arqueológica es, por su propia naturaleza, destrucción. Página tras página, extraemos el libro de la historia y lo destruimos. De ahí la importancia de identificar correctamente cada una de las capas, excavarlas y documentarlas cuidadosamente con todas las tecnologías existentes. Fundamental es entonces la participación en el yacimiento de diversos organismos, con los que se han firmado acuerdos de colaboración, como el CNR, diversas universidades como la de Florencia y la de Detroit, la Comandancia del Cuerpo de Bomberos de Pisa y empresas especializadas. De hecho, una excavación como ésta debe prepararse y controlarse mediante -y gracias a- la intervención de personas de ciencia que, con las tecnologías más modernas, como el georradar, nos apoyan de la mejor manera posible, junto con geólogos e ingenieros estructurales. Además, nuestro yacimiento es un yacimiento “modelo INAIL”, y con los responsables del INAIL estamos intentando elaborar directrices específicas para la seguridad en yacimientos arqueológicos.
Entusiasmo, sin duda, pero mucha ciencia, pues.
¿Qué equipos son indispensables hoy en día para la investigación y la excavación?
La excavación propiamente dicha se realiza básicamente a mano, utilizando herramientas muy antiguas como la pala, el pico e incluso la paleta (una pequeña paleta triangular y puntiaguda de unos 10 cm de longitud), fetiche de todo arqueólogo que se precie, e incluso instrumentos de mayor precisión como palancas u otros. La diferencia radica en el uso de instrumentos para documentar la excavación, tanto fotográficos como cartográficos, como la Estación Total o el Escáner Láser.
Descubrimientos como éste hacen pensar que -como mirar al cielo- no lo sabemos todo sobre nuestra Tierra. ¿Cuántas cosas así pueden ocurrir todavía, sobre todo con la instrumentación de que disponemos hoy en día y la ayuda de los satélites que escanean de palmo a palmo?
Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña tu filosofía"... Creo que esto sigue siendo sustancialmente cierto.
¿Ha terminado definitivamente la gran temporada de los descubrimientos? ¿O habrá algo que cambie nuestros conocimientos sobre alguna época pasada?
Como nos acaba de demostrar San Casciano dei Bagni, aún podemos esperar grandes cosas.
Después de todo lo que hemos sacado a la luz en el mundo, un joven podría preguntarse "¿tiene sentido seguir excavando hoy en día? ¿Qué respondería?
Por supuesto que lo tiene. Si tiene sentido, por el contrario, continuar y obstinarse en dejar excavaciones, antiguas y nuevas, que no somos capaces de mantener, y cuya valorización sería compleja y, en última instancia, no indispensable, es la pregunta que, en mi opinión, hay que hacerse. Pondré un ejemplo de Volterra: desde principios del siglo XX, la Acrópolis de la ciudad de Volterra ha sido sistemáticamente investigada por la Universidad y la Superintendencia. Hasta la fecha, todo lo que se ha investigado ha permanecido a la vista, pero ello no ha conducido en modo alguno a un mejor conocimiento del yacimiento por parte del público. En estas semanas estamos iniciando, en colaboración con la Universidad de Pisa y el Ayuntamiento de Volterra, una campaña de reintervenciones, restauraciones y puesta en valor de toda la zona para que sólo queden a la vista y bien conservados los edificios más significativos y mejor conservados. Excavar sí, por supuesto, pero también estudiar, publicar y, en la inmensa mayoría de los casos, cubrir.
Dejando de lado por un momento a la comunidad científica, ¿se lo “merece” el turista?
Siempre y en todo caso... o casi.
Cuántos recursos se han desplegado hasta ahora y cuántos harían falta para completarlo todo. En esto, ¿hasta qué punto ha sido útil un instrumento regulador como el Art Bonus?
Muchísima. El pistoletazo de salida, tras las primeras investigaciones que siguieron al descubrimiento en 2015 y que nos permitieron comprender a qué nos enfrentábamos, lo dio la Fondazione Cassa di Risparmio di Volterra, que financió, a través del Art Bonus, la primera campaña de excavación real, en 2019, por un importe de 250.000 euros. Al año siguiente, gracias al concurso Art Bonus, se repitió esta cantidad, a la que se añadieron 250.000 euros por parte de la Región de Toscana. En 2021, otros 250.000 euros fueron asignados por la Región de Toscana y otros 250.000 por el Ministerio de Cultura. A estas cifras hay que añadir campañas menores que ascienden aproximadamente a otros 200.000 euros. En 2022, el Ministerio nos asignó la suma de 4.500.000 euros para terminar la excavación y otros 3.000.000 de euros para la valorización. Una cosa que me gustaría subrayar por último es que se trata de un trabajo de equipo; mi nombre siempre destaca, pero detrás, delante y a mi alrededor hay decenas de personas, en primer lugar el superintendente, y luego todos los colegas de mi oficina y colaboradores, los arqueólogos, topógrafos, arquitectos, ingenieros, restauradores, geólogos y arqueozoólogos. A todos los que han participado en esta aventura quiero expresarles mi agradecimiento por su trabajo y compromiso.
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