Safe and Sound en el MAMbo de Bolonia no es tanto una exposición como una declaración de intenciones. La que les comento es sólo una de las posibles exposiciones a visitar porque hay mucho más que hacer, actuar e interactuar que lo que se expone. Pero vayamos por orden. El proyecto (un verdadero proyecto de escritor hecho de dibujos y palabras) nos llega ya en la taquilla donde cuatro intervenciones han invadido los espacios habituales de recepción: en las paredes los bocetos de las ideas jamás realizadas para esta exposición (digna del MoRE. Museo de proyectos artísticos rechazados e irrealizados), dos neones de Cicli Continui y los primeros juegos: si eres artista (pero también si no lo eres) puedes dejar tu obra en las taquillas, en Lockers, mientras dure la exposición, luego (nos dice el artista) “escríbelo en tu cv”; si quieres salir, puedes hacerlo (sin haber pagado la entrada) a través de la instalación Safe/Dangerous Exit, puerta de bar o pasadizo dibujado en la pared. La declaración de intenciones está hecha: hay caminos, opciones, puertas correderas, en la libertad de cada uno la posibilidad de escribir (o anular) nuevas reglas.
Con mapa en mano (dibujado por el propio artista para ayudarnos a no perdernos), entramos en la Sala delle Ciminiere y activamos, como en una gran escape room, todos los cortocircuitos de Giannotti: lingüísticos, visuales (siempre presentes en su obra) pero, en este caso, también espaciales, perceptivos y semánticos. Los Otros es la antesala de la exposición que en cambio se ha realizado: en una pantalla de cine ves a “otros” en una situación similar a la tuya, en otra “antiexposición”, no entiendes, pero confías. Sigues adelante. Y ¡bum! Ahí viene la subversión, total, del concepto de institución museística, de lo que es seguro y lo que no, de lo que está permitido o no en una exposición. Pero también en la calle, en Bolonia, en el mundo. Se cuestionan las normas, las mismas que están tan firmemente arraigadas en los museos.
Los visitantes entran en contacto con una realidad en la que son libres de ejercer posibles alternativas de comportamiento, en la que están acompañados por custodios/intérpretes que simplemente hacen cosas a las que no estamos acostumbrados. Hacen muchas, siempre nuevas, siempre diferentes. Y quizá nos guste más el museo.
Participa. Dibujas en la pared el tiempo de la exposición que pasa. Te familiarizas con el lugar. Conoces a Aldo (que por cierto ni siquiera se llama Aldo sino Giosia Rinaldo) en Cosas que me duelen y miras a tu alrededor. Si por alguna extraña razón llevas una motosierra, puedes cortar el cartón yeso y llevarte una obra a casa(esto ocurrió el 9 de mayo).
Ruta sugerida para visitar la exposición |
Taquillas |
Salida segura/peligrosa |
Cosas que me hacen daño |
La motosierra |
El robo-performance del 9 de mayo |
La motosierra |
Por fin te sientes seguro de ti mismo. Tienes ganas de descubrir más. Ya hace tiempo que has visto que hay un agujero, en lo alto de la pared, que te conecta a través de El Pasaje. Después de Aldo Rossi directamente a las salas de la colección permanente. Pero espere a subir, aún le queda mucho por experimentar.
Algunas obras del pasado anticipan la figura del “desecho” de Giannotti, en Vigilancia Mutua conectas (en una acción de ayuda mutua entre museos) con las salas del MAMbo de Bogotá. Los museos también deberían hacer esto: cuidarse mutuamente. (Cuando visité la exposición, la conexión estaba interrumpida debido a las protestas callejeras que tenían lugar en la capital colombiana. Cierto o no, no me importó en absoluto. De hecho, la instalación funcionó de todos modos).
En la siguiente sala, con Escalera móvil, entramos en una instalación simbólica en la que se saltan las normas del museo y, para ver las obras, los visitantes tienen que mover las escaleras mecánicas y subir por ellas por su cuenta y riesgo. Se disfruta porque gusta el sentido de lo absurdo y lo novedoso. Un gran espacio está dedicado a los Eventos Satélite, por ahora es un espacio blanco con unas cuerdas en la pared, que irá tomando forma y sustancia a lo largo del verano con el programa de eventos comisariados por el propio Giannotti.
El pasaje después de Aldo Rossi |
Vigilancia mutua |
Vigilancia mutua |
Escalera móvil |
Escalera móvil |
Eventos satélite |
En marcha y hacia arriba. Recorres un andamio-instalación con obras colocadas en una galería cuesta arriba, y te encuentras en las (in)tocables salas de la colección permanente donde Aldo no para y en doce estaciones (gracias a sus instrucciones) interpreta el museo jugando al escondite, aplaudiendo, bailando, inventando historias, doblando postales que componen una intervención colectiva.
Cuando vuelves a bajar, sintiéndote feliz (porque ésta es una exposición que da alegría), miras un poco más a tu alrededor y te diriges a la salida. Y ahí estás, en la sala final, tú eres “los otros” (o “los otros somos nosotros” como dice una canción de Umberto Tozzi) ahí delante de una megapantalla gemela viendo quién está a punto de comenzar esta experiencia expositiva. Todo encaja, la exposición de palíndromos cobra sentido y el gran neón Welcome and Goodbye lo explica todo en dos palabras.
Vuelves a la calle, a Via Don Minzoni, y el pequeño cartel La Columna (en el que antes no habías pensado demasiado) te atrae ahora. En la Sala delle Ciminiere es sólo cartón yeso inaccesible, aquí es el pasaje que conecta “el interior” con “el exterior”, el público especializado del museo con la gente que pasa por la calle. Ya no hay barreras, al fin y al cabo, incluso el túnel que te sumerge en las colecciones permanentes (al final de la exposición habrá un rastro de cristal de la intervención de Giannotti) o las incursiones artísticas en el vestíbulo ya habían desafiado las costumbres museísticas. Se trata de un proyecto político, social y participativo que, al desencadenar nuevos procesos de decisión, esboza nuevas geografías culturales. Hay ironía, estudio, pensamiento y visión. Salimos sanos y salvos.
Interpretar el museo |
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La columna |
Los otros |
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