Salvadori y Banfo: podríamos haberlo hecho mejor


Reseña de las exposiciones "Né da né verso", de Remo Salvadori, e "Il tempo dei luoghi", de Maura Banfo, organizadas en el marco de las Semanas del Mármol de Carrara.

Artículo publicado originalmente en culturainrivera.it

Tras las interesantes exposiciones de Daniel Spoerri y Andrea Aquilanti, quedaban por reseñar los dos últimos “platos fuertes” de las Semanas del Mármol: las exposiciones de Remo Salvadori (Chiesa delle Lacrime, Piazza del Duomo) y Maura Banfo (Sala Ottagonale del Liceo Artistico). Hacer comparaciones con las dos primeras exposiciones (sobre todo con la de Spoerri) es quizá arriesgado porque se trata de tipos de exposiciones diferentes, pero si uno quisiera aventurarse en tal empresa, podría afirmarse que las exposiciones de Salvadori y Banfo no alcanzan el nivel de las dos mencionadas.



En contra de lo que suele decir una retórica un tanto agotada, Remo Salvadori es un artista que necesita presentación. No tanto porque no sea un artista conocido (ha expuesto varias veces en la Bienal de Venecia y en la Documenta), sino porque su obra se basa en un entramado filosófico que no es inmediato, que requiere un cierto esfuerzo para captarlo (si no en profundidad, al menos de forma que se entienda lo que se tiene delante), y cuyos contenidos corren el peligro de pasar a un segundo plano frente a las formas que ha elegido para expresarlos. La exposición, que consta de cuatro obras, recorre toda la trayectoria artística de Salvadori, comenzando en los años setenta, periodo en el que experimentó por primera vez con la obra Nel momento (una versión de la cual se expone en un fondo de la Piazza Duomo), y pasando por los ochenta con Continuo infinito presente (aunque esta “veta” de la producción de Salvadori continuó en las décadas siguientes: la obra expuesta en Carrara data de 1997) y llegando a producciones más recientes como Soglia (única obra en la Iglesia de las Lágrimas) y Non si volta chi a stella è fisso.

Si las dos intervenciones más logradas pueden considerarse Nel momento y, sobre todo, Soglia, no puede decirse lo mismo de las otras dos obras, también porque querer forzar un diálogo entre lo contemporáneo y lo antiguo (en este caso con el Gigante de Baccio Bandinelli, o incluso con la misma Catedral de Carrara: nada que ver con el fructífero y feliz diálogo que Andrea Aquilanti estableció con el antiguo Hospital de San Giacomo) significa someter la relación a un necesario forzamiento. Que en el caso de la exposición de Salvadori, titulada Ni de ni a, ni siquiera se justifican: no sabemos por qué se colocó Continuo infinito presente alrededor del Gigante, ni por qué se colocó Non si volta chi a stella è fisso (la blancura de los bloques que forman la estrella recuerda la del mármol del Duomo: pero aunque ésta sea la conexión, es demasiado tenue). Y falta también un itinerario que pueda orientar al visitante: una grave carencia si pensamos, como se ha anticipado, que Salvadori no es un artista fácil.

Por supuesto: cada cual es libre de iniciar el recorrido como prefiera. A nosotros, por ejemplo, nos gusta iniciarlo con Soglia, una obra que el artista explica como un cuadrado colocado en diagonal respecto a la puerta que lo acoge: una figura que, en definitiva, se descompone para adoptar lo que percibimos como una forma diferente, siguiendo un ritmo impreso por la velocidad con la que el cuadrado, precisamente, se transforma en la nueva figura. Es una metáfora del paso, de la transformación: el propio umbral (la obra está instalada justo en el umbral de la iglesia) tiene este significado simbólico. El umbral conecta dos lugares diferentes, pero también dos tiempos diferentes: la exposición puede partir de aquí precisamente para subrayar esta atención a los cambios de espacio y de tiempo que representan quizás la bisagra más importante en torno a la cual se desarrolla la reflexión de Salvadori. Una reflexión que resulta especialmente actual si se pone en relación con la velocidad de los cambios que experimenta nuestra sociedad.

