Los templos de las tinieblas: sobre el neoclasicismo de Étienne-Louis Boullée

En vísperas de la Revolución Francesa, antes de la caída de las cabezas de María Antonieta y Luis XVI, se percibe en toda Francia el deseo de nuevos valores morales en la sociedad y en las distintas artes. Con el fin del estilo barroco, para el artista, el nuevo canon del gusto es la razón. Por ello, las grandes civilizaciones del mundo antiguo, especialmente griegos y romanos, son tomadas como modelos ideales en la vida, la literatura y el arte. En las disciplinas pictóricas, los revolucionarios franceses y los artistas de la revolución se ven a sí mismos como griegos redivivos, ya que sus obras pretenden transmitir el sabor de la grandeza antigua. A partir del espíritu de la revolución, el periodo de la Ilustración y el renacimiento griego de las obras clásicas, se desarrolló un estilo totalmente nuevo en el arte y la arquitectura: el Neoclasicismo, que adquirió carácter en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera década del siglo siguiente. La corriente del Neoclasicismo marcó también el inicio de la apertura de nuevos espacios expositivos en los que se colocaban esculturas antiguas: el propósito de las exposiciones pasó a ser evocar los mismos espacios que ocupaban originalmente las obras. Mientras que la cultura clasicista renacentista proponía las obras de los escritores griegos y latinos como cánones a seguir para determinar un canon objetivo de belleza, la cultura neoclásica se caracteriza por la recuperación de las formas clásicas en las que inspirarse para buscar la perfección, con una nueva sensibilidad hacia las artes.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, las propuestas presentadas a la atención de los concursos promovidos por laAccademia di San Luca de Roma manifestaban una aspiración a realizar proyectos de dimensiones grandiosas y una predilección por las formas geométricas elementales. Las nuevas ideas representan un elemento crucial en la producción arquitectónica de la época, contribuyendo significativamente a perfilar los nuevos rumbos de la arquitectura a nivel internacional. No más tarde de 1750, los alzados titánicos se convirtieron también en un elemento recurrente de la producción neoclásica francesa. En este contexto, entre los arquitectos más influyentes de la época destaca el nombre de Étienne-Louis Boullée (París, 1728 - 1799). Marcado por la evolución de las ideas científicas y filosóficas del artista, el Neoclasicismo condujo a Boullée a la realización de proyectos visionarios basados en la sociedad-ciudad ideal y en el concepto de utopía arquitectónica. El artista-arquitecto consiguió dar vida a estructuras neoclásicas que conllevan cánones estéticos precisos: orden arquitectónico clásico, simetría de las formas geométricas y majestuosidad de los espacios ilustrados. Aunque de carácter grandioso e imponente, sus creaciones poseen tal envergadura que, desgraciadamente, siguen siendo proyectos no realizados hasta nuestros días. Fue a partir de la unión de estos elementos que Boullée, seguido por el arquitecto Claude-NicolasLedoux (Dormans, 1736 - París, 1806), logró crear un estilo nunca antes visto:la Arquitectura Enterrada. Una arquitectura titánica y evocadora que basa su construcción en el recuerdo de los monumentos funerarios clásicos y egipcios, como se aprecia en el Cenotafio egipcio: Elevación en perspectiva de 1786, o incluso inspirada en las primeras catacumbas cristianas, como en la Sección de un plano de cementerio para la ciudad de Chaux de Ledoux de 1785, exaltando su grandeza para reinterpretarla en una nueva arquitectura monumental.

No menos importante, en 1785 Pierre François Léonard Fontaine presentó su ilustración con rasgos faraónicos titulada Un monumento sepulcral para los reyes de un gran Imperio, también un proyecto visionario y utópico basado en la arquitectura funeraria egipcia.

El interés de Boullée y de los demás arquitectos residía en despojar a sus edificios de toda ornamentación dieciochesca, declarando que la única función decorativa permitida debía ser la sombra y la luz generadas por las formas geométricas que envolvían las estructuras. Para que las obras de la arquitectura revolucionaria transmitan el impacto evocador y la profunda reverencia por la grandeza y majestuosidad de las estructuras de las civilizaciones antiguas, Boulléprofundiza en los espacios oscuros de las pirámides, las necrópolis y las tumbas que, en el pasado, sólo eran accesibles a la luz de las antorchas, ya que eran a la vez lugares de enterramiento o lugares sagrados y, por tanto, estaban deliberadamente envueltos en la oscuridad, así como lugares de reunión para servicios religiosos y lugares de oración. El propósito de estos espacios era permanecer alejados de la luz solar para que nadie pudiera encontrarlos, como las primeras catacumbas cristianas. La investigación sobre la luz también dio lugar a la Arquitectura de las Sombras: basada en el juego de luces ysombras, confiere a las estructuras ilustradas un carácter aún más oscuro, lejano y enigmático.Las vistas interiores de la Metrópolis en la época del Corpus Christi en 1781 (inspiradas en el cuadro de Hubert Robert de 1773 El hallazgo del Laocoonte ) y el famoso Cenotafio de Newton, seguramente la ilustración más famosa de toda la carrera de Boullée, son claros ejemplos de ello.

En particular, el diseño del Cenotafio de Newton pretendía suscitar sensaciones a la vez grandiosas e inquietantes en el observador enfrentado a un espacio concebido para reproducir la inmensidad del universo. La cavidad ciclópea dentro del cenotafio, según el estudio de Boullée, contendría el sarcófago conmemorativo con los restos de Isaac Newton, y podría ofrecer diferentes visiones cósmicas durante el día y la noche. Esto permitiría recrear un modelo en miniatura del universo, cuya dinámica fue descubierta por Newton a través de su ley de gravitación universal.

Para la realización de la luz en sus proyectos, el arquitecto recurrió al recuerdo de los efectos que la luz natural produce en los espacios abiertos, anticipándose en cierto modo a la corriente impresionista, centrada en el estudio de la luz y sus reflejos en cuadros realizados en plein air. Casi como un precursor de Monet, Boullée analiza el misterioso efecto de la niebla en los bosques que solía frecuentar durante su juventud, y la luz de la luna del cielo estrellado. En efecto, afirma que los efectos de la luz misteriosa producen un conjunto majestuoso, conmovedor y magníficamente mágico. Para lograr el carácter de tal composición, decide tomar el invierno como punto de referencia, ya que, a diferencia del verano y la primavera, representa la estación más oscura, una estación que congela el mundo. Los bosques permanecen desnudos, ocupados únicamente por los esqueletos de los árboles ya secos. Sobre el papel, la representación de los efectos de la luz son opacos y fríos, devolviendo a la arquitectura los rasgos sombríos y decisivos que consiguen realzar las formas geométricas esenciales sin ornamentación. La arquitectura revolucionaria y visionaria de Boullée ofrece así una distorsión de la herencia de la antigüedad clásica, que adquiere simultáneamente un profundo significado ético y evocador, enriquecido por fervientes impulsos simbólicos y visionarios.

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