La revista de noticias artnet no se anduvo con rodeos y dedicó un artículo a la fuerte caída del precio de las obras de Damien Hirst. Las obras de arte suelen ser compradas por los coleccionistas como inversión, con la esperanza de que su valor aumente con el tiempo: sin embargo, no parece ser el caso de las obras de Damien Hirst, ya que, como se explica en el artículo, el valor de las obras de Hirst ha caído en picado en los últimos diez años.
El periodista Tim Schneider analizó 19 lotes que se habían vendido durante Beautiful Inside My Head Forever, la gran subasta de obras de Hirst celebrada en Sotheby’s, de la que actualmente se cumple el décimo aniversario (tuvo lugar los días 15 y 16 de septiembre de 2008), y que se han vuelto a subastar en los años siguientes. De estos 19 lotes, hasta 17 se han depreciado, con una pérdida global de casi 3 millones de dólares: en 2008 habían sumado 8,1 millones, mientras que en las ventas posteriores el total global no pasó de 5,2 millones. Schneider también calculó que 11 de los 19 lotes perdieron aproximadamente el 40% de su precio de venta original. Para los coleccionistas, subrayó Schneider, fue un “baño de sangre”.
Sin embargo, más allá de los “horribles” resultados de las siguientes ventas, Schneider también señala que no hay que precipitarse a la hora de sacar conclusiones sobre la carrera de Hirst. El periodista cita la opinión del experto estadounidense en el mercado del arte Felix Salmon, según el cual juzgar el valor del arte de Hirst en función de sus resultados en las subastas de los últimos diez años sería precipitado: el artista, de hecho, ha seguido vendiendo con éxito sus obras y obteniendo resultados notables, con la única diferencia de que lo ha hecho principalmente a través de la venta directa, lo que ha restado relevancia a las casas de subastas. “Evaluar la fortuna de Hirst examinando el mercado visible”, señalaba Salmon en un artículo en el New Yorker, “sólo tenía sentido hasta el 15 de septiembre de 2008. Después de esa fecha, Hirst empezó a vender sus obras directamente a coleccionistas y dejó de jugar con las reglas establecidas por el sistema de galerías. Sus galeristas se enfurecieron, pero no pudieron hacer nada al respecto. Así, liberado de las ataduras de las galerías, Hirst podía hacer las obras que quisiera y venderlas al precio que sus coleccionistas quisieran pagar. Y eso es lo que casi ningún artista de galería puede hacer”.
Considérese entonces que las ventas de las obras expuestas en la gran muestra de Venecia de 2017 alcanzaron los 330 millones de dólares incluso un mes antes del cierre de la exposición. En esencia, según Schneider, aún no se pueden sacar conclusiones firmes. Quizá, especula Salmon, los compradores de 2008 adquirieron las obras porque les gustaban y simplemente querían tenerlas. Tal vez, se pregunta Schneider, a la subasta acudieron tanto “verdaderos creyentes” como “astutos revendedores”, que esperaban que las obras alcanzaran su valor máximo en el futuro. De nuevo, quizá los compradores de hoy hayan decidido que las piezas que Hirst creó entonces para Sotheby’s simplemente no son “tan deseables”. Por tanto, será necesario un análisis más preciso y exhaustivo, concluye Schneider, para determinar cuál de los escenarios es el más veraz y, por tanto, qué ocurrirá con el mercado de las obras de Hirst en el futuro.
De momento, el que se lanza a hacer predicciones es el economista Don Thompson, citado en el artículo de hoy delIndependent sobre el mismo tema: presumiblemente, quienes compraron las obras de Hirst con la esperanza de hacer una buena inversión probablemente no recuperarán su dinero. El valor de sus obras más tradicionales, como los animales en formol“, explica Thompson, ”probablemente alcanzó su punto máximo durante la subasta". Y ya en 2013, continuaba TheIndependent, el especialista Philip Hook advertía a los coleccionistas de que la “burbuja mantenida viva por la máquina de relaciones públicas de Hirst estallará tarde o temprano”.
En la imagen: Damien Hirst, The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living (1991; vidrio, acero pintado, silicona, tiburón y solución de formol; 217 x 542 x 180 cm).
Hirst, precios disparados y baño de sangre de coleccionistas. Análisis de Artnet |
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