Museos Vaticanos, qué ver: los museos de los Papas en 10 pasos


Qué ver en los Museos Vaticanos, el gran complejo museístico de los Papas: un itinerario en 10 pasos.

Los Museos Vaticanos no sólo son uno de los complejos museísticos más conocidos y visitados del mundo, sino que son un cofre del tesoro donde se guardan cuidadosamente algunas de las mayores obras maestras de la historia del arte. La lista de obras de arte imperdibles que se pueden admirar en este auténtico símbolo de belleza reconocido en todos los rincones del planeta es realmente larga, y para comprender su importancia basta decir que entre las miles de maravillas que se conservan en el interior de los Museos Vaticanos “también” se encuentra la Capilla Sixtina. La colección de los Museos Vaticanos, por otra parte, es realmente enorme y muy rica, dado que está formada por lo que han ido recogiendo los papas a lo largo de los siglos. Los propios Museos Vaticanos son una gigantesca y maravillosa obra de arte que serpentea por la Ciudad del Vaticano ocupando gran parte del gran patio del Belvedere y que puede presumir de una historia muy larga y rica. La fundación de los Museos Vaticanos se remonta a 1506, cuando el Papa Julio II instaló la colección de esculturas (entre ellas elApolo del Belvedere y el Laocoonte) en el Cortile delle Statue (más tarde transformado en el actual Cortile Ottagono), mientras que están abiertos al público desde 1771. En la actualidad, casi 7 millones de turistas los visitan cada año y quedan encantados con las obras de Miguel Ángel, Giotto, Leonardo, Rafael, Caravaggio y muchísimos otros. Los Museos Vaticanos tienen un nombre plural porque en realidad son un complejo de museos diferentes. He aquí 10 visitas imprescindibles durante una visita, quizá repartida en varios días, ya que los museos son muy grandes.

1. Pinacoteca Vaticana

Un compendio de lo mejor de la pintura italiana: de Giotto a Beato Angelico, de Melozzo da Forlì a Perugino y Rafael, de Leonardo a Tiziano, Veronese, Caravaggio y Crespi. Estos son sólo algunos de los maestros de la historia del arte cuyas obras se conservan en la extraordinaria Pinacoteca Vaticana, situada en un edificio construido en los años 30 por el Papa Pío Xii n una parte del Jardín Cuadrado del siglo XIX, aislada y completamente rodeada de avenidas. Una ubicación elegida no por casualidad para garantizar las mejores condiciones de iluminación en relación tanto con la correcta conservación de las obras como con su óptima valorización estética. Los orígenes de la Pinacoteca Vaticana, en cambio, son mucho más antiguos, ya que se remontan al siglo XVIII, con una colección que ha ido creciendo año tras año hasta alcanzar su núcleo actual de unas 460 pinturas, dispuestas en las dieciocho salas según criterios de cronología y escuela, desde los llamados Primitivos (siglos XII-XIII) hasta el siglo XIX.

Pinacoteca Vaticana
Pinacoteca Vaticana

2. Salas de Rafael y Logia

Las cuatro Estancias de Rafael (Stanza della Segnatura, Stanza di Eliodoro, Stanza dell’Incendio di Borgo, Sala di Costantino) formaban parte de un piso de la segunda planta del Palacio Apostólico elegido como residencia por el Papa Julio II della Rovere. Bordeando el piso papal se encuentra en cambio el complejo de las Logias de Rafael, que comprenden tres salas en otros tantos pisos del Palacio Apostólico que fueron pintadas al fresco según el diseño de Rafael por su taller. La más famosa es sin duda la del segundo piso, donde hay un ciclo de frescos con decoraciones e historias bíblicas y grotescas que datan de entre 1517 y 1519. Aquí todos los pilares y paredes presentan una decoración de estuco y fresco con figuras relacionadas principalmente con temas mitológicos, mientras que otras reproducen obras de arte famosas, como el Torso del Belvedere, el San Jorge de Donatello y el Jonás de Lorenzetto en la Capilla Chigi, esculpidos quizá según un diseño del propio Rafael; otras están relacionadas con acontecimientos contemporáneos del Papa y su corte. Bajo las bóvedas hay cuatro pisos rodeados de marcos de estuco de diversas formas.

Sala de firmas
Sala de firmas

3. La Capilla Sixtina

Cuando se habla de la Capilla Sixtina, la primera imagen que viene a la mente es seguramente la del Juicio Final de Miguel Ángel, pero en éste, uno de los lugares más místicos de toda la Cristiandad, cada rincón es una auténtica obra maestra. La Capilla Sixtina, lugar donde se celebra el cónclave para la elección del nuevo pontífice, debe su nombre al Papa Sixto IV della Rovere, quien mandó renovar la antigua Cappella Magna entre 1477 y 1480. La decoración de las paredes, del siglo XV, fue realizada por maestros como Pietro Perugino, Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli. En la bóveda, Pier Matteo d’Amelia pintó un cielo estrellado, mientras que Miguel Ángel Buonarroti comenzó a trabajar en la Capilla Sixtina en 1508 por encargo del Papa Julio II della Rovere. Buonarroti pintó la bóveda y, en la parte superior de las paredes, los lunetos durante cuatro años consecutivos. A finales de 1533, Clemente VII de Médicis encargó a Miguel Ángel que modificara aún más la decoración de la Capilla Sixtina pintando el Juicio Final en la pared del altar, borrando los frescos del siglo XV del retablo con la Asunción de la Virgen entre los Apóstoles y los dos primeros episodios de las historias de Moisés y Cristo, pintados por Perugino.

