Padua, la consejera social habla: "Es bonito que la igualdad de género y la cultura se entrelacen


¿Una estatua de mujer en Prato della Valle, en Padua? En un debate cada vez más acalorado, entrevistamos a la concejala de Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades, Marta Nalin, sobre el tema.

Marta Nalin, nacida y criada en Padua en 1982, es concejala de Asuntos Sociales, Igualdad de Oportunidades y Políticas de Vivienda en su municipio. Estaba fuera de la ciudad unos días cuando, a principios de enero, Padua acabó en los periódicos de todo el mundo por el debate que se desató sobre si debía erigirse o no una estatua en Prato della Valle a Elena Cornaro Piscopia, la primera mujer licenciada por la Universidad de Padua y quizá del mundo. Sólo me enteré de la propuesta de los concejales unos días antes de que presentaran la moción", el 23 de diciembre, explica. También por eso no se había pronunciado hasta hoy, dado su declarado desconocimiento de las cuestiones de conservación del patrimonio. Lo hacehoy, para Finestre sull’Arte, con la petición explícita de no abordar propuestas concretas para el Prato: “No tengo cualificación para decir si esto o aquello se puede o no se puede hacer”, explica, dado su perfil profesional enraizado en la jurisprudencia, el derecho europeo y laboral, así como la lucha por la igualdad de género.

Marta Nalin
Marta Nalin
Padua, Prato della Valle
Padua, Prato della Valle

LB. ¿Era usted consciente de la ausencia de mujeres en las 78 estatuas de Prato della Valle? Y si es así, ¿desde cuándo?

MN. Sí, era consciente. No sabría decir desde cuándo, desde siempre diría. Y había hablado de ello varias veces. Recuerdo la última vez que hablé largo y tendido: fue en mayo de 2021, cuando con el comité “Lina Merlin, la senadora” (formado por Milvia Boselli, Paola Lincetto, Laura Puppato y Anna Maria Zanetti) entregamos en el Senado el busto de Lina Merlin, donado por el Ayuntamiento de Padua. Durante aquel viaje a Roma había surgido el tema, era familiar, en definitiva, a quienes en Padua se ocupan de la igualdad de género.

¿Se esperaba, por tanto, un debate como el que surgió? ¿Qué fue lo que más le sorprendió, positiva y negativamente?

No, ni yo misma lo esperaba, como creo que tampoco lo esperaba nadie. El eco recibido por la propuesta, y luego por las reacciones, me sorprendió como a muchas personas implicadas en la igualdad de oportunidades: son temas que no suelen salir fácilmente en los medios, que se dejan para los más sensibles, salvo en el caso de sucesos excepcionalmente graves como un feminicidio. Aquí, en cambio, se ha creado un debate, un verdadero debate, que puede llegar a ser muy importante para sensibilizar, una oportunidad para crecer y mejorar. Por supuesto, permítanme decirlo, es lamentable que luego nos cueste encontrar espacio en los medios de comunicación cuando hacemos o proponemos algo concreto para provocar un cambio, para la gente. Pero en mi opinión en este caso el panorama que se ha creado es positivo: las cuestiones de género son cuestiones culturales, y de hecho hay muchas actividades culturales que ponemos en marcha para el 25 de noviembre, por ejemplo. Así que es bueno hablar de ello también en el ámbito puramente cultural. Un giro interesante y una oportunidad. Igual de interesante es que se haya creado un movimiento cívico en torno al tema, algo que rara vez ocurre.

Me parece muy relevante que hayas enmarcado el debate desencadenado como un debate sobre la igualdad, más que sobre el patrimonio cultural. Hablemos de símbolos, de representación. ¿Qué cree que significa hoy para Padua tener más de 80 estatuas de hombres erigidas por toda la ciudad y ninguna de mujeres?

