Urbino siempre ha estado entre nuestros destinos a visitar y aprovechamos la oportunidad hace unos días, ya que nos encontrábamos en sus proximidades.
Digamos que las condiciones meteorológicas no eran muy favorables: nos recibió una “ventisca” de lluvia, viento y frío casi de pleno invierno, pero no nos desanimamos. :)
Un halo de misterio reinaba sobre toda la Piazza Rinascimento, la más importante y pintoresca de la ciudad: nos sentíamos como catapultados al plató de una película de cine negro.
Armados con nuestros paraguas en perfecto estilo “cantar bajo la lluvia”, decidimos dirigirnos al Palacio Ducal de la ciudad, sede de la Galleria Nazionale delle Marche, y de allí no salimos hasta bien entrada la noche. Sí, porque incluso cenamos dentro del Palacio Ducal, ¡pero de eso hablaremos más adelante! :)
Urbino, Piazza Rinascimento bajo la tormenta |
El patio del Palacio Ducal |
Como ya hemos mencionado, el Palacio alberga las maravillosas salas de la Galleria Nazionale delle Marche, donde se exponen obras de numerosos artistas locales y extranjeros, lo que convierte a la Galleria en uno de los museos más importantes de Italia. El palacio fue la sede del antiguo señorío de Montefeltro, en particular del célebre Federico, a quien famosos artistas dedicaron retratos. Uno de ellos se encuentra aquí mismo: es el de Pedro Berruguete, el “Retrato de Federico con su hijo Guidobaldo”, que durante una visita a la Galería encontrará cerca de la Capilla de Federico da Montefeltro y de su famoso Studiolo, donde el Duque se deleitaba leyendo y estudiando. De hecho, sus intenciones incluían un modelo renacentista en el que la virtud militar iba acompañada de la sabiduría. Una maravilla sobrecogedora que aparece en todos los manuales de historia del arte, pero que en persona transmite una gran emoción, tanta que uno se queda embelesado ante estas paredes forradas de incrustaciones de madera con representaciones cuidadosamente detalladas y retratos de Hombres Ilustres que parecen mirarte desde lo alto.
Pero esta no es la única sala que deja al visitante hechizado ante tanta belleza: de hecho, hay una sala que alberga dos de las obras más bellas de Piero della Francesca: la Virgen de Senigallia y la Flagelación, esta última de significado aún incierto.
Ante estas obras, permanecimos en absoluto silencio admirando la finura de los detalles, los reflejos que se vislumbraban en las ropas y las joyas de los personajes de los cuadros, e intentando atisbar en las miradas de los personajes casi como si quisieran hacernos contar las historias que esconden y recordarnos el significado de las pinturas. Todo contribuye a que esta sala resulte fascinante: en la penumbra de toda la sala, destacan las dos obras, iluminadas por una luz cálida y envolvente.
Otra obra maestra a la que se dedica una sala entera es la famosa "Ciudad ideal", obra en la que la perspectiva culmina en su máxima expresión.
El studiolo de Federico da Montefeltro |
Ilaria contempla la Flagelación de Piero della Francesca |
La sala de la Ciudad Ideal |
La predela de Paolo Uccello |
Un palacio, por tanto, que alberga grandes obras maestras de la historia del arte, como las que acabamos de mencionar, además de obras de Paolo Uccello, como la “Profanación de la Hostia”, de Tiziano, Federico Barocci, Luca Signorelli, Giovanni Santi, padre de Rafael, o del propio Rafael, nacido en Urbino, como el “Retrato de una dama (La Muda)”, este último lamentablemente no presente porque ha sido trasladado para una exposición. Un palacio que narra la vida cotidiana de uno de los más grandes señoríos del Renacimiento: durante la visita podemos ver la disposición de las grandes y numerosas habitaciones que en su día habitó la familia Montefeltro; incluso podemos ver la alcoba del Duque. Y si quieres seguir descubriendo las estancias del Palacio Ducal de Urbino, no dudes en visitar las salas subterráneas: encontrarás la cocina, el baño, el lavadero, la neviera, las caballerizas... un detalle que encontramos a la entrada de las caballerizas, pero que también observamos paseando por la ciudad, es la continua presencia de extraños escalones de piedra muy empinados, quizás para facilitar el paso de los caballos.
Como decíamos, ¡también cenamos en el Palacio Ducal! ¿Dónde? ¡En el restaurante del Palacio que da al Cortile d’Onore! Aquí se pueden degustar las especialidades típicas de la ciudad: nosotros optamos por probar la crescia sfogliata, una especie de piadina que, como su nombre indica, es “hojaldrada”. Puede degustarla en la versión tradicional con verduras y queso o en la versión con embutidos y queso. ¡Le recomendamos ambas! :)
Pero antes de abandonar la ciudad, es imprescindible admirar la espléndida fachada del Palacio Ducal, con sus características torrecillas, que se ha convertido, podría decirse, en uno de los símbolos de Urbino.
Con gran pesar, dejamos esta maravillosa ciudad con la promesa de que algún día volveremos para visitarla mejor, porque realmente se lo merece. Esperando que esta vez el tiempo sea más clemente.
La fachada de las torrecillas del Palacio Ducal de noche, bajo la lluvia |
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