Luz fría. Alucinaciones siderales. Las sombras surrealistas de la psique se extienden y dilatan a orillas del Arno hasta el próximo mes de febrero. Pisa, Palazzo Blu: un laberíntico despliegue en tonos cobalto ilumina los vestigios de los “antiguos” sueños de Salvador Dalí (1904-1989). Paredes entrelazadas escaladas en azules y turquesas de ensueño sujetan al visitante en las garras de la clásica reinterpretación surrealista de Dalí. Uno de los muchos desafíos experimentados entre sentimientos de venganza y aspiración a la eternidad por el egocéntrico talento catalán. Las dos plantas de la exposición luchan por contener la personalidad polimorfa y avasalladora del polifacético y maniático espíritu de Figueres. No es poca cosa clavar en la pared todo ese reguero de inquietud y angustia que se presenta por primera vez en Italia como un conjunto estilístico y temático uniforme. Aproximadamente ciento cincuenta obras de una triple procedencia -Teatro Museo Dalí de Figueres, Museo de San Petersburgo en Florida y Museos Vaticanos. Petersburg en Florida y los Museos Vaticanos, de donde llega con gran pompa y circunstancia la ambigua Trinidad de 1960- divididas en cuatro núcleos ideales: los paisajes de la “nueva era de la pintura mística” de los años cincuenta-principios de los sesenta, donde el ángel-musa de la esposa planea en los grises intemporales de los espacios nacarados; las ilustraciones en gouache, acuarela y sanguina de la Divina Comedia, creadas entre 1950 y 1952 e impresas en fotograbado en relieve entre 1959 y 1963; los dibujos que relatan la legendaria Vida de Benvenuto Cellini, maestro orfebre y espíritu ecléctico al que Dalí veneraba, sintiéndose afín a su polifacético personaje; “el sueño de lo clásico” de los óleos sobre lienzo -extraídos de las tumbas de Lorenzo y Giuliano de’ Medici y de la Piedad de Miguel Ángel- de principios de los años ochenta, entre las últimas obras creadas por el artista.
Salvador Dalí, Eco geológico. De la Piedad de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Ilustración para La autobiografía de Benvenuto Cellini (1945; acuarela y tinta sobre papel, 27,3 x 18,9 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Ilustración para La autobiografía de Benvenuto Cellini (1945; acuarela y tinta sobre papel, 25 x 14,3 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Por sublime que sea, el Dalí de las últimas representaciones expuestas en Pisa parece un poco compasivo. Un signo pletórico a veces forzado. Antitético al de los Cánticos de la Comedia: fresco, brillante, esencial. “Ligeros rastros de humedad sobre un queso divino. Quiero que mis acuarelas tengan el brillo de las alas de una mariposa”, escribió sobre el Divino desafío. De una sala a otra fluyen estrechamente Inferno, Purgatorio, Paradiso, mientras que los últimos jadeos “clásicos” de inmortalidad se reflejan en un empalago más pomposo y se pierden en un virtuosismo manierista que redundan en los temas. A menudo pedante y pesado es el exceso de decorativismo. Una mano cansada, aunque incuestionablemente brillante. Las claves de su vida se mezclan como un suave reloj de bolsillo. Atmósferas simbolistas, metafísica, surrealismo, cubismo. Abismos y deslumbramientos de la psique. Alteraciones y alucinaciones de la conciencia. Ciencia, religión y misticismo ensamblados en la metamorfosis obsesiva y la calma ilusoria de la forma. Procesos combinatorios. Residuos de la pintura corpuscular. Huellas místico-nucleares. El signo caligráfico que irrumpe prepotente (y torpemente) en la escena, llenando las figuras y saturando el lienzo (véase Aurora y Crepúsculo de la tumba de Lorenzo de Médicis, 1982). Cristo, El Guerrero, Giuliano de ’ Medici (1982): fragmentos de los sueños esculpidos de Miguel Ángel inmortalizados y ampliados en lienzos de gran formato a caballo entre la idea y la materia. Representación simultánea de la realidad exterior e interior. El mármol miguelangelesco de la Piedad (1982) se transforma en roca perforada. Una gruyère geológica de la que emerge el mar. Compenetración entre figura y paisaje. En el Moisés (1982), rápidas pinceladas espesan destellos de luz amarilla y naranja: enmarcan formas y siluetean miembros sobre fondos místicos iridiscentes. Segmentos de bordes horizontales marcan los cuadros. Las líneas rectas se pierden en perspectivas renacentistas y figuras diagonales. El océano y el cielo recortan el horizonte licuándose. Los paisajes se encarnan en las ventanas abiertas de los rostros, mientras nubes más o menos amenazadoras los empolvan. En la oreja de Lorenzo de Médicis (1982) se funde indefectiblemente la “cebolla” del tiempo. La memoria persiste y se expande de nuevo. El surrealismo convoca la clasicidad, intentando aprisionarla.
