Cuando un estadounidense restauró Las Meninas de Velázquez


En 1984, el estadounidense John Brealey restauró la obra más famosa de la pintura española, Las Meninas de Velázquez, no sin polémica. Exactamente cuarenta años después, el Prado recuerda aquel momento seminal.

Cuarenta años sin perder su brillo. Las Meninas de Diego Velázquez (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660), el cuadro más famoso de la pintura española de todos los tiempos e icono del Museo Nacional del Prado, conserva intactos la luminosidad y los colores recuperados durante la última restauración, realizada en 1984 por el artista británico John Brealey (Londres, 1925 - Nueva York, 2002). Se trata de un éxito indiscutible, que hoy está a la vista del público. En su momento, sin embargo, la delicada operación de limpieza del cuadro, encomendada al entonces jefe del departamento de restauración del Metropolitan Museum de Nueva York, suscitó gran perplejidad en España, generando una auténtica polémica mediática e incluso encendidas protestas dentro y fuera del museo.

El escándalo de un restaurador extranjero

Con motivo del aniversario del 14 de mayo (fecha en que comenzaron las obras de restauración), el Prado reunió en una mesa redonda a algunos de los protagonistas del asunto, que, casualmente, ocupan ahora puestos destacados en el gran museo español. En 1984, John Brealey fue elegido por la dirección del Prado y el Patronato (una especie de junta directiva, formada por historiadores del arte, mecenas y personalidades ilustres) con el aval del Ministerio de Cultura, que entonces controlaba la gestión del museo, que hoy, sin embargo, goza de un estatuto con mayor autonomía.

“En aquellos meses”, cuenta Javier Solana, en 1984 ministro de Cultura y desde 2019 presidente del Real Patronato del Prado, "Felipe González me dejó libertad para decidir qué era lo mejor para Las Meninas, a sabiendas, sin embargo, de que las consecuencias de mi elección podrían haber comprometido también la estabilidad del Gobierno". A los españoles no les gustaba nada la idea de que un restaurador extranjero pusiera la mano, literalmente, en la obra maestra de Velázquez. El año anterior -continúa Solana-, con el entonces director del museo, Alfonso Pérez Sánchez, persona culta y sabia, reflexionamos largamente sobre la necesidad de restaurar Las Meninas. Ambos estábamos convencidos de que era necesario hacerlo y de que era imprescindible confiar la obra al mejor especialista del mundo, que en aquel momento era John Brealey, del Met’. La elección fue acertada y, desde entonces, las relaciones entre el Prado y el Metropolitan Museum de Nueva York han sido siempre excelentes, con una colaboración mutua y fructífera.

El recuerdo del asunto también está vivo en la memoria de Enrique Quintana, que participó en la restauración durante aquellos meses y ahora es coordinador jefe de los talleres del Prado. “¡En mayo de 1984, muchos titulares abrieron con la noticia del escándalo de un americano llamado a Madrid para restaurar la obra maestra de la pintura española! En realidad, ni a la gente corriente ni a los intelectuales les gustó el encargo: ”Los profanos -continúa Quintana- temían incluso que el algodón utilizado para la limpieza privara al lienzo de sus colores originales; a las puertas del museo, entonces, había todos los días grupos de estudiantes de Bellas Artes protestando contra el americano, que destrozaría la obra.

“En realidad”, concluye Quintana, “la elección de Brealey no sólo resultó ser la mejor desde el punto de vista profesional, también teniendo en cuenta el excelente estado del lienzo. Para todos nosotros fue una oportunidad increíble de crecimiento y formación”. Gracias también a las enseñanzas de Brealey (que posteriormente estuvo varias veces en Madrid para impartir cursos de actualización a colegas españoles) hoy, de hecho, el Prado cuenta con uno de los mejores talleres de restauración del mundo, que trabaja en obras propias y de museos de toda Europa.

Diego Velázquez, Las Meninas (1656; óleo sobre lienzo, 318 x 276 cm; Madrid, Museo del Prado)
Diego Velázquez, Las Meninas (1656; óleo sobre lienzo, 318 x 276 cm; Madrid, Museo del Prado)
Las Meninas de Velázquez antes de la restauración
Las Meninas de Velázquez antes de la restauración
El Rey Juan Carlos entrega la Medalla de Bellas Artes al restaurador John Brealey
El Rey Juan Carlos entrega la Medalla de Bellas Artes al restaurador John Brealey

Cronología de una restauración

A pesar de la controversia, Brealey aceptó el arriesgado encargo, pero rechazó cualquier pago, declarando que “nadie puede cobrar si va al cielo”. El viaje y el alojamiento corrieron a cargo de un donante anónimo, mientras que los costes de la restauración fueron financiados por Hilly Mendelsshon, una judía sefardí nacida en Berlín y agradecida a los españoles por su ayuda durante la Segunda Guerra Mundial.

