Nada se recordaría y nada se cantaría entonces, pero en un día lejano ’hermoso de hados y desdichas besó su pétrea Ítaca, Ulises’. A partir de ahí se extendió el inmenso mito del hombre de ’metis’, de la infinitud de maquinaciones mentales, del enredo y fuga de mortales y espíritus, de la avidez de conocimiento con experiencias inauditas y, finalmente, del ardor de un desembarco en un lecho prodigioso que ningún otro rey poseyó.
Ulises es el trastorno de todo pensamiento y el anhelo de plenitud.
Todo comenzó con el dulcísimo desvestirse de tres diosas por un premio inmortal: ¡la manzana de oro de la belleza suprema! Así se desnudaron ante el árbitro humano divinamente elegido: era el apuesto y rubio Paris, el deseado príncipe de Ilio. Afrodita le susurró una promesa secreta.
Por eso la exposición de Forlì es una embriagadora antología de desnudos femeninos, de miembros y venas, de carnes turgentes y movimientos, como nunca han podido disfrutar los romañeses, ni siquiera en los veinte años de su benévolo paisano. Una exhibición cósmica del amor humano, siempre anhelado y siempre tumultuoso de ansiedades, peligros, choques y lamentos. En los encuentros y conflictos Ulises se enfrenta y lo intenta, se las ingenia, se evade y llega a la desconcertante y salvadora ’ubris’, pero a veces sabe convertirse en aedo.
Esta es la premisa.
La exposición tiene dos incipits: uno en la imperturbable solemnidad de la basílica dominica donde los dioses olímpicos, titulares de los destinos, se despliegan en su impresionante majestuosidad: un despliegue que vale por toda una temporada de meditación arqueológica, una “obertura” grandiosa, fatalmente propensa a las peripecias de Odiseo; la otra es la inenarrable figura de la Venus calipigia, que se vuelve para contemplar su melodioso cluni, reflejado en las límpidas aguas del labrum de mármol que la rodea. Así, el visitante de este inmenso esfuerzo de Gianfranco Brunelli encuentra un rico viático preludial para un viaje que le conduce inagotablemente a la historia del gran poema homérico.
Una trama que se extiende entre el rapto de Helena por el extático príncipe pastor, y la destrucción de Troya, el “iliou persis” preparado por el engañoso caballo y trágicamente frustrado por Laocoonte; que culmina en el sacrílego desgarro del Paladio en el arca sagrada, debido precisamente a Ulises junto con Diomedes, y que continúa en los dramáticos “nostoi” (retornos) de los indignos comandantes aqueos. El tortuoso y decenal retorno náutico de Ulises, entre hechiceras y sirenas, Lestrigones y Cíclopes, ninfas y doncellas, hasta desembarcar como náufrago de incógnito en su propia Ítaca: aquí el reconocimiento de su nodriza Euriclea, y la batalla con los Proci; finalmente la recompensa a la fidelidad de Penélope y el hallazgo del magnífico lecho conyugal tallado en un solo tronco, casi la recompensa emblemática a las contradicciones de una virilidad excepcional y contradictoria, emblemática en la historia humana.
Una exposición digna de atraer a grandes multitudes, que deja un patrimonio temático de obras de arte sin límites expresivos, desde la antigüedad grecorromana hasta la Edad Media, desde el Renacimiento hasta los siglos modernos y los conos contemporáneos; digna de una larga parada en Forlì, o de repetidos regresos. Un catálogo maravilloso en términos de riqueza cultural, apoyado por un esfuerzo de maquetación y reproducción de excelente mérito por parte de Silvana editoriale.
Sala de la exposición Ulises. L’arte e il mito a Forlì, Musei San Domenico, del 15 de febrero al 21 de junio de 2020 |
Sala de la exposición Ulises. L’arte e il mito a Forlì, Musei San Domenico, del 15 de febrero al 21 de junio de 2020 |
La nave griega de Gela, parte del recorrido de la exposición |
Arte romano, Venus Calipigia (siglo I d.C., copia de un original griego del siglo II a.C.; mármol, altura 165 cm; Nápoles, Museo Arqueológico Nacional) |
John William Waterhouse, Sirena (1900; óleo sobre lienzo, 81 x 53 cm; Londres, Royal Academy of Fine Arts) |
Arte romano, Ulises (siglo I d.C.; mármol, 39 x 47 cm; Sperlonga, Museo Arqueológico Nacional) |
Domenico Beccafumi, Penélope (1519; óleo sobre tabla, 84 x 48 cm; Venecia, Pinacoteca Manfrediniana del Seminario Patriarcale) |
Lèon Belly, Les Sirènes (1867; óleo sobre lienzo, 363 x 300 cm; Saint-Omer, Musée de l’hôtel Sandelin) |
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