El mayor y más famoso núcleo de obras de Francisco José de Goya y Lucientes (Fuendetodos, 1746 - Burdeos, 1828) se encuentra en el Museo del Prado de Madrid: todos tenemos en mente la Maja vestida y la Maja desnuda, Saturno devorando a sus hijos, el Parasol o sus Capricci, obras maestras que forman parte de las colecciones del famoso museo madrileño. De hecho, fue a Madrid a donde se trasladó el joven Goya en 1763, ya que era una ciudad ferviente en términos artísticos y donde gravitaban los grandes maestros, y fue aquí donde se convirtió en Pintor del Rey en 1786. Pero Francisco de Goya también produjo espléndidas obras maestras en su región natal,Aragón, en el noreste de España. Por ello, le proponemos un itinerario que le llevará a descubrir las huellas biográficas y artísticas en Aragón de uno de los más grandes artistas españoles que vivieron a caballo entre los siglos XVIII y XIX.
Comenzamos en su pueblo natal, Fuendetodos, una pequeña localidad situada en la Sierra Gorda, a unos cincuenta kilómetros de Zaragoza. Aquí podrá visitar su casa natal, hoy convertida en museo: se trata de una casa de labranza donde Goya nació y pasó los seis primeros años de su vida; pertenecía a su tío Miguel Lucientes, hermano de su madre. También se conserva la pila bautismal donde fue bautizado. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1982 e inaugurada en 1985, el interior de la casa recuerda una típica vivienda campesina de principios del siglo XVIII, amueblada ahora con muebles y objetos de época, cuadros y documentación gráfica. A poca distancia se encuentra el Museo del Grabado, que alberga una rica colección permanente de obras gráficas del artista pertenecientes a diversas series, como Los desastres de la guerra, Capricci, Spropositi y Tauromachia. Por último, junto a la Casa Natal se encuentra la Sala Zuluaga, inaugurada en 1996 y utilizada como sala de exposiciones temporales especializada en arte gráfico, donde se celebran muestras de grabados históricos y obra gráfica contemporánea.
En dirección a Zaragoza, a unos diez kilómetros de la ciudad, merece la pena visitar la Cartuja del Aula Dei, un monasterio cartujo declarado Monumento Nacional en 1983, que alberga un ciclo de pinturas del artista aragonés sobre la Vida de la Virgen María. Goya pintó once de ellos entre 1772 y 1774, pero en la actualidad se conservan siete, debido al abandono del edificio por parte de la Orden tras la desamortización de Mendizábal. Los cuadros, por tanto, aún pueden contemplarse en el lugar para el que fueron realizados y exaltan la figura humana, situada en el centro de la escena, las volumetrías y los colores, muy vivos, en los que se percibe una influencia de la pintura veneciana que Goya había conocido en su viaje a Italia. De hecho, Goya permaneció en Italia entre 1770 y 1771, donde pudo absorber la cultura retratística de la zona romana y conoció la pintura barroca y clasicista italiana, especialmente de la zona veneciana y napolitana. De ahí que se reconozca lainfluencia italiana en su arte, además de que artistas italianos como Giambattista y Gian Domenico Tiepolo y Corrado Giaquinto trabajaron para la corte madrileña.
Al llegar a la capital aragonesa, la primera parada es sin duda la imponente Basílica de Nuestra Señora del Pilar, una obra maestra de la arquitectura barroca construida entre los siglos XVII y XVIII y visitada por miles de peregrinos cada año, ya que junto con la catedral de Santiago de Compostela es uno de los destinos espirituales más importantes de España. Aquí se encuentran dos grandes obras maestras pintadas al fresco por Francisco de Goya: laAdoración del Nombre de Dios, visible en la bóveda del coro frente a la capilla de la Virgen del Pilar, y el Regina Martyrum en una cúpula de la nave norte de la basílica. Terminada en 1772, laAdoración del Nombre de Dios muestra la influencia de la pintura italiana en la forma y el tono. En la parte superior, el centro de la escena está ocupado por el tetragrammaton bíblico; debajo hay grupos de ángeles, algunos músicos, de pie, sentados, algunos casi tumbados, pero la figura que más atrae la mirada es el ángel del incienso que está representado a la derecha de la escena. El Nombre de Dios es así adorado por sus ángeles a través de la música, la recitación, la oración y el incienso (según la tradición bíblica, el incienso es la ofrenda que el hombre hace a Dios para que descienda entre los hombres, gesto que une, por tanto, lo humano y lo divino). En la creación de la Regina Martyrum, terminada en 1781, Goya tuvo en cuenta el hecho de que su obra tiene casi cincuenta metros de altura: por ello crea figuras borrosas con pinceladas anchas y gruesas, pero que vistas en conjunto crean una composición armoniosa y colorista. La Virgen María, con los brazos abiertos, está representada en las nubes, rodeada de ángeles. También vemos a los santos mártires eclesiásticos aragoneses y, al fondo, a los mártires del pueblo, de la milicia y de la infancia, representados por el pequeño mártir de Zaragoza San Dominguito de Val. En las cuatro pechinas, Goya representa las cuatro Virtudes: Fe, Paciencia y Caridad. La Basílica de Nuestra Señora del Pilar alberga también, en la sacristía mayor, el Museo del Pilar, que, además de guardar mantos y joyas donados a la Virgen desde el siglo XVI, exhibe algunos bocetos realizados por Goya para la decoración del complejo religioso.
