El proyecto de ley S. 1921 que contiene la Disciplina de la Profesión de Guía de Turismo está creando un gran revuelo en el sector. El artículo 2 del proyecto de ley define al guía turístico como “un profesional cualificado para ilustrar e interpretar los bienes materiales e inmateriales que constituyen el patrimonio histórico, cultural, religioso, arquitectónico, artístico, arqueológico y monumental de Italia, también en relación con los contextos demo-etno-antropológicos, paisajísticos, productivos y enogastronómicos que caracterizan las especificidades territoriales, durante visitas in situ, también con fines didácticos, en beneficio de personas o grupos”. A continuación, se establecen los criterios de convocatoria de los exámenes para acceder a la profesión, se establece la lista nacional de guías turísticos, se perfilan los cursos de formación y los procedimientos de acceso a la profesión para los ciudadanos extranjeros. Lo que está provocando toda la discusión es una enmienda al artículo 2 del texto que surgió el 24 de marzo tras el debate del proyecto en la Comisión de Industria, Comercio y Turismo del Senado.
En el texto se inserta el apartado 2, que ilustra específicamente cuáles son las actividades del guía turístico, empezando por la “ilustración del valor y significación, como testimonio de la civilización de un territorio y de su comunidad, de las obras de arte, pinacotecas, galerías, museos, exposiciones, monumentos civiles y religiosos, excavaciones y yacimientos arqueológicos, villas, jardines, parques histórico-artísticos, conjuntos arquitectónicos y urbanísticos, bienes etnoantropológicos y otros”. El problema radica en el apartado 3, donde se dice que los guías turísticos pueden alcanzar una mayor especialización, temática o territorial, mediante cursos de formación, en sectores culturales, artísticos, artesanales, técnico-científicos y enogastronómicos, y sobre todo en “didáctica museística” y “técnicas específicas de comunicación con personas con capacidades diferentes”, así como en otros sectores culturales y técnicos útiles para el ejercicio de la profesión. La cuestión es quela educación patrimonial no tiene nada que ver con las actividades turísticas y, según los que trabajan en el sector, es totalmente ilógico confundir las figuras del guía turístico y del educador de museo, lo que no puede sino preocupar mucho a todos los que trabajan en instituciones culturales y a los que representan a los trabajadores de la cultura.
Varias asociaciones profesionales han señalado la incoherencia, encabezadas porel ICOM, el Consejo Internacional de Museos, el mayor organismo que representa a los museos a escala internacional. El ICOM propuso eliminar la especificación del apartado 3 que prevé la posibilidad de que los guías obtengan especializaciones “en didáctica museística y técnicas específicas de comunicación con personas con capacidades diferentes”. La propuesta fue compartida por AIEM Associazione Italiana Educatori Museali (Asociación Italiana de Educadores de Museos), creada en mayo de 2021, una realidad de referencia para los profesionales formados en cursos universitarios, escuelas de especialización y másteres del sector.
Mientras tanto, según el ICOM, “educación museística” es un término “retrógrado y equívoco; la expresión correcta educación patrimonial, adquirida por la comunidad investigadora y práctica desde hace años, es mucho más compleja, holística y articulada; engloba la educación patrimonial, diversificada según la ”naturaleza“ del bien patrimonial (arqueológico, histórico-artístico, demo-etno-antropológico, ...) y diferenciada según las fisonomías del público. No se trata de una cuestión terminológica baladí. Y hay que preguntarse por qué, mientras que en el ámbito de la investigación científica y tecnológica las palabras interpretan conceptos y cambios, transmiten nuevos conceptos, y el léxico se modifica a la luz de la realidad, en el sector cultural, en cambio, una especie de indiferencia perezosa, de desinterés generalizado perpetúa expresiones anticuadas e inapropiadas”.
Según la organización, hacer “educación museística”, por utilizar la expresión del proyecto de ley, requiere “conocimientos y competencias expertas, que son competencia de los educadores del patrimonio cultural (material, inmaterial y paisajístico); estos profesionales trabajan tanto en el seno de los institutos museísticos como en los conjuntos arqueológicos y monumentales. La adquisición de esos conocimientos y competencias de expertos es el resultado de una formación superior universitaria, de la práctica de proyectos y de una actualización constante tanto en lo que respecta al patrimonio como al público. Y no pueden adquirirse mediante un curso de formación de una duración total de 650 horas, como estipula el artículo 6.3”. Los Departamentos de Educación (o Servicios Educativos) de los museos se comprometen “con dedicación y competencia a diseñar itinerarios, actividades, talleres, experiencias para todos los públicos”, especifica el ICOM. “La modificación propuesta no pretende inhibir el acceso de los guías turísticos a los museos y lugares de cultura, sino respetar la relevancia de su trabajo”.
