Nuestro viaje por los museos italianos en busca de animales y lugares fant ásticos llega a su décima etapa, y nuestro nuevo destino es Basilicata. Una región repleta de criaturas fantásticas: dragones, esfinges, quimeras, arpías y muchos otros. Emprendemos este viaje para descubrir los animales fantásticos dispersos en los museos lucanos, recordando que los museos son lugares seguros para visitar solo, en familia o con amigos, que son aptos para todas las edades, y que el proyecto que propone Finestre sull’ Arte, en colaboración con el Ministerio de Cultura, pretende ser una forma de descubrir los lugares de la cultura desde un punto de vista diferente.
El animal que aparece en este relieve de terracota del Museo Nacional de Metaponto es un caballo alado. De hecho, son dos y tiran de un carro en el que va sentado un guerrero armado. Es una representación de la partida de un héroe: según los estudiosos Dieter Mertens y Madeleine Mertens-Horn, podría tratarse de un héroe homérico, tal vez Aquiles partiendo hacia la guerra de Troya. Se trata de una escena que antaño decoraba el santuario situado en la localidad de San Biagio alla Venella, en el territorio de la antigua Metaponto. En esta zona existía un oikos, un pequeño edificio sagrado, datable a finales del siglo VII a.C., que estaba decorado con un friso continuo fittil (es decir, de terracota), probablemente colocado en las paredes del pequeño templo, o utilizado para cubrir los extremos de las vigas del tejado. “Este tipo de decoración en las losas ficticias”, explica el estudioso Savino Gallo, “se conseguía inicialmente mediante el uso de un sello de rodillo”. Una valiosa herramienta atribuida a un artista de las Cícladas, que la llevaba consigo de un santuario a otro".
El mosaico en el que aparece este monstruo marino, reconocido como Escila, procede de las Terme Maggiori de Grumentum: se trataba de las principales termas de esta importante ciudad romana de Lucania situada en el valle de Agri, cuyos restos se encuentran hoy cerca de la actual Grumento Nova. Las Terme Maggiori de Grumentum estaban decoradas con mármol y ricos mosaicos: el del monstruo marino decoraba el frigidarium, el lugar donde se tomaban los baños fríos. No era raro que los mosaicos termales estuvieran decorados con escenas de temática marina: en este caso vemos a la ninfa Escila que, según la mitología griega, fue transformada por la hechicera Circe en un monstruo con cuerpo de mujer y doce patas (seis con cabeza de perro y seis con cabeza de serpiente). En realidad, Circe quería castigar a Glauco, que se había enamorado de la bella Escila rechazándola: al sentirse rechazada, se vengó transformando a la joven en un monstruo espantoso. La representación de temática marina en el frigidarium recuerda claramente la función de las piscinas termales.
“Alrededor de los años 560-550 a.C., en una meseta situada en la ladera norte de la colina Torre di Satriano”, explica la arqueóloga Mara Romaniello, “se erigió una suntuosa residencia que se distinguía no sólo por su monumental disposición y su decoración exterior, sino también por los valiosos objetos hallados en su interior. El paso a la sala de ceremonias se realizaba a través de un vestíbulo repleto de cerámicas, vasijas de bronce y armas, atravesando una habitación cerrada por una puerta de madera de abeto”. De ahí procede este espléndido protomo (elemento decorativo formado casi siempre sólo por la cabeza) de un grifo alado, en bronce fundido y datado en el siglo VI a.C.: se trata de un animal con cuerpo de león y cabeza de águila. La leyenda cuenta que los grifos habitaban la región de Escitia (una vasta zona que se extiende desde el oeste de la actual Ucrania hasta el actual Kazajstán) y libraban una batalla perpetua con el legendario pueblo de los arimaspi (hombres de un solo ojo) por la posesión de las minas de oro. El animal del Museo Nacional de Basilicata tiene grandes ojos en forma de globo y un cuerno cilíndrico con el extremo superior hinchado. Se le captura abriendo el pico, mostrando la lengua. También tiene orejas, puntiagudas. El grifón es un animal fantástico de la mitología oriental, representado con cuerpo de león y cabeza de águila.