Capilla Sixtina. Foto de Antoine Taveneaux
Capilla Sixtina. Foto de Antoine Taveneaux

4. Colección de arte moderno

Además de obras maestras y símbolos del Renacimiento e hitos de la historia del arte, los Museos Vaticanos albergan una extraordinaria sección dedicada al arte moderno y contemporáneo. Se trata de un puente a través de los siglos fuertemente deseado por Pablo VI, que quiso así sentar las bases de un nuevo diálogo entre la Iglesia y la cultura contemporánea. Así nació, a principios de los años setenta, esta colección que abarca desde finales del siglo XIX hasta finales del XX, reuniendo obras de pintura, escultura y gráfica donadas a lo largo de los años por artistas, coleccionistas e instituciones privadas y públicas. Hasta la fecha, más de 8.000 obras componen la colección y una selección de ellas se expone al público, a lo largo de un itinerario que serpentea desde el Apartamento Borgia hasta la Capilla Sixtina. Son muchos los grandes maestros de los dos últimos siglos cuyas obras pueden admirarse en el corazón de los Museos Vaticanos: de Vincent van Gogh a Francis Bacon, de Marc Chagall a Carlo Carrà, pasando por Giorgio de Chirico, Giacomo Manzù, Giuseppe Capogrossi, Lucio Fontana, Alberto Burri, Henri Matisse y muchos otros.

Colección de Arte Moderno
Colección de Arte Moderno

5. Museo Pío Clemente

El Museo Pío Clemente alberga la principal colección de escultura clásica del pontífice y tiene una historia muy antigua, que se remonta al siglo XVI. El núcleo original fue el llamado “Patio de las Estatuas” del Papa Julio II, pero fue entonces, en la segunda mitad del siglo XVII, cuando las colecciones pontificias se incrementaron tanto a través de excavaciones en el territorio romano y del Lacio como de adquisiciones a coleccionistas o anticuarios, convirtiéndose finalmente en un museo público con la tarea de proteger y conservar estos importantes artefactos. Ya en aquella época, el museo constaba de salas de exposición que albergaban magníficas esculturas antiguas que también acabaron en el punto de mira de Napoleón, quien, en 1797, obtuvo las principales obras maestras del museo con el Tratado de Tolentino, y sólo después del Congreso de Viena, y gracias a los esfuerzos incluso de Antonio Canova, éstas fueron casi todas recuperadas y devueltas a su lugar dentro de la Ciudad del Vaticano.

Museo Pío Clemente
Museo Pío Clementino

6. Museo Gregoriano Egipcio y Museo Gregoriano Etrusco

Encargados por el Papa Gregorio XVI e inaugurados en la década de 1830, los dos museos gregorianos, el Egipcio y el Etrusco, son dos perlas por la cantidad y calidad de las piezas que albergan. El Museo Gregoriano Egipcio cuenta con nueve salas y su colección investiga principalmente la relación entre Roma, su imperio y el antiguo Egipto. También hay numerosas obras egipcias de manufactura romana, que dan testimonio de cómo estas antiguas culturas se fusionaron y confluyeron, como es el caso de los hallazgos procedentes del espléndido escenario que fue la villa de Adriano en Tívoli. El Museo Gregoriano Etrusco, por su parte, fue uno de los primeros dedicados expresamente a las antigüedades etruscas, reuniendo numerosos objetos recogidos en algunas de las ciudades más importantes de la antigua Etruria, entonces incluida en el territorio del Estado Pontificio. Todas estas obras documentan el alto grado de especialización de la artesanía etrusca y la finura de su arte, pero también constituyen una importante herramienta para trazar la larga historia de este pueblo desde la Edad del Hierro hasta su progresiva y definitiva incorporación a la estructura del Estado romano.

