El Museo Egipcio de Turín, fundado en 1824 por el rey Carlo Felice de Saboya, es una de las colecciones egipcias más prestigiosas del mundo fuera de El Cairo. Desde su creación, albergó las primeras antigüedades de la Colección Drovetti, adquiridas por el rey Carlo Felice. El edificio sufrió posteriormente ampliaciones y adaptaciones en el siglo XIX, pero no se abrió al público hasta 1832. Además de objetos egipcios, el museo también albergaba exposiciones de los periodos romano, prerromano y prehistórico, así como una sección dedicada a la historia natural. Con más de 30.000 objetos, recuperados entre 1903 y 1937 de las excavaciones arqueológicas realizadas en Egipto por Ernesto Schiaparelli y posteriormente Giulio Farina, ofrece una interesante visión de la antigua civilización egipcia. Entre sus tesoros destaca la Sala de las Estatuas, una impresionante muestra de esculturas monumentales, como la estatua de Ramsés II y la estatua sedente de Keops. El museo cuenta con una vasta colección de momias, entre ellas la de Kha y Merit, perfectamente conservadas junto con su ajuar funerario. La visita al museo recorre secciones temáticas que abarcan todos los aspectos de la vida egipcia, desde el arte hasta la religión, desde la vida cotidiana hasta la muerte. El Papiro de Artemidoro, un precioso documento astrológico, y el Papiro del Libro de los Muertos, con sus fórmulas para el viaje al más allá, son algunos de los documentos que dan cuenta de la espiritualidad y las creencias de los antiguos egipcios.
Además de las exposiciones, el museo también ofrece una experiencia multimedia con proyecciones, reconstrucciones virtuales y talleres interactivos, que permiten a los visitantes profundizar en su conocimiento del antiguo Egipto. La ubicación del museo, el Palacio de la Academia de Ciencias, ofrece un telón de fondo especialmente impresionante para la exhibición de las piezas. A lo largo de los años, el museo ha seguido ampliándose, con nuevas adquisiciones y proyectos de restauración que mantienen vivo el legado del antiguo Egipto. Por ello, hemos seleccionado las diez exposiciones imprescindibles del Museo Egipcio de Turín. ¿Cuáles son? Descubrámoslas juntos.
El Libro de los Muertos de Iuefankh es un documento deépoca helenística, escrito en papiro Cyperus. El manuscrito, fechado entre el 332 y el 30 a.C., fue descubierto en la región de Tebas y adquirido en la Colección Drovetti en 1824. Actualmente se encuentra en la sala 01, Cornisa 01. El Libro de los Muertos era una guía espiritual y un compendio de conjuros y fórmulas, concebidos para ayudar a los difuntos en su viaje por el más allá y asegurarles el paso al reino de los muertos. El texto contiene instrucciones detalladas sobre las prácticas rituales que deben seguirse durante el proceso de momificación, como invocaciones a los dioses para que ayuden al difunto en su viaje al más allá. Estas fórmulas mágicas se consideraban esenciales para proteger el alma del difunto de las trampas del inframundo y asegurar su vida eterna. Su descubrimiento y conservación representan un patrimonio cultural de raro valor, que permite preservar y estudiar una parte fundamental de la historia de Egipto.
La estatua de la deidad femenina, comúnmente conocida como laIsis copta, es una obra de arte tallada en piedra granodiorita. La estatua data del periodo del Nuevo Reino delantiguo Egipto, concretamente de la XVIII dinastía, una época de ferviente actividad artística y cultural. Está fechada entre 1539 y 1292 a.C., testigo de una época rica que configuró la conciencia religiosa del antiguo Egipto. Su identidad se asocia a menudo con Hathor o Isis, deidades veneradas en el antiguo panteón egipcio, símbolos de la fertilidad, el amor, la maternidad y la protección. La Isis copta encarna la esencia misma de la feminidad divina, con sus delicados rasgos que parecen escrutar el alma del observador. El origen de la escultura se remonta a Copto, una antigua ciudad de Egipto, o quizás al templo de Min, un importante dios egipcio asociado a la creación y la prosperidad. Adquisición de la estatua La Colección Donati adquirió la estatua, que ahora se encuentra en la Sala 01, en el zócalo 03.