Según la mitología griega, este animal fantástico, con cabeza y pecho de mujer, cuerpo de perro, alas de águila, patas de león y cola de serpiente, era hijo de Equidna y Tifón y vivía en un acantilado de Beocia, en el camino de Tebas. Los viajeros que se aventuraban hasta allí eran obligados a responder a un acertijo, y los que no respondían eran devorados. El único en resolver el enigma fue el héroe Edipo: la esfinge, derrotada, decidió suicidarse. La que se expone en el Museo Arqueológico Nacional de Basilicata, en Potenza, decoraba el tejado del mencionado palacio de Torre di Satriano, uno de los lugares simbólicos de la antigua Lucania, y data del siglo VI a.C.Como corresponde a una esfinge destinada a decorar un suntuoso palacio, se trata de una escultura de gran calidad y elegancia, que se presenta con un cuerpo alargado, una corona en la cabeza, el pelo recogido en tres trenzas que caen sobre los hombros y las alas desplegadas como si el animal estuviera a punto de emprender el vuelo.
La quimera era un animal monstruoso de la mitología griega, romana y etrusca que tenía hocico y cuerpo de león, cabeza de cabra y cola de serpiente, y era capaz de escupir llamas. Al igual que la esfinge y otros monstruos (como la Hidra de Lerna y Cerbero), era hija de Tifón y Equidna. Aterrorizaba a los habitantes de Licia y, según el mito, fue derrotada por el héroe Belerofonte. El del Museo Arqueológico Nacional de Melfese, del siglo VI a.C., decoraba un escudo hallado en la tumba B de la necrópolis de Chiuchiari, cerca de Melfi, descubierta a mediados de la década de 1950 en el marco de unas obras de vivienda social en las afueras del centro histórico de la ciudad lucana. “El ajuar funerario de la tumba B, atribuible a un individuo masculino”, explica la arqueóloga Erminia Lapadula, “consta de vasijas de cerámica y metal, armas y herramientas. La presencia de las ruedas de hierro de un carro sugiere el elevado estatus social del difunto dentro del grupo al que pertenecía”. A las armas de defensa pertenece también el emblema de bronce que representa una quimera. “La lámina, en relieve”, subraya Lapadula, “ha sido identificada como un episema, una decoración aplicada en el centro del escudo”. Los recientes trabajos de restauración (2021) han permitido llevar a cabo un análisis minucioso y cuidadoso del artefacto, que abre nuevas hipótesis interpretativas que se están evaluando actualmente".
Como ya se ha mencionado, los mosaicos de las termas solían estar decorados con animales fantásticos que habitaban los mares según la mitología grecorromana, y las termas de Venosa, cuna del gran poeta Horacio, no son una excepción. En el Parque Arqueológico de la ciudad lucana se encuentran los restos de una instalación termal que data del siglo I-II d.C., y el gran suelo de mosaico que decora el frigidarium data, sin embargo, de una renovación posterior. “El mosaico, que representa uno de los elementos más icónicos del yacimiento”, explica Rosanna Calabrese, “se caracteriza por un borde geométrico articulado y un panel figurativo de tema marino. Entre densas olas están representados tanto animales reales, como pececillos, delfines, una serpiente y una morena, como cuatro monstruos marinos con anchas colas tricuspidadas que se arremolinan. El panel central hacia el que convergen todos los animales reales y fantásticos, hoy perdido, representaba a la diosa del mar Tetis, emergiendo de las olas, con el timón, símbolo del poder marino, apoyado en su hombro derecho”.
El término hydria identifica una vasija que los antiguos griegos utilizaban principalmente para transportar agua. El Museo Arqueológico Nacional de la Siritide conserva una hidria de figura roja que formaba parte del ajuar funerario de la Tumba del Pintor de Policoro (siglo V a.C.), que representa el epílogo de la Medea de Eurípides, estrenada en Atenas en el año 431 a.C..C.: la mujer está en el centro, capturada mientras huye tras matar a sus hijos para vengarse de su marido Jasón, culpable de repudiarla para casarse con Glauce, hija de Creonte, rey de Corinto. Medea, tras haber procurado una muerte atroz a Glauce y Creonte mediante sus hechicerías, decide, aunque lacerada por el dolor, matar a los hijos que tuvo con Jasón para privarle de descendencia. En lahidria del Museo de las Sirítidas, Medea está representada en el carro mágico, tirado por dos dragones, que le proporcionó el dios del sol, Helios, su abuelo paterno. Las dos serpientes tienen el cuerpo cubierto de escamas, el lomo manchado, crestas llameantes y empujan el carro realizando movimientos sinuosos con sus cuerpos. “Medea, recurriendo a sus propias artes mágicas”, señala el erudito Savino Gallo, “lleva a cabo una atroz venganza golpeando a Jasón en sus afectos, pero escapa inesperadamente al juicio gracias al apoyo de Helios, apareciendo así como una figura sobrenatural y tremenda, planeando en el aire gracias a sus temibles dragones”.
