Entre primicias y marketing. Cómo es la exposición de Yayoi Kusama en Bérgamo


Reseña de la exposición "Yayoi Kusama. Infinito presente", comisariada por Stefano Raimondi (Bérgamo, Palazzo della Ragione, del 17 de noviembre de 2023 al 21 de abril de 2024).

La exposición Infinito presente de Yayoi Kusama en el Palazzo della Ragione de Bérgamo, inaugurada el 17 de noviembre del año pasado y abierta hasta el 21 de abril, está a punto de llegar a su fin. Con un récord de entradas agotadas seis meses después de su inauguración y una afluencia de público de más de noventa mil visitantes, la exposición, comisariada por Stefano Raimondi, se confirma como el último episodio significativo en la historia expositiva institucional del artista japonés en suelo italiano, después de que el año pasado se inaugurara en el Palazzo della Ragione de Bérgamo.artista japonés en suelo italiano, tras las recientes retrospectivas en el Palazzo Reale(A retrospective, 2020-21), MACRO y MAXXI de Roma(Look Now, See Forever, 2018 y Beyond the Limits, 2002), MART de Rovereto(A Dream I Dreamed, 2009) y MADRE de Nápoles(Dots Obsession, 2006). La novedad, con respecto a los casos anteriores, es la presencia por primera vez en Italia de la instalación Fireflies on the water (2002), una de las más logradas Infinity Mirror Rooms de Kusama, cedida por la colección permanente del Whitney Museum of American Art de Nueva York.

La exposición forma parte del programa del Festival de Arte Contemporáneo ARTDATE, un evento organizado por la asociación cultural The Blank y el Palazzo Monti de las ciudades de Bérgamo y Brescia, y se celebra en el vestíbulo del oróbico Palazzo della Regione. De por sí evocador por su arquitectura del siglo XVI y su inserción en el contexto urbano de Bérgamo Alta, el lugar se rediseñó para albergar un itinerario expositivo en espiral esencial y funcional en el que el público pudiera adentrarse, descubriendo poco a poco al artista, hasta llegar al corazón de la exposición, a saber, la instalación medioambiental Luciérnagas sobre el agua.

Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua (2002; espejos, plexiglás, luces y agua, 281,9 x 367 x 367 cm; Nueva York, Whitney Musem of American Art, instalación en Bérgamo, Palazzo della Ragione, 2023) © Yayoi Kusama. Foto: Roberto Marossi
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua (2002; espejos, plexiglás, luces y agua, 281,9 x 367 x 367 cm; Nueva York, Whitney Musem of American Art, instalación en Bérgamo, Palazzo della Ragione, 2023) © Yayoi Kusama. Foto: Roberto Marossi
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle

A lo largo de la pared que conduce a la obra, el visitante puede conocer la biografía de Yayoi Kusama gracias a una cronología gráfica que se despliega a través de los momentos más destacados de la vida de la artista: su infancia, marcada por las difíciles relaciones con su familia (1929-1945), sus años de formación en Tokio y su primera exposición en su Matsumoto natal, Japón, en 1952 (1948-1954), luego sus contactos con Georgia O’Keeffe y su traslado a América (1955-1958), que coincidió con el nacimiento de las Infinity Net Paintings, serie que se convirtió en icónica y consagraría a Yayoi Kusama internacionalmente. De importancia fundamental es 1965, año en el que Kusama comienza a experimentar con la escultura y posteriormente con la instalación y la dimensión ambiental, dando vida a series que tratan temas tanto extremadamente íntimos, como la relación de aversión y repulsión de la artista hacia la esfera sexual, como de trascendencia social, como el consumo excesivo de alimentos en la América de posguerra. También de 1965 es la primera Infinity Mirror Room, que inauguró oficialmente la exitosa serie de instalaciones con las que el artista japonés cuestiona temas universales como el tiempo, el espacio, la memoria, el concepto de infinito, la repetición, la acumulación y la multiplicación. Continuando, la cronología recuerda el vínculo de Kusama con Lucio Fontana, el artista que tuvo el mérito de presentarla clandestinamente en su primera Bienal de Venecia en 1966, y los principales éxitos y actividades colaterales de la década 1967-1977, no sin mencionar el tema de la enfermedad mental que aquejó a la artista, y que la llevó a ingresar voluntariamente en una clínica de Tokio en 1977, donde reside y trabaja actualmente. Las últimas etapas de la cronología relatan el gran redescubrimiento de la artista, gracias a la importante retrospectiva en Nueva York en 1989 y a la invitación de Akira Tatehata a la Bienal de Venecia en 1993, como único artista para el Pabellón japonés.

