La Biblioteca Piana de Cesena: la "hermana pequeña" de la Malatestiana


La Biblioteca Piana de Cesena, es decir, la biblioteca iniciada por Pío VII Chiaramonti, está incluida en la visita a la Biblioteca Malatesta.

En uno de los últimos artículos de nuestra sección de viajes, les hablábamos de la Biblioteca Malatesta, pero sólo del siglo XV. En realidad, había mucho que contar sobre el sueño renacentista de Malatesta Novello, sobre la Sala Nuti, sobre los símbolos que contenía, sobre lo que la Biblioteca representaba cuando se construyó y lo que sigue representando hoy. Concluyamos pues hoy este itinerario, que nos lleva de nuevo a Cesena, para descubrir otra biblioteca, cuya visita está incluida en el itinerario de la Biblioteca Malatesta: la Biblioteca Piana, alojada en la gran sala que se abre justo delante de la Malatestiana.

La Piana debe su nombre a que su propietario fue un papa, Pío VII, hasta el punto de que, sobre todo en los textos especializados, no es difícil encontrar la grafía Pïana, con la diéresis sobre la “i”, precisamente para resaltar mejor el origen del término. Pío VII, nacido Barnaba Chiaramonti (1742 - 1823), fue uno de los tres papas originarios de Cesena, gracias al cual Cesena se ganó también el sobrenombre de la ciudad de los tres papas: dos que nacieron en Cesena (Pío VI y Pío VII) y uno que fue obispo de la ciudad (Benedicto XIII). En realidad, Pío VIII también fue obispo de Cesena: ¡pero, como sabemos, los apodos suelen implicar algún ligero forzamiento! Volvamos, sin embargo, a la Biblioteca: durante varios años después de la muerte del pontífice, la colección siguió siendo propiedad de la familia Chiaramonti aunque, ya en vida de Pío VII (desde 1821 para ser exactos), se había concedido su uso a los monjes benedictinos de Cesena, que residían en la abadía de Santa María del Monte. Tras una serie de vicisitudes, en 1941 toda la colección pasó a manos del Estado, que la cedió en depósito a la Malatestiana.

Biblioteca Piana di Cesena
La sala que alberga la Biblioteca Piana en Cesena

A Pío VII, al igual que a Malatesta Novello casi cuatro siglos antes, le movía una fuerte pasión por la literatura, las artes, la arqueología y la cultura en el sentido más amplio, así como una mentalidad muy moderna: no olvidemos que, sólo dos años después de su investidura en el trono de Pedro (esto es, en 1802), compiló el llamado quirógrafo (literalmente, “texto manuscrito”), un documento que establecía diversas normas para la protección del patrimonio cultural, y nombró a Antonio Canova Inspector General de las Antigüedades y Bellas Artes del Estado, una especie de versión antigua del superintendente actual. También gracias a las medidas de Pío VII fue posible recuperar varias obras que habían sido robadas durante los expolios napoleónicos.

El interés de Pío VII por la arqueología, las ciencias y la moderna disciplina de la museología, que empezaba a gestarse precisamente en aquellos años, se refleja en la elección de su propia colección de libros. Una colección que también era fruto de una mentalidad moderna: el Papa, por ejemplo, devolvió a sus legítimos propietarios los volúmenes que habían sido sustraídos, bajo el dominio napoleónico, de las bibliotecas conventuales y que habían sido reunidos en la Biblioteca Vaticana. Y, lo que puede parecer extraño a un amante del arte, a Pío VII le importaba más el contenido que la forma: en otras palabras, no le gustaba coleccionar ricos manuscritos iluminados, sino que daba preferencia a los volúmenes impresos que le resultaban más útiles para sus estudios. Todo lo contrario que el otro papa de Cesena, Pío VI, apasionado bibliófilo siempre a la caza de las rarezas más refinadas, y que reunió una colección hoy perdida. No es de extrañar, por tanto, que la Biblioteca Piana posea hoy casi tres mil obras (un total de unos cinco mil volúmenes impresos) y sólo un centenar de manuscritos, la mayoría de los cuales, además, proceden de la donación, que se remonta a 1814, de un noble romano, el marqués Giovanni Giacomo Lepri. Así, entre las obras impresas figuran textos religiosos y clásicos italianos y latinos, pero también numismática, arte, arqueología, ciencia e incluso obras de historia local (como una Caesenae Chronologia, “Cronología de Cesena”, del siglo XVII, que relata hechos destacados de la historia de la ciudad). En la colección no faltaban ediciones importantes, como una Eneida ilustrada, entre otros, por Vincenzo Camuccini y Antonio Canova, publicada en 1819, y el imponente Gran Atlas de Joan Blaeu, un atlas geográfico en doce volúmenes, publicado en 1667.

