Censura, oposición, represión. Pero también coraje, reflexión y revolución. Estos son los temas que animan And They Laughed at Me, la exposición fotográfica inaugurada el pasado 13 de diciembre en el Mudec de Milán, que ofrece una retrospectiva de las obras de la artista iraní Newsha Tavakolian, ganadora del prestigioso concurso Deloitte Photo Grant, promovido por Deloitte Italia con el patrocinio de la Fundación Deloitte y en colaboración con 24ORE Cultura. En la primera edición del premio, más de setecientos autores trabajaron sobre el tema Conexiones para proponer su propia visión de lo que significa estar conectado a nivel humano, profesional, económico y medioambiental.
El famoso lema “Mujer, vida, libertad”, que nació en el movimiento de liberación kurdo y se difundió entre el movimiento de mujeres kurdas, se gritó en las calles de todoIrán, en las más y Newsha Tavalokian, fotógrafa y reportera, sigue siendo portavoz del lema revolucionario de las mujeres iraníes, relatando con sus instantáneas el terrorismo, la represión y el dramático rostro del Irán contemporáneo, desde 1996 hasta hoy. Nacida en Teherán en 1981, hasta 2009 documentó las elecciones presidenciales en Irán, pero las posteriores protestas por el polémico resultado (ganado por el conservador Mahmud Ahmadineyad y cuestionado por irregularidades) y la consiguiente censura en la difusión de imágenes y películas le impidieron continuar temporalmente su labor como fotoperiodista: Por este motivo, decidió dedicarse a la fotografía artística, abordando temas sensibles de la sociedad iraní, en particular los relativos a la mujer, y logrando experimentar, mediante la creación de un lenguaje artístico preciso, formas alternativas de documentar los intensos cambios sociales del país.
El recorrido expositivo, comisariado por Denis Curti, presenta más de setenta imágenes de archivo, tomas inéditas y fotogramas, y se enriquece con descripciones manuscritas de la artista, para implicar al observador de forma aún más íntima y profunda. Explorando su propio pasado, la artista reflexiona sobre su capacidad de reacción ante los acontecimientos y su evolución personal, desde la esperanza juvenil hasta la decepción y la conciencia adulta, pintando un cuadro completo desde una época anterior a las redes sociales hasta la actualidad. La singularidad y madurez de la narrativa propuesta por Tavakolian se revela en la elección de proponer imágenes fragmentarias, imperfectas y, sobre todo, modificadas, lo que se remonta a su intención personal de mostrar, como ella misma dice, “la realidad cruda e inacabada de la que no podemos escapar. Los cambios que no podemos negar y la inexorabilidad del paso del tiempo”.
En línea con esta elección, And They Laughed at Me es, de hecho, el título de un proyecto que también habla de errores, cometidos por una fotógrafa que, en ese momento, no se sentía como tal, una fotógrafa autodidacta que aprendió de sus errores. Este es el verdadero punto de partida de toda la exposición, ya que la artista consigue, en un primer momento, que nos riamos de ella, de su técnica y de sus elecciones estilísticas, para después lanzarnos la cruda verdad de lo que quería contar, mediante la alternancia de elementos propios del reportaje y composiciones conceptuales que revelan el drama de la opresión pero, al mismo tiempo, se proyectan hacia el concepto de libertad. Así, representaciones como la de una mujer atenta a oler una rosa, imagen que se repite siete veces a lo largo de la exposición, se convierten en un verdadero manifiesto de su poética visual.
Entre los múltiples y delicados temas narrados por el artista, uno más que ningún otro consigue emerger con decisión, a saber, la reflexión sobre uno de los instrumentos de represión militar más crueles y violentos del régimen iraní, a saber,el uso de disparar balas de goma a los ojos de los manifestantes, cegándolos finalmente: una práctica seguida por la policía para impedir la difusión de información. Frente a una práctica tan inhumana, el objetivo de la cámara de Newsha Tavakolian sustituye a los ojos torturados y violados de sus compatriotas, y las imágenes que propone, al igual que las balas, estallan ante los ojos del observador.
“De la revisitación de estas imágenes de archivo, con el telón de fondo de acontecimientos una vez más terribles”, explica la artista, “surge un claro rito de paso de las esperanzas y los sueños de juventud hacia la decepción de la realidad y la conclusión de que sólo hay una verdadera elección en la vida: dejarse atraer por la oscuridad o elegir luchar contra la oscuridad e ir hacia la luz”. Las palabras de Newsha Tavakolin, a quien podemos llamar nuestra rawiya, es decir, “la que cuenta una historia” en árabe, resuenan como una advertencia y nos sitúan en una encrucijada: Aceptar con desilusión la deconstrucción de la identidad femenina dentro de la sociedad iraní u observar la realidad circundante y desafiar al opresor, liderando una revolución que se abra camino hacia la libertad y la autodeterminación. Ser reactiva pero, al mismo tiempo, reflexionar: ésta es la elección que la artista ha decidido seguir, y toda su obra es el resultado de la composición de un gran archivo que se configura como un trascendental viaje visual, en la frontera entre la reflexión y la acción.
La impactante exposición fotográfica convence por el hecho de que, al combinar el arte con el documental y desdibujar los límites entre realidad e imaginación, los temas retratados por la artista son la puerta de entrada a un nuevo modo de comunicación, cuyo propósito no es sólo mostrar el rostro dramático de la opresión, sino sensibilizar a la opinión pública sobre la precaria situación social actual de las mujeres iraníes, víctimas de una violencia cada vez más intensa e injustificada. Un tema tan delicado como perturbador, que hunde sus raíces en la condición actual de la mujer iraní y se expande hacia una crítica más amplia de las desigualdades entre el sexo masculino y el femenino.
Una exposición casi suspendida en el tiempo, donde la conquista del pasado está sin resolver y el futuro es incierto. Una gran exposición fotográfica que es casi como un laberinto, dentro del cual se ofrece una mirada a la represión militar iraní y la exploración de la resistencia contra el terror represivo, con vistas a una nueva esperanza para la mujer, símbolo del cambio y testigo del despertar en Irán.
Tavakolian consigue de forma admirable deconstruir la figura femenina tradicional para readaptarla a un presente inmerso en el cambio y fomentar el uso del arte como medio eficaz de autorrepresentación y autoafirmación para oponerse a las consecuencias de la opresión y la violencia. Una batalla para reivindicar la existencia y el valor evidentes de todas las mujeres.
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