El pasillo de apertura conduce a la sala central, acondicionada también con las mismas paredes de cartón-yeso que delimitan todo el recorrido expositivo. Es allí donde, bajo la supervisión de un vigilante y un guardia de seguridad que gestionan el flujo con acceso controlado, tras una breve espera se accede por fin al interior de Luciérnagas sobre el agua: se entra solo y se permanece allí un minuto como máximo. El motivo de tanta atención se revela pronto, en cuanto se oye cerrarse tras uno la puerta del cubículo que alberga la obra y se encuentra uno en una pasarela que parece extenderse más allá del umbral de un no-entorno liminal, líquido, suspendido en la nada y en el que el color dominante es el negro: Sin embargo, el entorno no es completamente oscuro gracias a una densa galaxia de pequeñas luces puntiformes, 150 en total, cuyo reflejo se multiplica infinitamente por las láminas de espejos de cuatro de las seis superficies internas de la cámara, con claras referencias al mito de Narciso que siempre ha sido muy querido por el artista. El suelo, al estar cubierto por una capa de agua, contribuye a su manera al efecto visual de reflejo y multiplicación de la vista, mientras que el vacío creado se llena con el silencio que envuelve el conjunto. La instalación genera la percepción de encontrarse en una dimensión irreal, desprovista de puntos de referencia y de coordenadas espacio-temporales, en la que las únicas certezas a las que aferrarse son las pequeñas fuentes de luz, de las que es imposible comprender qué las alimenta o qué indican: simplemente existen. El resultado es un abanico de sensaciones, percepciones y emociones que van desde un estado de bienestar y paz, liberación y placer, hasta una sensación de desconcierto, claustrofobia, miedo y ansiedad. El silencio y la oscuridad, apenas fragmentados por las luces, podrían sugerir igualmente la idea de estar dentro de un capullo o una placenta, donde, en definitiva, la chispa de la vida acaba de encenderse y espera a tomar forma; y sin embargo, al mismo tiempo, los espejos amplifican infinitamente la oscuridad y la propia imagen suspendida en ella, obligando al visitante a una confrontación con su yo interior y cristalizándolo así en un presente infinito.

Una vez superada la obra, se continúa por un último pasillo que conduce a una pequeña sala dedicada a una actividad interactiva ofrecida a los visitantes: invitados a dejar una señal de su visita, tienen la oportunidad de decorar las pegatinas redondas rojas y plateadas que se reciben gratuitamente a la entrada, y aplicarlas donde deseen en las paredes verticales de la sala. El efecto visual es el de una superposición de escamas translúcidas aparentemente infinitas, en consonancia con el tema de la exposición, que sirve para hacerse una idea de la presencia masiva de visitantes que participan y de la acogida del proyecto expositivo por parte del público.

Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle
Yayoi Kusama, Luciérnagas sobre el agua, detalle
Venecia, 1966 - XXXIII edición de la Bienal de Arte de Venecia. Los artistas Yayoi Kusama y Lucio Fontana durante la performance (pirata) Narcissus Garden en los Giardini della Biennale. © Gianni Berengo Gardin, cortesía de Fondazione Forma per la Fotografia
Venecia, 1966 - XXXIII edición de la Bienal de Arte de Venecia. Los artistas Yayoi Kusama y Lucio Fontana durante la performance (pirata) Narcissus Garden en los Giardini della Biennale. © Gianni Berengo Gardin, cortesía de Fondazione Forma per la Fotografia
Yayoi Kusama con Luciérnagas sobre el agua. © Yayoi Kusama. Foto: Jason Schmidt
Yayoi Kusama con Luciérnagas sobre el agua. © Yayoi Kusama. Foto: Jason Schmidt

Esta iniciativa, elegida para implicar al público y difundir así el eco de la exposición, refleja una estrategia de marketing muy frecuente (pero no siempre convincente) en el negocio de los eventos, encaminada a convertir al visitante en protagonista y parte activa del acontecimiento. Aunque aquí se da la idea del amplio tránsito por la exposición, esta última parte parece restar espacio al itinerario que quizá podría haberse dedicado más a profundizar en la obra de Kusama, y se reduce a un horror vacui de inscripciones, firmas, dibujos y garabatos que, por un lado, son en su mayor parte apenas legibles, ya que están sepultados por las capas más superficiales. enterradas por las capas más superficiales, y por otro lado dan cabida a intervenciones que a menudo no están en consonancia con el tema de la exposición, incluidos dibujos vulgares y garabatos sin valor. Con el resultado de un gran desorden visual que puede ser traducible en una cifra, aunque sea aproximada, sobre el número de visitantes animados, pero que no deja huellas relevantes sobre el poso emocional suscitado por la experiencia de la visita.

En definitiva, a priori al gusto personal, aceptando el compromiso del inevitable componente interactivo y pasando por alto (con no poco pesar) algunos errores gramaticales y temporal-consecutivos en los textos que acompañan el recorrido, la exposición Presente Infinito es una experiencia estimulante para conocer, pero sobre todo para comprender el arte del presente.experiencia estimulante para conocer, pero sobre todo para vivir en primera persona el arte de Yayoi Kusama y su centralidad en el contexto contemporáneo, con la más que rara oportunidad de experimentar física y sensorialmente una de sus famosas Infinity Mirror Rooms, de otro modo sólo disponible en suelo estadounidense.


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