Edizione a stampa delle opere di Beda il Venerabile
Edición impresa de las obras de Beda el Venerable, conservadas en la Biblioteca Piana

Entre los manuscritos, encontramos códices muy valiosos como un Evangeliario (es decir, un libro que recoge los cuatro evangelios) fechado en 1104, el Misal Romano del siglo XV, las Sentencias de Pedro Lombardo que datan del siglo XIII, y un manuscrito con las Reglas de las monjas agustinas fechado en 1390. También hay varios incunables, término utilizado para indicar los primeros libros impresos de la historia, desde la fecha de la invención de la imprenta (1453, año a partir del cual se publicó el primer incunable, una Biblia impresa por Gutenberg en Maguncia) hasta aproximadamente 1500: entre ellos se encuentra una Cosmographia de Ptolomeo, probablemente impresa en 1477, e ilustrada con láminas sobre dibujos atribuidos a Taddeo Crivelli. El visitante también encontrará, en el espacio donde ahora se ubica la Biblioteca Piana, algunos códices de la Malatestiana que se muestran al público: los códices conservados en los plutei no pueden, de hecho, observarse de cerca. Así, se exponen códices de los que también nos ha llegado el nombre del amanuense, que no pocas veces estampó su firma en lasexplícitas, las notas finales del manuscrito: Así, podemos conocer a copistas como Jean d’Epinal, Juan de Maguncia, Andrea Catrinello y un alemán muy simpático, Mathias Kuler, que termina su códice (que conste que es una obra de Walter Burley, el Comentario a la Física de Aristóteles) escribiendo “Bonum vinum in taberna, consortia mulierum consumpserunt omnia” (que, traducido, suena más o menos así: todo lo que he ganado con este trabajo lo he despilfarrado en vino y mujeres’: una especie de George Best del siglo XV... !).

También hay que mencionar el ciclo de corales del cardenal Bessarione: el coral era un importante libro, también manuscrito, que contenía partituras y textos de los cantos con los que acompañar los oficios litúrgicos en la iglesia. Los que encontramos en Cesena fueron encargados, como se preveía, por Bessarione, el poderoso cardenal griego que en el Concilio de Ferrara de 1438 fue uno de los más ardientes partidarios de la reconciliación entre las Iglesias romana y ortodoxa. Entre 1450 y 1455, Bessarion fue legado papal para Bolonia y Romaña, y fue durante estos años cuando encargó el ciclo de libros de coro que hoy se conoce con su nombre: dieciocho volúmenes destinados originalmente al convento de los franciscanos observantes de Constantinopla, que más tarde permanecieron en Cesena y se incluyeron en la colección de la Biblioteca Municipal tras la supresión de las órdenes religiosas bajo la dominación napoleónica. Hoy ocupan un lugar destacado en la sala que alberga la Biblioteca Piana, al igual que se concede gran importancia a algunas ediciones curiosas que enriquecieron los fondos de la Biblioteca entre finales del siglo XIX y principios del XX. Es el caso de una rara edición de bolsillo de Los novios, publicada en Padua en 1902 por Fratelli Salmin, y sobre todo de una reproducción de una Lettera di Galileo Galilei a Cristina di Svezia, también publicada por Fratelli Salmin, en 1897: la peculiaridad de este último volumen es que se trata del libro más pequeño del mundo que puede leerse sin lupa. Una rareza, impreso para laExposición General de Turín de 1898, ¡con sólo quince milímetros por nueve!

Particularidades conservadas en un lugar que pertenece al patrimonio artístico y cultural de una ciudad que no es ciertamente un destino turístico habitual, pero que sin duda merece una visita para admirar su belleza y comprender el extraordinario cuidado con que la protegen sus ciudadanos.

Uno dei Corali del Cardinale Bessarione
Uno de los corales del cardenal Bessarione

Edizione tascabile dei Promessi Sposi e Lettera di Galileo
La edición de bolsillo de Los novios y la diminuta Lettera di Galileo, el libro más pequeño del mundo que puede leerse sin lupa

Explicit del codice copiato da Mathias Kuler
Explícito del códice copiado por Mathias Kuler (que al pie añade: Scripsi p. ma. et non p. pe, es decir, “Lo escribí con las manos, no con los pies”)


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