Igor Hofbauer: visiones distópicas de los Balcanes entre Hopper y Rodčenko


Reseña de la exposición 'Igor Hofbauer. Fuck Hof' en Carrara, Galería Teké, del 16 de junio al 30 de julio de 2017.

No ha debido de ser tarea fácil para los comisarios de la exposición Fuck Hof ordenar la interminable producción de Igor Hofbauer (Zagreb, 1974), diseñador gráfico e ilustrador croata que es una de las figuras más destacadas de la escena underground contemporánea y autor de una obra considerable. No ha debido de ser fácil, también por el hecho de que la producción de Hofbauer se mantiene siempre a un nivel muy alto: basta con echar un vistazo a sus obras más recientes para darse cuenta de ello. Stefano Dazzi Dvořák, Marco Cirillo Pedri y Alessandra Ioalé (a quienes hay que reconocer el mérito de haber organizado una exposición completa que abarca más de 20 años de la carrera de Igor Hofbauer sin omitir nada) han traído de hecho a Carrara, a la Galería Teké, las últimas obras del artista croata. Sobre todo, cómics: Entre las nuevas obras se encuentra Mister Morgen, una asfixiante colección de relatos cortos en los que las historias de una humanidad variopinta, desesperada, indigente y sin esperanza ni posibilidad de mejorar su condición, se desenvuelven por los arrabales de una ciudad de Europa del Este, una especie de Novi Zagreb oscuro y vacío, el “Nuevo Zagreb” de los enormes bloques de viviendas construidos durante los años de la República Federal Socialista de Yugoslavia, en plena decadencia, que se encarga de dar cuerpo a los miedos y obsesiones del autor.

Una de las salas de la exposición Igor Hofbauer. Joder Hof
Una de las salas de la exposición Igor Hofbauer. Fuck Hof


Escaparate con algunos cómics de Igor Hofbauer
Vitrina con algunos de los cómics de Igor Hofbauer


El feroz sarcasmo es evidente ya desde el título de la obra, tomado del apodo de uno de los cantantes croatas más populares del siglo pasado, Ivo Robić, también conocido como “Mister Morgen” porque Morgen (“Mañana” en alemán) era el título de su canción de mayor éxito: una canción fácil y ligera con una letra llena de alegría y optimismo, publicada en una época (la obra data de 1959) caracterizada por el auge económico y la confianza en el futuro. Y paradójicamente, el personaje que, en la colección de Hofbauer, lleva el nombre de la obra, es un vagabundo que comparte su suerte con otros desahuciados como él. Sentimiento de opresión, desconfianza e incertidumbre emergen de las atmósferas visionarias de Mister Morgen: una obra que, escribe Vittore Baroni en el catálogo de la exposición, “produce una desviación de la norma, una inmersión total en un universo de delirios sociopáticos y alucinaciones eróticas, una prueba de fuego de nuestra sociedad occidental en plena involución”. En esta enigmática sinfonía onírica, curiosamente nostálgica e impregnada de una vena de horror poético, el lector está llamado a rellenar los huecos, intentando apoderarse de los fantasmas de una civilización condenada".

En cambio, Inspektor Gürtel, una obra de 2015, ligeramente anterior por tanto a Mister Morgen, publicada en 2016, parece totalmente opuesta. Totalmente opuesta porque si Mister Morgen es una obra muy personal y, en cierto modo, también autobiográfica y fruto de la experiencia directa del artista, Inspektor Gürtel es, por el contrario, un “entretenimiento total” (por utilizar la misma expresión que Hofbauer utilizó para describir su novela gráfica), lleno de referencias al cómic histórico, al cine y al arte del siglo XX. Es una especie de Dick Tracy balcánico (pero con tonos intensamente noir) que ayuda inmediatamente a familiarizarse con el imaginario del artista. El protagonista es un inspector que se enfrenta a un caso de derramamiento de sangre, que se produce en medio de escenas metafísicas que recuerdan a la Ferrara de Giorgio De Chirico (con una cita directa del Canto d’amore), que el detective con fedora y mackintosh amarillo investiga, deambulando por los sórdidos barrios bajos de una ciudad poblada por improbables vampiros que parecen haber salido directamente de los cuadros de Emil Nolde y sombrías figuras que se encuentran en el mostrador de un bar que cita expresamente Nighthawks de Hopper. Pero también están las películas policíacas y de ciencia ficción de serie b, están las películas de cine negro del cine americano (Hofbauer menciona expresamente El tercer hombre y Chinatown), están los cómics de Charles Burns. Un personaje similar al inspector de Hofbauer vuelve a aparecer, por otra parte, en el cartel diseñado especialmente para la exposición de Carrara, donde se ve a un detective que lleva un gorila a la espalda (el primate es uno de los topoi más frecuentes de su producción) de camino a las canteras de mármol de Apuán: el cartel está precedido por un irónico panel, Majmunov bijeg (“La huida del mono”), donde asistimos al intento (con éxito) del citado detective de llevar al simio rojo a Carrara, entre mil percances.