Los mismos principios se perciben en la obra Nel momento (En el momento), una plancha de plomo sobre la que el artista ha realizado cortes regulares para crear formas vacías (cuadrados) que se alternan con los sólidos del material, siguiendo un patrón más o menos regular. El artista, con su gesto, ha sentado en esencia las bases de una transformación del material: los espacios vacíos simbolizan los cambios que se producen con el paso del tiempo, y el título alude precisamente al encuentro, “en el momento” en que observamos la obra (pero también “en el momento” en que el artista la crea) entre lugares y épocas que atraviesan el espacio y el tiempo al salir de la escultura de Remo Salvadori. El paso del tiempo está en la base de Continuo infinito presente, un gran anillo de gruesos alambres de acero entrelazados: el círculo, símbolo del cosmos prácticamente desde tiempos inmemoriales, representa la alternancia sin solución de continuidad de las épocas y, al mismo tiempo, el vínculo inseparable entre el espacio y el tiempo, pero también es una metáfora de la creación continua. La exposición puede cerrarse con Non si volta chi a stella è fisso, obra expuesta en 2011 en Hangar Bicocca y que ahora también se exhibe en Carrara: el título hace referencia a una frase de Leonardo da Vinci, que puede interpretarse de diversas maneras. Aquí, los paralelepípedos de mármol se colocan en círculo para crear un vacío que tiene precisamente la forma de una estrella, pero que también recuerda el cuadrante de una brújula: una señal de que la frase de Leonardo puede sonar un poco como “quien sigue su propia dirección no se da la vuelta”. Un cambio, al fin y al cabo, necesita tiempo: el mármol se convierte en tal gracias al tiempo. En una sociedad en la que existe la percepción de que el tiempo corre más deprisa de lo que debería debido a los ritmos frenéticos que nos imponemos, Non si volta chi a stella è fisso suena casi como una última advertencia.

Remo Salvadori, Continuo infinito presente (1997; acero, 700 x 9 cm; Carrara, Piazza del Duomo)
Remo Salvadori, Continuo infinito presente (1997; acero, 700 x 9 cm; Carrara, Piazza del Duomo)


Remo Salvadori, Nel momento. Foto del blog andreapaoletti.com
Remo Salvadori, En el momento. Foto del blog andreapaoletti.com


Remo Salvadori, Non si volta chi a stella è fisso (2016; mármol estatuario, 215x215x72 cm; Carrara, Piazza del Duomo).
Remo Salvadori, Non si volta chi a stella è fisso (2016; mármol estatuario, 215x215x72 cm; Carrara, Piazza del Duomo)


A los problemas antes mencionados (falta de un itinerario o de elementos para crear un recorrido propio entre las obras de Salvadori y, Soglia aparte, lábiles conexiones con el contexto en el que se exponen las obras), se suma la falta de paneles que indiquen la presencia de las obras: algunos visitantes de la Iglesia de las Lágrimas, sin prestar atención a la instalación en la puerta del edificio, se preguntaban dónde estaba la obra de Salvadori. Suena ridículo, pero son escenas que he presenciado realmente: creo que es un indicio de que Ni desde ni hacia tiene importantes problemas de comunicación, aún mayores si pensamos, como se ha dicho, que Salvadori es un artista bastante complicado, que se mueve entre el arte renacentista, del que toma el deseo de referirse a cánones proporcionales específicos que aluden a la armonía inherente a las cosas, y las experiencias contemporáneas de artistas como Brancusi y Judd, con los que el escultor toscano parece compartir formas e incluso intenciones.

En cambio, El tiempo de los lugares de Maura Banfo es una exposición individual. Un enorme nido de resina y zinc, típico de la producción de la artista turinesa, se sitúa en el centro de la Sala Octogonal del Liceo Artistico, con la que sin duda establece una excelente relación escenográfica. El artista explica así su obra en el catálogo de la exposición: “el nido es la proyección del concepto de hogar, el envoltorio que nos envuelve, nuestro equipaje, nuestra memoria. El nido es la metáfora del hogar de la relación y el cuidado, donde cuidado significa ’cuidar’ para ’dar forma’, para ’acompañar la forma’”. De acuerdo: desde tiempos inmemoriales el nido ha sido un símbolo de protección e intimidad, El tiempo de los lugares ofrece un espectáculo altamente escenográfico y muy cautivador para el público, y ciertamente la operación es la más fácil de leer de todas las Semanas de Mármol. Para poder justificar mejor la presencia de Maura Banfo junto a artistas como Spoerri, Aquilanti y Salvadori, ¿no necesitábamos algo más sustancial? Mientras intentamos responder a la pregunta, podemos establecer que la exposición de Maura Banfo puede ser en cualquier caso un buen acercamiento al arte contemporáneo para aquellos que no están muy familiarizados con él, pero incluso en este aspecto podría haberse hecho mejor (con la presencia de un dispositivo de divulgación, por ejemplo: pero ahora se comprende que la falta de divulgación es un problema común a todas las exposiciones de las Semanas del Mármol).

No obstante, no se puede desdeñar un veredicto globalmente positivo sobre las cuatro exposiciones principales de las Semanas del Mármol: se ha ofrecido una interesante panorámica delarte contemporáneo , que esperamos continúe con más fuerza y menos lagunas el año que viene.

Exposición de Maura Banfo
Exposición de Maura Banfo


Maura Banfo, Il tempo dei luoghi (2016; resina y zinc, diámetro 320 cm; Carrara, Sala Ottagonale del Liceo Gentileschi)
Maura Banfo, Il tempo dei luoghi (2016; resina y zinc, diámetro 320 cm; Carrara, Sala Ottagonale del Liceo Gentileschi)


Nido de Maura Banfo en la Sala Octogonal
El nido de Maura Banfo en la Sala Ottagonale



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