En cuanto a las "técnicas de comunicación", este pasaje, según el ICOM, es un vulnus aún más grave que el de la didáctica, sobre todo si se pone en relación con las “personas con capacidades diferentes” (sic). “El vocabulario utilizado”, explica el ICOM, “no tiene en cuenta tanto los documentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (3 de diciembre de 2006), que entró en vigor como Ley estatal (3 de marzo de 2009, nº 18); también se hace referencia a estas personas de forma genérica, sin considerar el amplio y diversificado espectro que caracteriza su singularidad. Igualmente grave es la suposición de que la asistencia a los cursos previstos, de 650 horas de duración, puede habilitar a un guía turístico para poseer y ejercer ”técnicas específicas de comunicación“. Cabe señalar que las ”técnicas de comunicación“ sólo son instrumentales para construir una relación significativa con estos destinatarios: requiere conocimientos, habilidades y comportamientos, y es el resultado de la formación especializada, los cursos de actualización, el estudio y la investigación, y la práctica de proyectos dentro de la compleja realidad de la accesibilidad y la inclusión, que también son responsabilidad de los educadores de museos y patrimonio. A modo de ejemplo, entre las ”técnicas de comunicación“ necesarias para relacionarse con las personas con discapacidad se encuentra la lengua de signos italiana LIS. Esta lengua, que fue reconocida en Italia el 19 de mayo de 2021, requiere un largo (4 + 2 años) estudio complejo y articulado que necesariamente debe nutrirse de la asistencia continua de la comunidad sorda. El art. 34-ter del llamado Decreto de apoyo establece que el Estado italiano ”reconoce, promueve y protege la lengua de signos italiana (LIS) y la lengua de signos táctil italiana (LIST)“; considera las figuras del intérprete de la LIS y del intérprete de la LIST ”como profesionales especializados en traducir e interpretar la LIS y la LIST respectivamente, así como en garantizar la interacción lingüístico-comunicativa entre personas que no comparten el conocimiento de la LIS“. Por último, el 6 de abril de 2022 el Boletín Oficial publicó el Decreto (10 de enero de 2022) por el que se establece el curso experimental de grado de tres años de duración con orientación profesional en intérpretes de LIS y LIST”.
ICOM Italia siempre se ha comprometido a promover acciones concretas para el reconocimiento y la protección de los profesionales de los museos, así como la definición de competencias y funciones: el organismo, en particular, se refiere a la “Carta Nacional de las Profesiones Museísticas” de ICOM Italia (2005) y las actualizaciones posteriores (2017) en el “Cuaderno ICOM para la Reforma. Profesionalidad y funciones museísticas esenciales a la luz de la reforma de los museos estatales”. “A diferencia de lo que se ha regulado hasta la fecha a nivel nacional y regional para el guía turístico”, continúa la organización, “llevamos mucho tiempo esperando un proceso legislativo que dé resultados concretos para sacar de la precariedad a quienes trabajan en los museos, ocupándose de la protección y la educación, fines institucionales y reconocidos por la Constitución”. La propuesta de enmienda apoyada por ICOM Italia con AIEM fue firmada por numerosos representantes de la comunidad académica, museística y científica; también fueron informados los Organismos y Asociaciones que protegen a las personas con discapacidad, así como FAND (Federación de Asociaciones Nacionales de Personas con Discapacidad). Presidentes, consejeros y representantes de estas Asociaciones manifestaron su preocupación y consternación por lo indicado en el Texto Unificado y se adhirieron a la propuesta de modificación".
“Huelga decir”, concluye el ICOM, “que las razones brevemente expresadas aquí en apoyo de la propuesta requieren estudios en profundidad diferentes y articulados, ya que se refieren a cuestiones cruciales como, por ejemplo, la precariedad del trabajo cultural y la devaluación de las competencias expertas adquiridas mediante una formación especializada. Confiamos en que a partir del 5 de mayo, fecha límite para la presentación de propuestas de enmienda, se abra una oportunidad de debate, replanteamiento y consulta participativa sobre las delicadas cuestiones de las profesiones culturales, la accesibilidad a las instituciones culturales y el papel de los museos en el contexto contemporáneo”.
Imagen: Genus Bononiae
Los guías turísticos no son educadores de museos: el ICOM contra el proyecto de ley de guías |
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