Un dios monumental en el Museo del Cinema di Torino: la estatua de Moloch en Cabiria

“¡Escúchame, creador voraz que engendras todas las cosas, hambre insaciable, me odias!”. “¡Contempla la carne más pura! ¡Contempla la sangre más suave! ¡Karthada te da tu flor!” "¡Consume tú mismo el sacrificio en tus fauces de llama, oh padre y madre, oh tú dios y diosa! ¡Oh padre y madre, oh tú padre e hijo, oh tú dios y diosa! ¡Voraz creador! Ardiente hambre, rugiente...’. Y aparece el gran templo del dios Moloch, donde, ante una multitud de adoradores que sostienen llamas ardientes en las manos, tiene lugar el sacrificio: el pontífice Karthalo arroja a los niños al vientre de la estatua monumental del dios Moloch, guardián del templo, como víctimas sacrificiales, para inmolarlos ante el furioso creador, de cuya boca sale una llamarada de humo. Se trata de una de las escenas más conocidas y dramáticas de la que se considera una de las películas más famosas del cine mudo italiano, Cabiria, dirigida en 1914 por Giovanni Pastrone y con guión de Gabriele d’Annunzio. Hoy, una copia de aquella estatua, que no era más que un horno de bronce en forma de monstruo alado con tres ojos, grandes orejas, una enorme boca abierta y cuernos de diablo, custodia, como un espeluznante guardián, la gran Sala del Templo del Museo Nacional del Cine de Turín, pieza central del museo alojado en la Mole Antonelliana.

La estatua del dios Moloch utilizada para el kolossal de Pastrone, rodado en las fábricas de Itala Film a lo largo de la Dora Riparia, y cuyo título fue ideado por el propio D’Annunzio, implicado en la película por el propio Pastrone, que le habló de un “proyecto de buen provecho y mínima perturbación” (Cabiria, un “nombre que evoca demonios volcánicos”, como escribió el poeta, es precisamente una de las muchachas elegidas como víctima sacrificial a Moloc), se inspiró, al igual que toda la escenografía, en el arte de la antigüedad mesopotámica, fenicia, griega y egipcia, dada la presencia en la ciudad del Museo Egipcio, que sin duda pudo servir de importante inspiración a los escenógrafos Luigi Romano Borgnetto y Camillo Innocenti. Es difícil no pensar, por ejemplo, en las representaciones de Pazuzu, el demonio de los vientos de la mitología babilónica, portador de tormentas, representado como un ser alado con cabeza de perro, similar a la de Moloch en Cabiria. La inspiración también debió de venir de la literatura: la novela Salammbô de Gustave Flaubert habla de un Moloch descrito como un ídolo de bronce con “enormes brazos” y “largas alas” que “descendían para hundir sus puntas en las llamas”, con los pies apoyados en una “piedra redonda”. También en la novela Cartago en llamas , de Emilio Salgari, “Molok” es un ídolo de bronce que devora vírgenes y niños entre las llamas.

Casi parece que el coloso cobre vida en cualquier momento en la Sala del Templo, donde Moloch está sentado en una especie de trono y encadenado por las muñecas a la pared. Resulta difícil relajarse con semejante presencia custodiando las cómodas chaise longues rojas situadas en el centro de la sala, en las que se invita a los visitantes a tumbarse para disfrutar de las películas proyectadas (pues se trata, en efecto, de una sala de cine dentro de un museo). Desde aquí, siempre bajo la mirada de la estatua, los visitantes acceden a la rampa helicoidal que sube, desenrollándose como una película, hacia la cúpula de la Mole: una vez arriba, se puede admirar la Sala del Templo desde arriba, desde otra perspectiva.

Pero, ¿por qué la sala central del Museo Nacional del Cine ha decidido dedicar tanto espacio al temible Moloch? La institución ha mencionado a menudo que Cabiria es uno de los iconos del cine italiano, y ha hecho todo lo posible por preservar su memoria: hoy en día, el Museo Nacional del Cine posee la mayor colección del mundo de objetos y documentos sobre la película. En 2001, el museo adquirió los guiones originales, contratos, cartas entre D’Annunzio y Pastrone y documentos del Fondo Pastrone, tras lo cual inició una restauración de la película encargada a Prestech Film Laboratories de Londres en 2004, que finalizó en 2006: Abarcó tanto la versión muda de 1914 como la sonora de 1931, y la restauración de la versión de 1914 se estrenó durante los Juegos Olímpicos de Turín, tras lo cual realizó una gira mundial de ocho etapas. Además, al haber sido rodada en Piamonte, es una película profundamente ligada a la región.

Visitar el Museo del Cine de Turín, fundado por Maria Adriana Prolo como lugar de recogida y acumulación de máquinas y materiales cinematográficos que constituyen el patrimonio original del museo (sin embargo, es desde 1995 cuando el museo tiene su sede oficial en la Mole Antonelliana), permite así realizar un profundo viaje también al corazón de monumentos igualmente inolvidables: las grandes películas del cine italiano como Cabiria.

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