Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola en Cerdeña, el parque donde juegan las esculturas


En San Sperate, a pocos kilómetros de Cagliari (Cerdeña), se puede visitar el Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola, parque de arte contemporáneo famoso por sus esculturas sonoras.

“Mis esculturas están aquí por ahora, en los lugares donde las planté para que echen raíces y vuelvan a la vida. Un día no lo sé, espero que vuelvan al Universo que las generó”. Así se refería Pinuccio Sciola (Giuseppe Sciola; San Sperate, 1942 - Cagliari, 2016) a las obras que había reunido en el Giardino Sonoro de San Sperate, el pueblo del sur de Cerdeña donde nació: el Giardino, que en los años sesenta era el lugar donde Sciola trabajaba y creaba sus obras, es ahora un parque que alberga varias de sus esculturas sonoras. Había comenzado esta particular e insólita investigación en 1996, año en que sus piedras capaces de producir sonidos se expusieron por primera vez al público: en una exposición celebrada en Berchidda, en la provincia de Sassari, Sciola había llevado una escultura titulada Jazz Stone (un homenaje al festival que acogió su obra: era un festival de jazz), capaz de producir melodías si se tocaba de la forma adecuada. En aquella ocasión, se celebró un concierto con el célebre trompetista sardo Paolo Fresu (natural de Berchidda) y el percusionista suizo Pierre Favre. Un concierto insólito en el que, además de los instrumentos clásicos del jazz, también sonaba la piedra.

Desde entonces, las esculturas sonoras de Sciola han dado la vuelta al mundo (y siguen haciéndolo a pesar de la prematura muerte del artista en 2016), y siguen protagonizando conciertos en los que actúan como verdaderos instrumentos musicales. Subyace la idea de que los elementos típicos de la escultura pueden activar no solo el sentido de la vista, o a lo sumo el del tacto, sino también las sensaciones auditivas. Para hacer sonar sus esculturas, Sciola seleccionó cuidadosamente el material (una piedra local), y las sometió a un cuidadoso tratamiento, subdividiéndolas en líneas geométricas que, al observarlas, ahora parecen tableros de ajedrez, ahora las cuerdas de un arpa, ahora las teclas de un piano. Son esculturas, además, profundamente enraizadas en la cultura sarda, ya que su forma recuerda la de los megalitos de los pueblos que habitaron la isla en la prehistoria.

Jardín sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate
Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate


Jardín sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate
El Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate


Jardín sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate
El Jardín Sonoro de Pinuccio Sciola en San Sperate

“Los grandes cantos rodados de traquita o basalto”, escribió Paolo Fresu en su libro Musica dentro, “se esquilaban en las entrañas con grandes sierras que los cortaban limpiamente, modificando sus formas o creando profundos surcos similares a finas cuchillas. Además de su función puramente artística, estas piedras, al ser acariciadas o golpeadas, emitían sonidos nunca antes escuchados. La piedra era volcánica, por tanto porosa y llena de constelaciones aéreas que la asemejaban a un ”instrumento musical en potencia". El sonido resultante tenía algo de celestial. Gillo Dorfles era muy consciente de ello: “Las piedras sonoras de Pinuccio Sciola”, leemos en un testimonio en la página web del Giardino Sonoro, "tienen el poder de suscitar en nosotros el equivalente de un acontecimiento sagrado; o al menos de un acontecimiento en el que el factor simbólico se encarna en una obra que (antes de ser del hombre) es de la creación.

Las piedras tienen nombres evocadores: está el Homenaje a Piet Mondrian, donde los cortes adquieren las texturas típicas del padre del neoplasticismo. Están las Semillas, obras en las que el poder taumatúrgico de Pinuccio Sciola alcanza sus grados máximos, hasta el punto de dotar de alma a la piedra. Está Pietra elastica, que desmaterializa la fuerza y la dureza de la piedra en una ligereza inesperada. Un poco como ocurre en Vela, donde el geometrismo de Sciola toma la forma de un elegante barco que nos parece ver soplado por el viento.

Sciola fue un artista de talla internacional: estudió en Madrid, París y Salzburgo, se formó junto a artistas como Oskar Kokoschka y Emilio Vedova, asistió a las clases de Herbert Marcuse, viajó a México para trabajar con Davide Alfaro Siqueiros, en 1976 participó en la Bienal de Venecia, y con sus obras recorrió casi todos los continentes. Pero también ha sido un hombre firmemente apegado a su Cerdeña, y de sus viajes por el mundo ha enriquecido la relación con su tierra, renovando su concepto del arte, un arte humilde, estrechamente ligado a la naturaleza, a la historia, a la realidad rural de Cerdeña. Hoy, como se ha dicho, muchas de sus esculturas están reunidas en el Giardino Sonoro, el primer parque de arte público de Cerdeña. “Un lugar de arte”, como se lee en la página web del Giardino, “que se expresa en todos los lenguajes del mundo, donde el basalto y la piedra caliza producen evocadores sonidos arcaicos, ancestrales y místicos; donde se siembran ”semillas“ de piedra para que la cultura fecunde la naturaleza; donde los granitos, en la oscuridad de la noche, revelan nuevas superficies tridimensionales a través de la luz rasante. Un lugar inmerso en el verdor, lleno de energía, que involucra todos los sentidos, dando a los visitantes la oportunidad de disfrutar del Arte y la Naturaleza en una dimensión sin precedentes. Una naturaleza viva, hasta en su elemento más inmóvil y silencioso: la piedra”.

Pinuccio Sciola, Jazz Stone
Pinuccio Sciola, Jazz Stone


Pinuccio Sciola, Homenaje a Mondrian
Pinuccio Sciola, Homenaje a Mondrian


Pinuccio Sciola, La Vela
Pinuccio Sciola, La vela

Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola en Cerdeña, el parque donde juegan las esculturas
Giardino Sonoro de Pinuccio Sciola en Cerdeña, el parque donde juegan las esculturas


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