La túnica plisada es una prenda antigua que data del periodo del Reino Antiguo de Egipto, concretamente entre 2435 y 2118 a.C.. La prenda fue hallada en Assiut y adquirida por Ernesto Schiaparelli, y representa un valioso hallazgo en la historia de la indumentaria humana. Confeccionada en lino, material habitual en el antiguo Egipto por su frescura y ligereza, esta túnica presenta pliegues o detalles plisados que le confieren un aspecto distintivo. La hechura plisada no sólo añade interés visual a la prenda, sino que también puede haber tenido fines prácticos, como facilitar el movimiento o regular la temperatura corporal en un clima caluroso como el de Egipto. La prenda, situada en la sala 02, vitrina 15, ofrece una visión de la moda y las técnicas textiles de la Antigüedad, destacando la artesanía del pueblo de Egipto en la creación de prendas funcionales y estéticamente agradables.
ElOstrakon, fragmento de piedra o cerámica utilizado como soporte para dibujar o escribir, de la bailarina en posición acrobática es una obra del Reino Nuevo del periodo comprendido entre 1292 y 1076 a.C. Realizada en piedra caliza y adornada con pinturas, esta pieza procede de Deir el-Medina, un yacimiento arqueológico conocido por haber sido el hogar de los trabajadores de las tumbas del Valle de los Reyes. La bailarina representada en este ostrakon capta el movimiento de su cuerpo mientras se contorsiona en una posición que requiere fuerza, flexibilidad y un profundo sentido del equilibrio. Los detalles de su vestimenta, cuidadosamente pintada, y la minuciosidad en la representación de sus rasgos faciales revelan el arte de los creadores de este fragmento. Fue adquirido en 1824, cuando pasó a formar parte de la Colección Drovetti y, a día de hoy, se expone en la Sala 06, Vitrina 06, donde atrae la atención de estudiosos, aficionados a la historia y simples curiosos.
La Capilla de Maia, hallada en la necrópolis de Deir el-Medina en 1906, fue descubierta por la misión arqueológica de Ernesto Schiaparelli. Sus paredes, compuestas de ladrillos de barro y paja, están recubiertas de yeso sobre el que se aplicó pintura al temple seca. Los colores, derivados de minerales y vegetales como el ocre, el carbón y la malaquita, se mezclan con agua y goma de acacia como aglutinante. La excepcional conservación de las pinturas permitió al restaurador Fabrizio Lucarini transportarlas a Italia en 1906, utilizando la técnica de arrancar el yeso pintado. Aunque este método requiere una habilidad considerable, permite conservar la pintura en su totalidad sin dañarla. La capilla, datada entre 1353 y 1292 a.C., data del Reino Nuevo y es un valioso artefacto de la XVIII dinastía, que ahora se expone en la sala 06, vitrina 11, testimonio de la técnica de la pintura mural egipcia.
La peluca de Merit es una pieza de la colección que permite conocer de cerca la cosmética y la moda de la época. El peinado está hecho con mechones de cabello humano, hábilmente cosidos y trenzados para crear un peinado que encarna la elegancia del antiguo reino. La peluca presenta una raya central, que divide el cabello en dos secciones, mientras que el pelo se riza en tirabuzones que terminan en trenzas. Este estilo de peinado fue especialmente popular a mediados de la XVIII dinastía, como demuestran las representaciones de la época. Sin embargo, lo que hace que esta peluca sea aún más interesante son los detalles ornamentales: a menudo adornada con flores y diademas, transmite una sensación de refinamiento típica de la élite egipcia de la época. Encontrada en la tumba de Kha (TT8) en Deir el-Medina, la peluca se ha datado entre 1425 y 1353 a.C., durante el Reino Nuevo. Posteriormente fue adquirida por Ernesto Schiaparelli y ahora se expone en la sala 07, vitrina 08, donde por su encanto sigue captando el interés de los visitantes.