El recorrido tras las huellas de Goya en Zaragoza continúa con el Museo de Zaragoza, situado en la céntrica Plaza de los Sitios. En el gran patio central nos recibe un busto del artista, pero el museo cuenta con una de las colecciones más significativas de su etapa de formación aragonesa, sus inicios en Italia(Aníbal cruzando los Alpes) y su pintura cortesana(Fernando VII, El Duque de San Carlos y elInfante Luis María de Borbón), además de estampas seriadas y no seriadas. Algunas de estas obras, como los retratos del rey Fernando VII y del duque de San Carlos que aquí se conservan, fueron ejecutadas por Goya para la Casa Tarín, que debe su nombre a la familia de jueces de Aragón que la habitó en sus orígenes.
Si quiere admirar la colección de grabados de Goya más completa del mundo, tiene que ir al Museo Goya - Colección Ibercaja Camón Aznar, situado en el Palacio de los Pardo, un palacio renacentista también conocido como Casa Aguilar. Aquí se conservan las cinco grandes series de grabados del artista aragonés: Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra, La Tauromaquia, Los Disparates, y la serie de cuatro litografías Los Toros de Burdeos, esta última realizada entre 1824 y 1825. En los Capricci (1799) y Los Disparates de Guerra (1810-1815), Goya se centró en mostrar su visión de la sociedad en la que vivía y las fatales consecuencias de la guerra sobre la población civil. Con su incisiva mirada, el artista consiguió presentar las debilidades más comunes, la corrupción y la ruinosa situación social y política de España, haciendo así universales sus grabados. En la Tauromaquia (1815-1816), compuesta por treinta y dos representaciones, describe la historia del toreo y celebra a Pepe Hillo, el torero más famoso de la época, mientras que en los Spropositi (1815-1823), serie póstuma, Goya se inspira en refranes, frases hechas, alegorías y símbolos para transformarlos en obras que expresan el caos en el que vive el país. Es el resultado del espíritu atormentado y pesimista del artista en los últimos años de su carrera.
El Museo Goya - Colección Ibercaja Camón Aznar alberga también varios de sus cuadros, como el Retrato de la reina María Luisa de Parma, Autorretrato y La adoración del nombre de Dios por los ángeles, y organiza exposiciones temporales en torno a la figura de Goya durante todo el año.
Sin embargo, es en la Plaza del Pilar donde destaca el monumento dedicado a Francisco de Goya y Lucientes. Aunque se propuso en varias ocasiones erigir un monumento dedicado al pintor, incluso en 1946, año del segundo centenario de su nacimiento, no llegó a ejecutarse hasta la década de 1960 por el escultor catalán Federico Marés. Con motivo del 50 aniversario de la fundación del Banco Zaragozano, la propia institución decidió convocar un concurso nacional para tal fin: participaron destacados escultores como Antonio Bueno, Félix Burriel y Pablo Serrano, pero a pesar de la calidad de los diseños, el Banco declaró desierto el concurso en 1959 y encargó la tarea a Marés, que ya había trabajado para la institución en la decoración de la fachada de su sede madrileña. El arquitecto José Beltrán Navarro incluyó entonces el cenotafio de Goya, donado en el centenario de su muerte por la ciudad de Burdeos al Ayuntamiento de Zaragoza, y ubicado hasta entonces en el Rincón de Goya, el complejo arquitectónico racionalista terminado en 1928 destinado inicialmente a albergar el museo del pintor. La figura de bronce de Goya destaca sobre un pedestal de mármol y constituye la parte más alta del grupo escultórico; a sus pies se sitúan majos y majas. El pintor está representado de pie, con una pierna cruzada sobre la otra y ligeramente apoyado en la pared que le sirve casi de respaldo. Viste redingote, pañuelo al cuello y botas; con la mano derecha sostiene un pincel, mientras que con la otra sujeta un lienzo mientras contempla las figuras que lo acompañan. Junto a la inscripción con la dedicatoria, en la parte posterior del pedestal se alza un relieve en piedra de estilo clasicista, que representa a una doncella sentada. A su alrededor hay figuras de majos que posan para Goya, que se afana en pintarlas desde arriba.
Para conocer todas las paradas en los distintos países del mundo y en particular en España donde se puede contemplar la obra de Goya, con incluso la distancia en kilómetros entre ellas, la Fundación Goya de Aragón también pone a su disposición El Viaje de Goya, una útil herramienta para trazar un itinerario dedicado al pintor introduciendo un lugar concreto desde el que partir. Sólo nos queda desearle un feliz viaje tras las huellas de Goya.
En Aragón tras las huellas de Goya, de Fuendetodos a Zaragoza |
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