Nueve artistas contemporáneos, cada uno con su bagaje y su lenguaje y técnica propios, desde la instalación a la escultura, pasando por la cerámica, el vídeo e incluso la realidad virtual, fueron invitados a relacionarse con el mismo espacio museístico a través de sus obras, según su gusto y estilo personales. El resultado es un proyecto expositivo muy armonioso, en el que, a pesar de la diversidad de los artistas participantes, ninguna obra prevalece sobre las demás en un lugar compartido, y en el que cada una puede leerse como una obra en sí misma pero al mismo tiempo como parte de un todo que hunde sus raíces en la idea fundamental de relación y comunidad. El principio básico en torno al cual se concibió la exposición, concebida por Cinzia Compalati, que no sólo es la comisaria sino también la directora del museo en el que se exhibe hasta el 2 de octubre de 2022, el Museo Guadagnucci de Villa La Rinchiostra de Massa, es que es precisamente la relación la que hace que la propia obra exista: la relación con la comunidad, con el público y con el espacio expositivo.
De hecho, el propio título, All Inclusive, hace referencia no sólo al concepto de inclusión , sino sobre todo al de compartir e interactuar: de hecho, los artistas se comprometieron a interpretar el museo todos juntos, diseñando instalaciones que activaran sus espacios. “Los artistas invitados, todos muy diferentes en cuanto a poética y medios utilizados, fueron seleccionados no tanto por sus aportaciones individuales como por su aptitud para interactuar dentro de un grupo sin precedentes que era más que la suma de sus elementos individuales”, explicó la comisaria. Las nueve “estaciones”, como ella las definió, son por tanto absorbidas por los visitantes como obras e instalaciones de arte contemporáneo ante las que se abandonan totalmente, para experimentarlas captando plenamente el deseo de interacción que subyace en el corazón del proyecto.
La primera con la que se da la bienvenida al público en el parque que rodea el museo subraya plenamente la relación obra-observador, ya que sólo tiene sentido si el visitante interactúa con ella. En Anima, del artista toscano Simone Gori (Florencia, 1986), se invita de hecho al público a mirar dentro de una especie de cerradura creada por el artista en la monumental instalación de mármol: gracias a un espía óptico y a un juego de espejos en el interior, el visitante tiene la oportunidad de observar el cielo, que se convierte en una representación conceptual, mutable y privada del alma, en este caso no del individuo sino del propio material, tan querido por Guadagnucci. La visión que uno tiene será siempre diferente y cambiante según la hora del día y el estado del cielo.
Nada más entrar en el museo, se tendrá la oportunidad de interactuar con una herramienta de realidad aumentada diseñada por Vincenzo Marsiglia (Belvedere Marittimo, 1972): gracias al visor HoloLens 2 que se llevará puesto, los visitantes verán las paredes y las obras del museo coloreadas y decoradas con el patrón icónico del artista, la estrella de cuatro puntas. De hecho, el proyecto Map (Star) the World combina tradición e innovación, pintura de signos y nuevas tecnologías. Una experiencia visionaria que transporta a quien lleve el visor a una realidad paralela hecha de colores, símbolos que agarrar y botones que pulsar virtualmente.
Aldo Giannotti (Génova, 1977) es el responsable de la imagen que guía la exposición: un dibujo en blanco y negro en el que el artista sitúa en el centro el Museo Guadagnucci, de cuyo techo sale disparado un haz de luz, y es gracias a este haz de luz que el museo es avistado por una especie de nave espacial. A partir de este dibujo, el artista genovés realiza una verdadera acción performativa en los locales del museo Massese, de la que queda documentación fotográfica. Un haz de luz colocado en el tejado del Museo Guadagnucci señala en el cielo la posición exacta del lugar de cultura, para invitar a la gente a visitarlo y conocerlo. El proyecto Un Foco Vertical se coloca en la Azotea de la Institución y puede verse desde toda la Ciudad, que en esta ocasión implicaba al Museo Guadagnucci, pretende de hecho iluminar lugares de cultura, convirtiéndolos en hitos de una ciudad.
Uno entra entonces en una fiesta de cumpleaños de los años 80: los paquetes de regalo, la mesa cargada de cosas para comer, como taralli, mozzarella, bocadillos y sándwiches, pizzetas y aceitunas, la pancarta con banderas de colores, todo en cerámica. Esta es la instalación de Giorgio Di Palma (Grottaglie, 1981), concebida por Pigment Bari y realizada con la participación de los ciudadanos de Polignano a Mare, que facilitaron al ceramista imágenes fotográficas de las antiguas fiestas de cumpleaños montadas en casa, con el rincón de los regalos, el de la comida, el rincón cerca de la bebida con la inevitable silla para los padres. Un viaje en el tiempo que trae recuerdos de décadas pasadas, a través de los cuales inevitablemente entra en juego el sentido de comunidad.