La imagen del soberano Ramsés II lleva la corona khepresh mientras sujeta el cetro heqa contra su pecho, símbolos de su poder soberano, mientras que bajo sus sandalias, los Nueve Arcos, símbolo de sus adversarios derrotados, atestiguan su supremacía. A ambos lados del trono, las figuras de su esposa Nefertari y su hijo Amonherkhepeshef, expresan la continuidad dinástica y los lazos familiares del soberano. El rostro de la estatua, con claras similitudes con el de su predecesor Seti I, sugiere una probable evolución estilística durante el reinado de Ramsés II. Sin embargo, no hay signos de reelaboración, lo que sugiere que pudo crearse a principios de su reinado. La presencia de la reina Nefertari indica, por tanto, que nos encontramos en la primera mitad del reinado de Ramsés II. La obra se ha convertido también en uno de los iconos del Museo Egipcio y el propio arqueólogo francés Jean-François Champollion calificó la escultura como “el Apolo del Belvedere del arte egipcio”. La estatua, tallada en piedra o granodiorita, fue hallada en Tebas, en el templo de Amón en Karnak. En 1824, la estatua pasó a formar parte de la Colección Drovetti. Actualmente, se puede contemplar en la sala 14 del sótano 05 del Museo Egipcio.
La estatua de Seti II es un ejemplo de estatuaria monumental que consigue encarnar el poder y la estabilidad del gobernante. Tiene una estructura detallada y líneas geométricas que transmiten una sensación de fuerza y autoridad a través de la pierna izquierda colocada hacia delante, símbolo de su poder para moverse y actuar. En la representación, el rey sostiene un estandarte adornado con la insignia del dios Amón, dominante en el extremo superior. Colocada junto a otra estatua similar, hoy en el Louvre, la escultura custodiaba originalmente la entrada de una capilla en el vasto patio del templo de Karnak, erigida a instancias del propio Seti II. Realizada en arenisca, su presencia se remonta al periodo del Reino Nuevo, precisamente a la XIX dinastía, hacia 1202-1198 a.C., lo que atestigua su condición de pieza significativa en las colecciones históricas. Adquirida en 1824 por la Colección Drovetti, la estatua se encuentra actualmente en la sala 14, sobre el zócalo 11.
En el antiguo Egipto, la representación del faraón y la reina también podía adoptar la forma de una esfinge, un animal mitológico que tenía cuerpo de león y rostro humano. Esta imagen híbrida transmitía la idea de la fuerza del león, animal asociado al dios Sol, a la racionalidad del ser humano. Las esfinges solían colocarse, por parejas, en las entradas de los templos, a lo largo de las avenidas procesionales o en las entradas de determinadas salas, y desempeñaban el papel de guardianes. La esfinge del templo de Amón es de época ramésida: podemos saberlo por detalles como la forma de las cejas, los ojos almendrados y los labios carnosos. La esfinge del templo de Amón se encuentra en la sala 14, en el plinto 20.
El Templo de Ellesiya, encargado por Tutmosi III en 1454 a.C., se alza a orillas del río Nilo, no lejos de Abu Simbel, en el corazón de Nubia. Esculpido en la roca, el templo es un tributo a los dioses Horus de Miam y Satet, reservado únicamente a quienes llegan a él por el agua. La disposición en forma de T invertida del interior, con un corredor y dos cámaras laterales, acoge escenas de exvotos del soberano a dioses egipcios y nubios, como Horus, Satet y el propio rey, Thutmosi III. Con el paso de los siglos y la llegada del cristianismo, los muros albergan cruces grabadas y estrellas de cinco puntas, testimonio de una transformación espiritual. Hoy, amenazado por las aguas del lago Nasser, el templo es objeto de esfuerzos de preservación dirigidos porla UNESCO. Tras pasar siglos en el corazón de Nubia, el templo encontró un nuevo hogar en Turín en 1967, donde fue cuidadosamente reconstruido en el ala del museo dedicada a Ernesto Schiaparelli. Adquirido como regalo al gobierno egipcio en 1966, el Templo de Ellesiya fue transportado y colocado en la sala 15.
Las 10 exposiciones imprescindibles del Museo Egipcio de Turín |
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