¿El San Juan Bautista expuesto en Camaiore es de Caravaggio?


Reseña de la exposición "Caravaggio en Camaiore" (Camaiore, Museo de Arte Sacro, del 15 de octubre al 31 de diciembre de 2021).

Nápoles, 29 de julio de 1610. Deodato Gentile, obispo de Caserta, escribió una carta al cardenal Scipione Borghese informándole de que Michelangelo Merisi, el Caravaggio, había muerto en Porto Ercole, “donde cayó enfermo y dejó su vida”. La “felluca” que lo había llevado a la playa toscana, informa Gentile, había regresado a Nápoles con “las pertenencias” que el artista llevaba consigo, y que fueron entregadas a la marquesa Costanza Colonna, residente en Chiaia: entre las posesiones del pintor había tres cuadros, “li doi S. Giovanni, e la Madalena”. Gentile envía a rogar a la marquesa “que los tenga bien guardados, que no se estropeen, sin dejarlos ver, ni que vayan a manos de nadie”. 31 de julio: Gentile escribe de nuevo a Scipione Borghese para informarle de que el prior de Capua se ha apoderado de las obras. Caravaggio había sido caballero de Malta y el prior, máximo representante de la Orden en el reino de Nápoles, reclamaba los cuadros como herencia. El asunto se resolvió con la intervención del virrey, Pedro Fernández de Castro y Andrade, conde de Lemos, que también mandó ejecutar una copia de uno de los “doi S. Giovanni”. Finalmente, uno de los dos llegó a manos de Escipión Borghese. Se trata del San Juan Bautista que hoy figura entre las piezas más admiradas de la Galería Borghese de Roma. Del otro desconocemos el destino.

Así podría empezar la historia de San Juan Bautista acostado, un cuadro que hasta el 31 de diciembre de 2021 los especialistas en Caravaggio y los amantes de la pintura y de la historia del arte podrán contemplar de cerca en el Museo de Arte Sacro de Camaiore, el bello pueblo de Versilia que tiene el honor de ser el primer lugar italiano de la historia en mostrar al público este cuadro, hoy propiedad de un coleccionista maltés. Podría empezar así, porque en torno a esta obra no hay certezas. Existen, por supuesto, las opiniones de algunos expertos, hay documentos que podrían estar relacionados con el cuadro, hay algunas investigaciones diagnósticas realizadas recientemente. Sin embargo, faltan elementos decisivos. Y, sobre todo, hay un cuadro muy difícil de juzgar. La invención podría pertenecer fácilmente a Caravaggio, y en particular al último Caravaggio. El de San Juan Bautista de la Galería Borghese y el Martirio de Santa Úrsula, o la Magdalena en éxtasis, sin ir más lejos. La figura de San Juan está extendida sobre el paño rojo, omnipresente en la obra posterior de Merisi, iluminada por destellos que se detienen en sus muslos y en su brazo derecho, e inmersa en un paisaje rocoso sombrío, apenas distinguible, otra presencia recurrente en los cuadros de la última fase de la carrera de Caravaggio. A los pies de San Juan se encuentra la cruz, su atributo iconográfico, alrededor de la cual se aferra una serpiente.



Sin embargo, es la ejecución la que deja perplejo, aunque la lectura de la obra se ve socavada por el estado en que ha llegado hasta nosotros tras haber atravesado cuatro siglos de historia. La superficie pictórica está muy maltratada: las restauraciones que ha sufrido el lienzo a lo largo de los años, los daños debidos a las filtraciones de agua, algunas partes en las que la redacción está muy raída han hecho que este San Juan Bautista yacente sea poco más que una sombra de lo que debía ser en un principio. El rostro es casi irreconocible. En cambio, es mejor la parte inferior del cuerpo. Las dos variantes han sido objeto de debate desde 2009, año en que Maurizio Marini publicó por primera vez la versión maltesa (pero del cuadro en sí se viene hablando desde antes, ya que el ejemplo de Múnich se conoce desde los años setenta). La obra resurgió en 2009, cuando su actual propietario la adquirió en una subasta de la casa estadounidense Thomaston. Desde entonces, varios estudiosos han comentado el cuadro.