La primera fase de limpieza duró “sólo” tres semanas, del 14 de mayo al 6 de junio de 1984, y fue realizada exclusivamente por Brealey. Durante 1982, un equipo del museo, en colaboración con la Universidad de Harvard, completó un minucioso estudio técnico del lienzo de Velázquez, utilizando rayos X, reflectografía infrarroja y análisis químico de los pigmentos. La buena conservación de la capa pictórica y la perfecta adherencia al soporte, así como la ausencia de daños graves, facilitaron la labor de eliminación de un espeso barniz resinoso de color amarillento y opaco, que ocultaba el cromatismo original de Velázquez. La segunda parte de la restauración se encomendó a un grupo de jóvenes expertos del museo (Rocío Dávila, María Teresa Dávila, Clara Quintanilla y el citado Enrique Quintana), que trabajaron en la reintegración de los desperfectos, la unificación de los tonos y el ligero retoque de las zonas más dañadas del lienzo. En septiembre de ese mismo año, Brealey regresó a Madrid para dar la última mano de barniz al lienzo. Pero, para entonces, las protestas habían amainado: desde finales de julio, la obra maestra de Velázquez se exponía temporalmente en la sala 74 y el público ya había podido comprobar el resultado positivo de la restauración.

Instalación especial de Las Meninas tras la restauración del 84 en la sala 74
Exposición especial de Las Meninas tras la restauración del 84 en la sala 74
Los protagonistas de la restauración de 1984: de izquierda a derecha, Clara Quintanilla, Enrique Quintana, Rocío Dávila y Maite Dávila, responsables de la restauración tras la limpieza realizada por John Brealey.
Los protagonistas de la restauración de 1984: de izquierda a derecha, Clara Quintanilla, Enrique Quintana, Rocío Dávila y Maite Dávila, responsables de la restauración tras la limpieza realizada por John Brealey
Momentos de la restauración de 1984
Momentos de la restauración de 1984

Enigma y fascinación de una obra maestra

Desde 1984 hasta la actualidad, el gran lienzo que representa La familia de Felipe IV, más conocido como Las Meninas, brilla con luz propia en la sala 12, en la primera planta del edificio Villanueva. En la obra, pintada en 1656, cuatro años antes de su muerte, Diego Velázquez se representa a sí mismo en primer plano, vestido de caballero de la Orden de Santiago, concentrado en la pintura y mirando al frente, más allá del lienzo. Por este y otros muchos detalles, Las Meninas sigue siendo una de las obras maestras más fascinantes y enigmáticas, más copiadas y citadas de toda la historia del arte.

Con motivo del 40 aniversario de la restauración, Javier Portús, conservador jefe de pintura española del Prado y uno de los mayores expertos en Velázquez, destacó “el valor simbólico del lienzo y el interés que despertó la obra en los siglos posteriores, estableciendo un intenso diálogo con artistas españoles y extranjeros, hasta la época contemporánea, que reconocieron en el cuadro una gran máquina de representación”. Empezando por Goya, que imitó al maestro sevillano retratándose como él en La familia de Carlos IV, un gran lienzo expuesto en el Prado no lejos de la sala de Las Meninas; pasando por los impresionistas franceses, embelesados por la luz naturalista de los lienzos de Velázquez; hasta Picasso, que en los años 50 realizó el famoso ciclo de Las Meninas, hoy en Barcelona.

El Periplo en las salas del Prado

Por último, el aniversario de la restauración es una oportunidad para recorrer las distintas ubicaciones del famoso cuadro en el Museo del Prado, inaugurado en noviembre de 1819. Originalmente, Las Meninas figuraba entre los cuadros de la Escuela Española, en una sala del extremo norte del edificio; en 1864 se trasladó a la galería central, en el primer piso. Entre 1899 y 1900 (con motivo del tercer centenario del nacimiento de Velázquez), la sala de la basílica se convirtió en una sala monográfica de Velázquez, con una museografía moderna y cronológica y cuadros expuestos de forma individualizada. “En un lateral de la sala basílica”, explica Javier Portús, "se abre otra pequeña sala cuadrangular, con ventana y luz natural, para exponer Las Meninas, con un espejo que permite sumergirse visualmente en la escena“. El acceso a esta sala, que se cerrará por razones de estabilidad e inadecuadas condiciones de conservación, adquiere pronto un aura casi sagrada: se convierte en una especie de santuario donde admirar de cerca la obra maestra, quitándose el sombrero en señal de respeto”. Este hecho acrecentó con el paso de los años el estatus mítico de Las Meninas, el extraordinario valor simbólico que sigue rodeando a una de las obras más admiradas del Prado.

Llegaron entonces los años de la Guerra Civil y, en diciembre de 1936, Las Meninas, junto con otros muchos cuadros del Prado, abandonaron Madrid para viajar primero a Valencia, luego a Cataluña y finalmente a Suiza en la comitiva del gobierno en el exilio de la República. Tras una gran exposición en el Museo de Ginebra en 1939, las obras maestras del Prado regresaron por fin a la capital española y, desde entonces, Las Meninas nunca han abandonado la sala 12 del museo, donde siguen estando, atrayendo a miles de visitantes cada día.


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