Igor Hofbauer, Mister Morgen
Igor Hofbauer, Mister Morgen (2016)


Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel
Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel (2015)


Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel, detalle
Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel, detalle


Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel, detalle
Igor Hofbauer, Inspektor Gürtel, detalle


Igor Hofbauer, Fuck Hof
Igor Hofbauer, Fuck Hof (2017)


Igor Hofbauer, Majmunov Bijeg
Igor Hofbauer, Majmunov Bijeg (2017)

Resulta algo difícil establecer un canon dentro de la producción de Hofbauer, aunque sí es posible rastrear los orígenes de su imaginería alienada, que encuentra un terreno fértil en las distopías de cada época: una de las principales referencias es 1984, de George Orwell, libro que se presenta en la exposición en una edición con portada diseñada por Hofbauer (pero también hay ilustraciones que el artista dibuja, en abierta referencia a la película de Michael Redford). El cine, además, es una constante fuente de inspiración: directores como Lynch, Scott o Jodorowsky contribuyen a conformar los distorsionados escenarios en los que Hofbauer ambienta sus creaciones. “Los retratos metropolitanos de la capital croata”, escribe la comisaria Alessandra Ioalè, “son en realidad el verdadero tema de sus historias. Historias imprevisibles y transdimensionales pobladas por inadaptados sociales, marginados, criaturas deformes y formas de vida posdecadentes. Insólitos humanoides subnormales, cuya presencia hace surrealista la atmósfera del relato, a cuyo desarrollo narrativo el autor añade la cantidad justa de sinsentido para crear misterio, duda y despertar incertidumbre, a veces incluso desconcierto y conmoción, en el lector”.

Otra constante en la obra de Hofbauer es la recuperación del arte propagandístico soviético, que un artista de la zona de los Balcanes no puede dejar de abordar. Una recuperación que tiene un doble significado: construir un repertorio del que extraer constantemente imágenes y símbolos, y al mismo tiempo trastocar su significado. Especialmente ilustrativo es un programa de mano en el que, en el interior de una sombría fundición, una cita directa de Aleksandr Rodčenko acompaña a la palabra “Trabajo”, que, sin embargo, es desoída por un par de obreros que se quitan el mono ignífugo y se desnudan para unirse en un abrazo con la mujer que ya tiene las manos metidas en los pantalones del hombre. La estética de Igor Hofbauer hunde sus raíces en el constructivismo ruso, vaciado, sin embargo, de sus significados políticos y aplicado, con sus construcciones geométricas, con su atención a la palabra escrita, con su tendencia a la síntesis, con sus formas planas y bien definidas, a la sociedad metropolitana actual y a todas sus ansiedades. Y del constructivismo, Hofbauer también adopta laimportancia estética como parte del mensaje: una forma de expresarse que también hunde sus raíces en la ilustración croata de la generación anterior (Hofbauer ha señalado a menudo a Boris Bućan como uno de los artistas que más le han influido) y que se basa en gran medida en el estilo para resaltar el contenido. La importancia del pasado, para Hofbauer, reside en su reconocibilidad: es deber del artista actualizarlo en las formas que considere más adecuadas a su tiempo.

Igor Hofbauer, Por trabajo
Igor Hofbauer, Por obra


Igor Hofbauer, Ilustraciones para 1984 de George Orwell
Igor Hofbauer, Ilustraciones para 1984 de George Orwell

Estas características, que han caracterizado el lenguaje de Hofbauer desde sus inicios, también pueden encontrarse en su amplia producción de carteles de conciertos y obras de arte para grupos musicales. Su trabajo para el club Močvara (es decir, “Pantano”) de Zagreb ha sido especialmente intenso en este sentido, con el que siempre ha existido un intercambio mutuo: desde 1999, Igor Hofbauer ha vinculado su nombre al de la sala de conciertos underground croata, y gracias a los flyers producidos en este contexto, su nombre ha empezado a circular ampliamente. Sin más estrategia que la de centrarse en un artista de talento. Los carteles entraron en el imaginario de quienes gravitaban en torno al ambiente underground croata (y de otros lugares), y luego se reunieron en diversas colecciones. Hofbauer contó a Vittore Baroni las circunstancias que le llevaron a Močvara: “En Croacia, los oscuros y difíciles años 90 de Franjo Tuđman, su régimen nacionalista absolutista y la apatía existente en el país provocaron una concentración de frustración juvenil y, como consecuencia, la creación de una plataforma contracultural. Esto desencadenó la creación de todo tipo de organizaciones juveniles en Zagreb. Una de ellas era Močvara. Me conocían y me pidieron que hiciera carteles para sus actos. [...] Me dejé llevar por esa energía y para mí era importante trabajar en los carteles porque me importaba mucho que viniera más gente a escuchar a la banda. También ayudaba a las bandas a descargar su equipo, les ofrecía un lugar para dormir y comer. Así fue como, en definitiva, mis carteles acabaron en las paredes de las calles”.