Un rython era una especie de copa, generalmente en forma de cuerno, que se utilizaba para beber o para verter bebidas en las libaciones. A menudo podían tener formas muy elaboradas, como en el caso de este rython conservado en el Museo Arqueológico Nacional “Domenico Ridola” de Matera. En el cuerpo del cilindro se ve una figura alada sentada sobre un capitel jónico, con la cabeza de perfil y el cuerpo girado tres cuartos hacia la izquierda (probablemente Eros: también se le ve sosteniendo un collar con un colgante blanco en la mano izquierda, y llevando pendientes, un collar de perlas y armillas dobles en los antebrazos y la pierna izquierda), mientras que en la base aparece la monstruosa Escila. “Este rito en particular pertenece a la Colección Rizzon, una de las colecciones arqueológicas privadas más importantes por la homogeneidad de los objetos y su considerable valor intrínseco”, explica la arqueóloga Adriana Sciacovelli. La colección pasó a formar parte del patrimonio estatal en 1990, tras una compraventa por la que el Estado se hizo con setenta y cuatro vasos italiotas, tanto apulianos como lucanos, y los asignó al Museo Arqueológico Nacional “Domenico Ridola”.
La historia de Perseo y Andrómeda es una de las más conocidas de la mitología griega: Andrómeda, hija del rey Cefeo de Etiopía y de la reina Casiopea, había sido atada a un acantilado en el mar por el dios Poseidón, decidido a castigar a su madre Casiopea por haberse atrevido a decir que la belleza de Andrómeda era superior a la de todas las nereidas, las ninfas del mar. El furioso dios del mar decidió que fuera devorada por Cetus, un terrible monstruo marino. Sin embargo, intervino para salvar a la doncella el héroe Perseo, que acudió a liberarla del monstruo a lomos de su caballo alado Pegaso. En este elegante óleo sobre vidrio del siglo XVIII del pintor napolitano Girolamo Cenatiempo (documentado en Nápoles de 1705 a 1742), Andrómeda es la gran protagonista, y con su hermoso cuerpo desnudo ocupa casi toda la composición. A la izquierda se encuentra el monstruo, representado como un gran pez de afilados dientes, hacia el que se dirige Perseo en el caballo de Pegaso para derrotarlo. “La obra”, explica la historiadora del arte Mariagrazia Di Pede, "forma parte de una serie de diez pequeños óleos sobre vidrio que narran, en un tono vagamente erótico, amores divinos y humanos e historias mitológicas. Y en este caso, Cenatiempo se dejó inspirar por las Metamorfosis de Ovidio: “Rugieron las olas y apareció un monstruo que se elevaba sobre la inmensidad del mar y cubría con su pecho una amplia extensión del mismo. Y he aquí que, al igual que un barco, impulsado por el sudor de unos brazos jóvenes, surca velozmente el mar con el pico extendido, el monstruo, hendiendo las olas con la impetuosidad de su pecho, no estaba ya más lejos de la roca que el espacio que puede recorrer en el cielo un proyectil lanzado por el vórtice de una honda”.
El mito cuenta que Calai y Zete eran hermanos gemelos alados, hijos de Borea y Orizia, y que se unieron a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro por parte de los argonautas en la Cólquide. Cuando los argonautas llegaron a Salmidesso, Jasón preguntó al rey de la ciudad, Fineo, por el destino de la expedición. Sin embargo, Fineo le dijo a Jasón que sólo le respondería si alguien le liberaba de las arpías, que llevaban tiempo atormentándole. Las arpías eran animales con cara de mujer y cuerpo de ave rapaz, que atormentaban a Fineo, impidiéndole comer. Fueron Calai y Zete quienes lucharon con las arpías, consiguiendo finalmente vencerlas y expulsarlas a las islas Elote. En la escena, pintada por el taller de Alessandro Fischetti (Nápoles, 1773 - 1802) y procedente del Palazzo Malvezzi de Matera, vemos a los dos gemelos alados enzarzados en una furiosa lucha con los monstruosos animales, mientras el rey Fineas (con corona), jefe de la expedición Jasón, y el héroe Peleo (otro de los participantes en la expedición) observan consternados. De debajo de la mesa (de hecho, las arpías impiden comer a Fineas) emerge un perro, que observa todo con curiosidad.
Animales y lugares fantásticos en los museos de Italia: Basilicata |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.