En realidad, no creo que sea un problema sólo de Padua, sino que me parece un problema generalizado, que afecta a muchos otros ámbitos, por ejemplo la toponimia. Tiene que ver con la falta de visibilidad que han tenido las mujeres a lo largo de la historia: pocas oportunidades de estudiar, de actuar de forma independiente, de contribuir a cambiar el mundo, a diferencia de los hombres. Hay estatuas de hombres porque tenían poder y decidieron representarse a sí mismos. Pero incluso esas pocas mujeres que consiguieron desempeñar papeles importantes en la historia suelen estar ausentes, y esto es un problema: dada la enorme dificultad que tuvieron para conseguirlos, deberíamos recordarlas a todas, en lugar de eso las olvidamos. Por ejemplo, estuve unos días en Madrid y me di cuenta de que en el Prado hay muy pocas mujeres en la exposición, que además es enorme, y el museo lo señala en los pies de foto: pintaban menos mujeres, pero a muchas tampoco se les dio un espacio. Ésta es una situación que heredamos del pasado y que, a pesar de los grandes avances que hemos hecho, sigue repercutiendo en el presente. No hay más que ver el equilibrio de género en la Universidad de Padua, donde las estudiantes son mayoría, pero en los niveles superiores la proporción se invierte. O lo difícil que es llevar a las escuelas ejemplos distintos de los estereotipados, explicar que una chica puede ser científica, ingeniera, exploradora, incluso dando a estos ejemplos una visibilidad diferente. Esto, insisto, no implica por supuesto cambiar los monumentos del pasado porque hay que cambiar el estereotipo, es más complejo.

Científico, ingeniero, explorador... pintor. Ha mencionado el Prado y permítame preguntarle, ya que a veces no se trata sólo de una ausencia sino de una presencia poco conocida, ¿sabe que los Museos Cívicos de Padua conservan algunos cuadros de una de las más grandes pintoras del siglo XVII, Chiara Varotari?

Sinceramente, no, no lo sabía. Me parece un hecho a valorar.

¿Qué representa para usted Prato della Valle, como ciudadano antes que como concejal?

Para mí es un lugar precioso, donde traigo a toda la gente que nunca ha estado en Padua. El primer lugar para traer amigos: el impacto cuando llegas desde Via Umberto es maravilloso. Y luego me gusta mucho que sea un lugar de cultura y al mismo tiempo habitado, donde puedes sentarte a la sombra de un árbol o incluso de una estatua a leer, a charlar. Es bonito que los monumentos no sólo se visiten, sino que formen parte de la ciudad y se recorran y utilicen, con el debido respeto. Esto debería ocurrir cada vez más, con plazas y monumentos: tener la posibilidad de vivir la historia en el día a día.

La administración, por necesidad, se tomará tiempo para reflexionar después de un debate así. ¿Hay algún compromiso que quiera contraer con los ciudadanos en relación con la cuestión de los monumentos y símbolos?

Sí, creo que como administración tendremos que reflexionar mucho sobre el eco que ha tenido este episodio. Creo que debemos aprovechar la oportunidad de encontrar espacios en nuestra ciudad para restaurar la memoria de las muchas mujeres que han jugado papeles importantes en la historia de nuestra ciudad. También por el significado que esto tiene: no sólo para reconocer el valor de su existencia, sino también para romper estereotipos, para crear ejemplos. Y luego, si me permiten añadir....

Añadir más.

Hablando de símbolos, el lenguaje de la igualdad también puede parecer un tema simbólico. Puede serlo, por supuesto, pero sólo si los cambios no van acompañados de una fuerte e importante intención política y de cambio. Aquí, el lenguaje, como el arte y la cultura, puede ser el vehículo para crear una cultura generalizada de respeto, de igualdad, de superación de estereotipos. Creo que debería hacerse, sí.

Como nota al margen, al mismo tiempo que tenía lugar esta entrevista, la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Políticas de Género del Ayuntamiento de Padua emitió este comunicado de prensa muy explícito sobre Prato della Valle.


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