Museo Gregoriano Egipcio
Museo Gregoriano Egipcio

7. Museo Pío Cristiano

El Museo Pío Cristiano recoge importantes testimonios de las comunidades cristianas de los primeros siglos. Una contribución fundamental al desarrollo y a la creación del Museo Pío Cristiano fue la de la Comisión Pontificia de Arqueología Sacra que, desde mediados del siglo XIX, se encargó de sacar a la luz y recoger los numerosos objetos, sobre todo esculturas y epígrafes, desenterrados de las catacumbas romanas, pero no sólo. En la actualidad, el Museo Pío Cristiano consta de dos grandes secciones: la más importante es sin duda la que incluye los monumentos arquitectónicos, escultóricos y mosaicos, y que destaca sobre todo por su espléndida colección de sarcófagos. No menos fascinante es la sección que recoge el material epigráfico, subdividido por épocas y temas. Se trata, sin embargo, de una sección de alto contenido especializado y documental, por lo que sólo está abierta a los estudiosos de este periodo histórico concreto, que pueden acceder a ella previa solicitud.

Museo Pío Cristiano
Museo Pío Cristiano

8. Museo Chiaramonti

El Museo Chiaramonti lleva bien impresa en su organización y en su colección la mano de uno de los grandes de la escultura mundial: Antonio Canova. El Museo Chiaramonti está situado en la logia que unía el Palazzetto di Belvedere con los Palacios Vaticanos y debe su nombre al Papa Pío VII Chiaramonti, pero es sobre todo testigo mudo de un importante giro para las colecciones vaticanas, giro que va de la mano de la fortuna del Museo Pío Clementino. La colección de esculturas clásicas que albergaba este último museo pasó a la Francia de Napoleón en 1797 con el Tratado de Tolentino y sólo después del Congreso de Viena volvieron a Roma las obras más importantes. Entretanto, sin embargo, una vasta campaña de adquisiciones dio lugar a la creación del nuevo museo a partir de 1806. Los criterios de disposición fueron dictados por el propio Canova, que pretendía presentar juntas las “tres artes hermanas”: la escultura, en las obras antiguas expuestas; la arquitectura, en las ménsulas obtenidas de antiguos marcos arquitectónicos; y la pintura, en los frescos. Estos últimos fueron ejecutados por jóvenes artistas de la época a expensas del propio Canova.

Museo Chiaramonti
Museo Chiaramonti

9. Los Palacios Vaticanos

Durante siglos centro del mundo eclesiástico, los Palacios Vaticanos son un antiguo complejo que no sólo alberga importantes obras maestras en su interior, sino que con su austera belleza son en sí mismos. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo IX, cuando alrededor de la antigua Basílica de San Pedro se erigía una ciudadela fortificada por las murallas ordenadas por León IV, la llamada “Ciudad Leonina”. El núcleo de los actuales palacios vaticanos, en cambio, se remonta a finales del siglo XIII y principios del XVI, cuando se construyeron algunos edificios en torno al patio cuadrado conocido como el Pappagallo. Sin embargo, la expansión más importante no llegó hasta el siglo XV, cuando se construyeron los Palazzi di Sisto, incluida la Capilla Sixtina, que toma su nombre de este papa, y los de Inocencio VIII, situados 300 metros al norte de la basílica vaticana. Julio II y su arquitecto Donato Bramante, por su parte, tuvieron la idea de conectar los dos núcleos de palacios construidos por sus predecesores mediante dos cuerpos longitudinales que encerraban un grandioso patio dividido en tres niveles. Los papas de los siglos XVI y XVII continuaron y ampliaron los palacios vaticanos. En particular, fue Sixto V quien inició la construcción del edificio en el que reside actualmente el Papa y desde el que se asoma cada domingo a mediodía para bendecir a la multitud que se reúne en la plaza de San Pedro.

Palacios Vaticanos, Sala de Chiaroscuri
Palacios Vaticanos, Sala de los Chiaroscuri

10. Apartamento Borgia

El Apartamento Borgia fue la residencia del Papa Alejandro VI, el español Rodrigo de Borja y Doms, durante cuyo pontificado, que duró de 1492 a 1503, se descubrió América y se celebró el Gran Jubileo de 1500. El Apartamento Borgia consta de seis salas que hoy albergan parte de la Colección de Arte Contemporáneo de los Museos Vaticanos, pero que son en sí mismas obras de arte. De especial interés es la decoración pictórica de las estancias reservadas al pontífice, que corrió a cargo del pintor Bernardino di Betto, más conocido como Pinturicchio, uno de los máximos exponentes de la escuela umbriana de finales del siglo XV. Según muchos, la decoración del Apartamento Borgia constituye la cúspide de la brillante carrera de Pinturicchio, a quien el propio Alejandro VI encomendó también un vasto ciclo de frescos en el Castillo de Sant’Angelo, hoy perdido. Sin embargo, lo que hace aún más precioso el Apartamento Borgia no es sólo la mano de quien lo decoró, sino también la técnica empleada. El pintor sólo recurrió parcialmente a la pintura al fresco, alternándola con una técnica especial de pintura mixta revelada por la reciente restauración, más rápida y similar a la pintura seca sobre tabla.

Apartamento Borgia
Apartamento Borgia

Museos Vaticanos, qué ver: los museos de los Papas en 10 pasos
Museos Vaticanos, qué ver: los museos de los Papas en 10 pasos


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