El tema de la relación con la comunidad está también en el centro de la performance de Eleonora Chiesa (Génova, 1979), documentada en una sala del museo a través de un vídeo. En 2015, la artista había involucrado a algunos habitantes de Apricale, un pueblo de Liguria en la provincia de Imperia, en su performance Ligereza. Durante la fiesta anual de Apricale, entre el Castillo del Lagarto, la Torracca y la Piazza, Eleonora Chiesa había puesto en escena un proyecto performativo resultante de su residencia artística, a partir del palíndromo latino “In girum imus nocte et consumimur igni” utilizado por Guy Debord en 1978 para la realización de su película. Reflexionando sobre la soledad como condición que puede generar tanto un sentimiento de aislamiento como una reflexión introspectiva, realizó una acción colectiva y participativa en los lugares más representativos del pueblo.
La relación con el entorno es abordada en cambio en otra sala, oscurecida para mayor visibilidad de la instalación, por las tres videoesculturas de alabastro de Aqua Aura (Vimercate, 1969), pseudónimo de una artista que busca lo sublime en nuestro presente. Sobre estas particulares esculturas en forma de iceberg se proyecta la grabación detodo un día subártico: desde la mañana con un cielo luminoso cruzado por nubes blancas hasta un cielo tormentoso, pasando por el crepúsculo y la oscuridad de la noche con el espectáculo de las auroras boreales. La serie Refugios - Sobre la naturaleza misma de la luz, a la que pertenecen las tres esculturas expuestas en el museo, propone así el tema de la relación entre el hombre y la naturaleza.
Poéticas y románticas son las tres parejas de columpios presentadas por el dúo Antonello Ghezzi, formado por Nadia Antonello (Cittadella, 1985) y Paolo Ghezzi (Bolonia, 1980). Siempre vinculados al juego de los niños, los columpios colgados en rincones ad hoc que se encuentran en el interior del museo hablan de amor: en los asientos formados por planos reflectantes se pueden leer tres frases diferentes: Spingiamoci Oltre, Tienimi Forte y Sempre Insieme. Tres exclamaciones que remiten a la magia y despreocupación del amor adolescente, capaz de superarlo todo sólo si se está junto a la persona amada. Como los binomios escritos en los columpios, donde las palabras pierden su significado cuando se separan unas de otras.
Único escultor de la exposición, Sandro Del Pistoia (Viareggio, 1975) propone en diálogo con las obras maestras de Gigi Guadagnucci tres obras suyas que tienen el blanco como color dominante, como los mármoles del maestro, pero realizadas con materiales ligeros como la seda, la cera, la madera y el yeso. Moving Day for the Soul, que recuerda la forma de un saco en cuyo interior se guardan como un tesoro una serie de ramas de madera; Gain of Function / Aumento de función, que representa a un individuo dentro de una jaula dorada; 24/02/2022, que indica la fecha de inicio de la obra pero sobre todo la fecha, conocida por todos, que marcó el comienzo de la guerra en Ucrania.
Por último, el compositor y diseñador sonoro Emiliano Bagnato (La Spezia, 1993) hizo posible que los visitantes escucharan un"diálogo imposible" con el maestro Guadagnucci centrado en Brugiana, una escultura que lleva el nombre de una montaña situada sobre Massa muy querida por el artista. Desde dos radios antiguas llegaba la voz del conocido escultor, tomada de una entrevista realizada por el videoaficionado apuanés Alberto Grossi, intercalada con fragmentos de canciones que Guadagnucci amaba, reinterpretadas por la guitarra de Bagnato. Y el sonido de la naturaleza y del trabajo del mármol sirve de fondo a este diálogo imposible.
La exposición concluye con otra obra del dúo Antonello Ghezzi: una escalera para ir más allá, una palabra escrita en LED en la superficie del espejo, y acercarse así al cielo.
Todo incluido es un homenaje en clave contemporánea no sólo al gran escultor al que está dedicado el museo, sino al museo mismo: los nueve artistas implicados lo han realizado, cada uno a su manera, creando juntos un proyecto agradable a la vista, con el deseo de hacer vivir al visitante una experiencia activa y participativa. Sus obras se integran perfectamente entre las obras maestras del maestro, manteniendo respetuosamente el equilibrio armonioso que caracteriza la exposición permanente. Además, esta idea de inclusión, colaboración y relación tanto con el público como con el entorno, que subyace en todo el proyecto, crea un sentimiento de positividad que, especialmente en este periodo histórico, no debe subestimarse.
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