Atribuido a Caravaggio, San Juan Bautista acostado (óleo sobre lienzo, 107 x 143 cm; Malta, Colección particular)
Atribuido a Caravaggio, San Juan Bautista acostado (óleo sobre lienzo, 107 x 143 cm; Malta, colección privada)
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore
Montaje de la exposición Caravaggio en Camaiore

Marini era partidario del ejemplar muniqués, y como él, otros. En cambio, Roberta Lapucci y Mina Gregori defendieron la versión maltesa. Lapucci aduce elementos técnicos: la presencia de incisiones en el brazo derecho, en la cara interna de los muslos y en los paños a la altura de la entrepierna (se ha dicho que la parte inferior del cuerpo de Giovannino es la porción más interesante del cuadro), cierta superposición de las capas pictóricas, un indicio de pincelada en zigzag en el antebrazo izquierdo. Es decir, todas las características compatibles con el modus operandi de Caravaggio. Mina Gregori, por su parte, recibió un dictamen pericial en 2019, elaborado antes de que el cuadro maltés fuera llevado a Japón, durante una gira que llevó varias obras maestras de Michelangelo Merisi, procedentes de museos italianos y colecciones privadas, a tres museos de Sapporo, Nagoya y Osaka. En aquella ocasión, el San Juan Bautista acost ado se presentó como atribuido a Caravaggio, junto a cuyo nombre aparecía un inconfundible signo de interrogación. Gregori, en su ponencia, citaba una investigación de inventario realizada unos meses antes por Nadia Bastogi, que cotejaba el cuadro maltés con el “lienzo de San Juan Bautista en el desierto recostado sobre un paño rojo desnudo de Caravaggio con decoración dorada con arabescos tallados” registrado en el inventario de 1641 de las colecciones de los Médicis en la Villa del Poggio Imperiale. No sabemos cómo llegó allí: tal vez a través de un caballero maltés de origen florentino, quizá Antonio Martelli o Filippo dell’Antella, ambos cercanos a los Médicis. En inventarios posteriores, también del siglo XVII, se menciona un “San Juan Bautista yacente con una cruz de caña a sus pies”: según Bastogi y Gregori, la mención de la “cruz de caña” sería decisiva en la medida en que, en el cuadro alemán, está en el suelo, y no cerca de los pies de San Juan como en el cuadro expuesto en Camaiore. Otro punto a favor serían las medidas del inventario, más parecidas a las del cuadro maltés que a las de la versión muniquesa. La obra mencionada en las colecciones de los Médicis sufrió después varios traslados: del Palazzetto mediceo de Livorno, y después de nuevo en Florencia entre 1716 y 1723 (pero en el Palazzo Pitti). Después, nada: la obra abandonó las colecciones Médicis en un momento indeterminado. Y el San Juan Bautista y acente hoy en Malta reaparecería más tarde, en 1860, en Boston. Sin embargo, todavía no ha aparecido ninguna prueba sólida que vincule el cuadro expuesto en Camaiore, presente por tanto en América desde el siglo XIX, con el cuadro mencionado en las colecciones de los Médicis.

Quien se manifestó inmediatamente en contra del cuadro maltés fue Pietro Di Loreto, el único, junto con Vittorio Sgarbi, que se pronunció públicamente tras visitar la exposición en Camaiore. “La idea de estar ante una obra maestra se ha evaporado por completo en favor de una copia, probablemente coetánea, realizada por un estrecho seguidor del genio lombardo”, escribió Di Loreto en About Art online. “Ciertamente, hay que reconocer que el cuadro ha sufrido diversas restauraciones y retoques malsanos anteriores que han comprometido su redacción, privándolo en gran parte del material original hasta el punto de que incluso un somero análisis visual se ve ahora obstaculizado, pero lo que se puede entender en términos de ductus y técnica nos lleva a excluir -al menos en opinión del que escribe- que la mano del Maestro estuviera implicada”. Y, por último, va al grano: “el cuadro sub judice expuesto en Camaiore, procedente de Malta, sólo podría ser una copia del de Múnich (suponiendo que éste sea el original, algo que algunos exégetas de Caravaggio no contemplan) y si tenemos en cuenta lo mucho que Merisi se oponía a conceder a nadie la posibilidad de copiar sus obras maestras, debemos considerar que el cuadro de Camaiore puede ser -aunque contemporáneo- unos años posterior a la muerte del artista en 1610)”. Sgarbi suspendió el juicio, declarando en un artículo publicado en il Giornale que el estado del cuadro “sugiere no tomar posición”.