Salvador Dalí, Sin título. Noche de la tumba de Giuliano de’ Medici de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 67 x 95 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Sin título. Día de la tumba de Giuliano de’ Medici de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 67,2 x 95 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Sin título. Giuliano de’ Medici de La tumba de Giuliano de’ Medici de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 140 x 95 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Sin título. Giuliano de’ Medici de La tumba de Giuliano de’ Medici de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 140 x 95 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, El guerrero o Los embozados. Lorenzo de’ Medici de La tumba de Lorenzo de’ Medici de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Una vuelta al orden pretendidamente desapasionada y autorreferencial que hasta en las últimas pinceladas de los años ochenta pretende asombrar y hechizar. Haciéndose eco de la lección del clásico redescubierto en los años 40 en tierras americanas tras su expulsión del grupo surrealista. Luchando espasmódicamente hacia la inmortalidad. Tensión buscada entre las summae artísticas de Miguel Ángel in primis; Dante, Rafael, Bronzino y Perugino después. Reinterpretaciones que evocan con nostalgia una vida dedicada al arte, a la que Dalí intenta aferrarse hasta la muerte. Apuntando al ideal perdido. Partiendo de las alegrías perfectas del Renacimiento y de la técnica admirable de los dioses del pasado: “Empieza a dibujar y pintar como los viejos maestros. Después podrás hacer lo que quieras: todo el mundo te respetará”. Y de nuevo: “Si te niegas a estudiar la anatomía, el arte del dibujo y de la perspectiva, las matemáticas de la estética y la ciencia del color, déjame decirte que eso es un signo más de sillón que de genio”. Escribió tras su estancia en la Península: "Soy todo cánones geométricos, medidas, proporciones. El poder iconográfico del arte clásico se convierte en un instrumento para interpretar la propia realidad según el método paranoico-crítico. Fusionando la realidad tangible con la dimensión poética de los sueños. En busca de la cuarta dimensión, como se titula uno de sus cuadros de 1979. Otra lección-visión de Dalí.
Exposición: Salvador Dalí, El sueño de lo clásico (Pisa, Palazzo Blu, 1 de octubre de 2016 - 5 de febrero de 2017)
Salvador Dalí, Sin título. Moisés de la tumba de Julio II de Miguel Ángel (1982; óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Salvador Dalí, Los príncipes del valle florido, Purgatorio, vol. I, Canto VII. I, Canto VII. Ilustración para la Divina Comedia (1959-1963; fotograbado en relieve con transposición xilográfica sobre papel, 33 x 26,4 cm; Figueres, Fundació Gala-Salvador Dalí). ©Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí by SIAE 2016 |
Català-Roca, Francesc, Salvador Dalí con la cruz hipercúbica (1953). ©Català-Roca/Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres, 2016. Derechos de imagen de Salvador Dalí reservados. Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres, 2016 |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.