Después del Ayuntamiento de Venecia, el de Florencia también corre a refugiarse, buscando un sistema que permita una convivencia virtuosa entre lanecesidad de habitabilidad de una ciudad de 358.000 habitantes y los millones de turistas que la visitan cada año. En el último año antes de la pandemia, 2019, Florencia registró 4.025.355 llegadas y 11.048.718 pernoctaciones en alojamientos oficiales (quedan, por tanto, excluidos de este cómputo los turistas alojados en pisos alquilados a través de populares portales web), según los datos facilitados por el CST Centro studi turistici. Y mientras el alcalde de la ciudad lagunera Brugnaro anuncia para el próximo año la entrada en vigor de un sistema de entrada contingente regulado a través de un sistema informático, el primer ciudadano de Florencia Dario Nardella lanzó, en una entrevista a QN La Nazione, la idea de introducir un sistema de donativos para que los turistas que vengan a visitar Florencia puedan contribuir al mantenimiento de los gastos de una ciudad que es un museo al aire libre. No será un “óbolo” obligatorio, sino voluntario, y se añadirá a la tasa turística ya prevista para quienes se alojen en el municipio y a la entrada de los autocares turísticos que accedan a la ciudad. Para el municipio, el coste de garantizar el decoro, la seguridad y la iluminación en la zona Unesco, explica el alcalde, es de unos 50 millones al año.
El mecanismo y la plataforma informática correspondiente se presentarán en noviembre, precisamente en Florencia, durante las celebraciones del cincuentenario de la creación de las zonas Unesco ante los ministros de Cultura y delegaciones de todo el mundo.
“Parto de un concepto básico”, dice Nardella: “la belleza tiene un valor y un coste, y la tasa turística es sólo una medida parcial. Así que para nuestra ciudad pensé en una forma de pago que podríamos llamar Pase Patrimonio de la Humanidad, precisamente en nombre de la conservación de nuestro patrimonio histórico y cultural reconocido por la UNESCO”. Gracias a las nuevas tecnologías y aprovechando las plataformas digitales, introduciremos un sistema de pago por servicios que prevé donaciones voluntarias para la conservación del centro histórico".
Puesto que se entra en un museo al aire libre (este es el razonamiento del alcalde), “debe resultar natural ofrecer una contribución para su conservación, con el fin de evitar que el mantenimiento de la ciudad recaiga únicamente en los residentes y los huéspedes de los hoteles”.
El sistema que se estudia debería prever la aparición de un mensaje emergente en los teléfonos móviles de los turistas cuando lleguen a la ciudad, un aviso como cuando se llega a un país extranjero, con un saludo de bienvenida: “Bienvenido al centro histórico de Florencia, patrimonio de la humanidad. Haga un donativo para su conservación” en una docena de idiomas.
Ahora la idea está en una fase de gestación que servirá para perfeccionar el sistema tecnológico que permita el pago, se habla del coste de un café al día, y también de qué devolver para agradecer e incentivar al turista que quiera hacer la donación, como información útil en tiempo real, concesiones de servicios, entrada prioritaria a determinados museos.
“Hoy en día -señala el alcalde- gana quien tiene los datos. A través de esta plataforma podremos disponer de una gran cantidad de datos e información sobre cómo se mueven los turistas, su edad, sus preferencias. lo que nos permitirá por un lado controlar los flujos turísticos, evitando aglomeraciones en determinados periodos u horarios, y por otro establecer una relación con ellos. Interactuar, dialogar, porque creemos que las comunidades digitales son la nueva frontera para gobernar el turismo en zonas como los centros históricos”.
Sobre el futuro de las ciudades de arte y su coexistencia con el turismo, Florencia y Venecia también han firmado un decálogo para el “renacimiento de las ciudades de arte” que enviaron al Gobierno el año pasado para establecer un nuevo modelo de desarrollo del turismo en estas ciudades.
Los dos alcaldes pidieron, por ejemplo, una regulación nacional del alquiler turístico de corta duración, que en los últimos años ha generado un fuerte fenómeno para los centros históricos, vaciándolos de residentes que dejan sus casas para alquilarlas a turistas. El problema de los turistas que se quedan en la ciudad pero escapan a las estadísticas oficiales y a la tasa turística es un problema económico de menor recaudación, pero también un problema logístico que impide a los administradores locales establecer y calibrar correctamente las políticas de servicios urbanos sin conocer el número real de personas que entran y utilizan la ciudad. Entre otras peticiones, también hay una sobre el comercio para devolver a los alcaldes de estas ciudades las competencias para regularlo con el fin de resolver un problema de identidad de las calles que rodean los destinos turísticos más visitados que, tras la liberalización de 2011, ahora ve proliferar tiendas franquiciadas o grandes cadenas, estandarizando las calles de muchas ciudades italianas.
Florencia, la introducción de donaciones turísticas a la ciudad en estudio |
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