Se exponen piezas muy llamativas. Está la primera edición serigráfica del cartel que Hofbauer hizo en febrero de este año para el concierto de Teho Tehardo y Blixa Bargeld. Está el cartel para el concierto de Heavy Trash, en el que la estética rockabilly, que aparece a menudo en la producción del artista croata, pudo alzarse como protagonista absoluta de la composición. De nuevo, está el cartel de un importante concierto celebrado en Močvara el 3 de noviembre de 2013, el de Pere Ubu, una de las bandas más importantes de toda la historia del rock. Está el cartel de un concierto de los italianos Figli di Madre Ignota, protagonizado por una especie de versión adulta, distorsionada e inquietante de Thomas the Tank Engine, el dibujo animado inglés de los años ochenta al que pusieron voz Ringo Starr, George Carlin y Alec Baldwin, entre otros. Parecen casi las páginas de un único cuento que abarca dos décadas, capaz de alternar el lenguaje elevado y el bajo, capaz de inspirarse en la gran historia del arte pero también en el folclore balcánico, y sobre todo hábil en su intento de dar una identidad alternativa y nueva a una ciudad deseosa de dejar atrás un pasado pesado y opresivo.

Algunos carteles de Igor Hofbauer
Algunos carteles de Igor Hofbauer


Igor Hofbauer, Cartel del concierto de Teho Teardo y Blixa Bargeld en el Močvara de Zagreb
Igor Hofbauer, Cartel para el concierto de Teho Teardo y Blixa Bargeld en el Močvara de Zagreb (2017)


Igor Hofbauer, Cartel del concierto de Heavy Trash en el Močvara de Zagreb
Igor Hofbauer, Cartel para el concierto de Heavy Trash en el Močvara de Zagreb (2016)


Igor Hofbauer, Cartel del concierto de Pere Ubu en el Močvara de Zagreb
Igor Hofbauer, Cartel para el concierto de Pere Ubu en el Močvara de Zagreb (2013)


Igor Hofbauer, Cartel para el concierto de los Hijos de la Madre Desconocida en el Močvara de Zagreb
Igor Hofbauer, Cartel para el concierto de Children of Mother Unknown en el Močvara Zagreb (2006)

Igor Hofbauer es un artista con un don para el drama. La bajeza, la miseria humana, la desesperación y la alienación de sus personajes que deambulan por los grises edificios en ruinas de una ex Yugoslavia espectral y desolada parecen no dejar esperanza, parecen transmitir que no hay posibilidad de levantarse, o al menos de intentarlo: tras un primer momento de desorientación natural y casi previsible, uno siente una especie de empatía, probablemente acorde con la idea del autor, y sin embargo parece tratarse de personajes que ya están en gran medida condenados. ¿Es posible que detrás de la obra de Hofbauer no se esconda ningún atisbo de positividad? Esta es quizá la pregunta más natural que surge al ver sus cómics, carteles e ilustraciones.

La primera es que las fantasías alucinatorias de Igor Hofbauer suelen ser visiones distópicas más que narraciones exactas, por lo que tienen más el carácter de una advertencia que de una descripción. Con todo lo que esto significa e implica, aunque el artista declaró en una entrevista reciente que no quería atribuir ningún valor social particular a sus cómics. En segundo lugar, si existe la más mínima apertura al cambio, se aprecia en los carteles y los programas de mano. Es ahí donde se encuentra tanto la obstinación de un artista que, prácticamente de la nada, ha conseguido crear una parte importante de la identidad cultural de una ciudad, como cierta voluntad más o menos consciente de oponerse a un intento de reacción, que inevitablemente fluye a través del arte y la música y que puede proporcionar al observador más de un motivo de reflexión. También es necesario subrayar que el arte de Igor Hofbauer parece caracterizarse por una apertura, también hacia el pasado, que se concreta, citando de nuevo el ensayo de la comisaria Alessandra Ioalè, en mirar la tradición y “captar sus ingredientes” para “poder reelaborarla y desarrollarla para que siga siendo pertinente en la transmisión de nuevos mensajes a una comunidad en constante cambio”. El arte de Hofbauer es portador de los “estados de ánimo y costumbres, ansiedades y deseos, anomalías y excesos” de una comunidad concreta (la suya: pero también podría ser la nuestra): corresponde al espectador llenar los espacios que Hofbauer crea entre los pliegues de su producción.


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