Es difícil que el título de una exposición de arte indique de inmediato al visitante la narrativa temática que sugieren las obras expuestas. En el caso de Mondrian-Evolution, actualmente en la Kunstsammlung Nord-Rhein Westfalen de Düsseldorf del 29 de octubre de 2022 al 12 de febrero de 2023, difícilmente podría haberse titulado de otro modo. Intención común con la exposición milanesa Piet Mondrian. De la figuración a la abstracción, celebrada en el MUDEC del 24 de noviembre de 2021 al 27 de marzo de 2022, es acercar al visitante a la increíble variedad de estilos pictóricos recorridos por el artista holandés, antes de su paso al neoplasticismo a partir de mediados de la segunda década del siglo XX.
Organizada por la Fundación Beyeler de Basilea y el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Düsseldorf, en colaboración con el Kunstmuseum Den Haag, la exposición presenta nada menos que noventa lienzos de Piet Cornelis Mondriaan (Amersfoort, 1872 - Nueva York, 1944) con motivo del 150 aniversario de su nacimiento. Las comisarias, Kathrin Beßen y Susanne Meyer-Büser, han elegido (y expuesto) muy bien las obras para contar la historia artística de uno de los artistas más significativos del siglo XX. Los préstamos internacionales (como los del MoMA de Nueva York, la Tate Gallery de Londres y el Kimbell Art Museum de Texas) han tenido un peso nada desdeñable en el éxito de la exposición. La exposición se divide en seis secciones(Paisajes tempranos, Una explosión de colores, Encuentro con el cubismo, Signos, líneas, planos, Neoplasticismo y Ritmo de Piet) y se centra en la notable carrera del artista, desde sus primeras pinturas de paisajes hasta sus obras abstractas posteriores, en una narración que traza las conexiones entre las pinturas que produjo durante sus cinco décadas de carrera. Por este motivo, se trata de una exposición “coral”, si se quiere llamar así, en el sentido de que no destaca ningún cuadro en particular. Más bien, los “puntos focales” de la exposición surgen de los grupos de temas que Mondrian representó, en diferentes estilos pictóricos y con el estudio de diferentes iluminaciones, a lo largo de su carrera: los molinos holandeses, los paisajes de su tierra natal, la iglesia de Domburg, las dunas de las playas belgas. El visitante realiza un interesantísimo recorrido por el arte de Mondrian a través de los distintos estilos que influyeron en el pintor: comenzamos con el paisaje holandés de finales del siglo XIX, el estilo de la escuela pictórica De Haan, influida por el Realismo y el Impresionismo, en la que los interiores y paisajes holandeses son los motivos principales, como muestra el pequeño y precioso retrato de Mujer con huso (1893-1896).
Le siguen obras expresionistas y simbolistas, influidas por las obras de Vincent van Gogh, Jan Toorop y la filosofía teosófica que Mondrian conoció a partir de 1908, gracias a su amistad con las pintoras Jacoba van Heemskerck y Marie Tak van Poortvliet y a través de los textos de Rudolf Steiner y Johann Wolfgang Goethe. Esta etapa se caracteriza por la búsqueda de un lenguaje pictórico que exprese la idea de lo universal. Cuando Mondrian se traslada a París en 1911, sólo puede conocer y adherirse a la corriente cubista de Pablo Picasso y Georges Braques: en las obras de estos años se observa una progresiva reducción del color en la paleta utilizada y la presencia de motivos abstractos en los que las formas están completamente deconstruidas. Sin el encuentro con el cubismo analítico, probablemente tampoco habrían existido el neoplasticismo y la corriente De Stijl, en la que el lenguaje pictórico consiste en líneas rectangulares, planos, signos que son abreviaturas de la realidad.
DeStijl era el nombre de la revista que Mondrian fundó en 1917 tras conocer al pintor e historiador del arte Theo van Doesburg. Las pinturas neoplásticas, consistentes en principio en las infinitas posibilidades de combinar líneas blancas y negras que se encuentran en ángulo recto, y los colores primarios rojo, amarillo y azul, constituyeron la base de la fama de Mondrian. Su estilo de vida y su pasión por el jazz le convirtieron en uno de los protagonistas más importantes de la vanguardia parisina.
Con el Neoplasticismo, el desarrollo de Mondrian parecía haber alcanzado un punto de llegada. En 1940, con el estallido de la II Guerra Mundial, Mondrian emigró a Nueva York, una ciudad con una animada escena cultural y musical: su estilo volvió a verse afectado y cambió una vez más. Mondrian descubrió también la cinta de montaje como material de trabajo moderno y, en lugar de estructuras de líneas negras y superficies blancas de colores primarios, creó composiciones más vivas y de formas libres formadas por franjas adhesivas rojas, amarillas y azules, dando lugar a obras como la famosa Nueva York 1, que en las últimas semanas ha suscitado una gran polémica por haber estado expuesta incorrectamente durante más de setenta años.
Para el visitante de la exposición, resulta evidente que hay varias constantes recurrentes en su obra: en primer lugar, un interés evidente por experimentar con las estructuras y los ritmos de los motivos y las líneas individuales. En segundo lugar, la evocación de la idea de una dimensión espiritual e invisible. Por último, la obra de Mondrian se centró cada vez más en lo esencial de la propia imagen, empezando por el modelo de la naturaleza y continuando con la abstracción progresiva hasta las pinturas abstractas de sus últimos años.
La elección de los comisarios de exponer obras de temática similar creadas en estilos diferentes ilustra perfectamente el concepto de evolución tan caro a Mondrian y que también afecta a la firma del pintor, ya que ésta también evoluciona junto con la evolución de su lenguaje pictórico. El concepto de evolución no debe entenderse en el sentido darwiniano, sino como la realización de experimentos en un intento de alcanzar otro nivel artístico que a su vez aporte nuevas condiciones, una especie de progresión sistemática.
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