Además, no es seguro que el cuadro expuesto en Versilia sea uno de “doi S. Giovanni”. Hay al menos otros tres cuadros que compiten por el segundo puesto: el San Juan en la fuente con cordero de una colección privada de Londres, el San Juan en la fuente de una colección de Roma y el San Juan en la fuente con paisaje, otra obra de una colección privada maltesa cedida al Museo de Bellas Artes de La Valeta.

Así pues, la historia del San Juan Bautista acost ado dista mucho de ser clara y fácil de resolver. Y el problema de las copias de Caravaggio es muy intrincado: de la mayoría de los cuadros del pintor lombardo se conoce más de una copia. La lista es larga: el San Francisco en éxtasis, por ejemplo. LaCoronación de espinas de Prato, de la que se sabe que se conserva un espléndido ejemplar en Génova, en la iglesia de San Bartolomeo della Certosa. O la Magdalena en éxtasis, replicada varias veces, y a pesar de esta abundancia aún no hemos llegado a comprender cuál es el prototipo, si es que se trata de una de las versiones conocidas. Y luego está elEcce Homo que ha aparecido recientemente en el mercado, el que estuvo a punto de salir a subasta en Madrid, en la casa Ansorena, antes de ser retirado por el gran revuelo que causó, ya que era candidato a ser un autógrafo. Por citar sólo los más famosos. Y el Giovannino expuesto en Camaiore es sólo el último de la serie.

Sin embargo, no se habla de “copias” con un sesgo reduccionista: algunas son de una calidad sublime. Y también se sabe que el propio Caravaggio realizó variantes de sus cuadros. Ahora bien, el cuadro expuesto en Camaiore se encuentra en demasiado mal estado para poder argumentar a favor con sólo mirar la obra, también porque la iluminación no ayuda, ya que fue concebido para una visión exclusivamente frontal. De hecho, se ha creado un montaje ciertamente escenográfico y evocador, en el que el cuadro se revela a los visitantes en el salón de actos de la Cofradía del Santísimo Sacramento, cuyos voluntarios garantizan la apertura del museo. Un montaje destinado a recrear la atmósfera de recogimiento que el cuadro debió de inspirar a sus antiguos propietarios, pero poco adecuado para hacerse una idea global de la obra. Sin embargo, la exposición de Camaiore merece una visita (que para los especialistas se diría obligatoria): en primer lugar, porque no estamos ante una obra arriesgada. San Juan Bautista tumbado es un cuadro sobre el que han opinado críticos autorizados, aunque es una obra que hasta ahora ha recibido poco favor. Se trata, pues, de un cuadro que hay que contemplar con gran interés. En segundo lugar, porque la exposición ofrece una oportunidad significativa para avanzar en nuestro conocimiento del último Caravaggio: aun admitiendo que no se trata de un autógrafo, la importancia de este cuadro es incuestionable, aunque sólo sea como documento. Y además, sobre todo pensando en un público que en los últimos años ha oído hablar a menudo de Caravaggio en virtud de los numerosos cuadros que han surgido para competir por un lugar en su catálogo, proponiéndose unas veces como candidatos autorizados y otras como atrevidas boutades, la exposición merece una visita para darse cuenta de lo complejo que es el tema de las atribuciones. De las obras de arte en general, y de Caravaggio en particular.


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