El nuevo Museo dell’Opera del Duomo de Florencia acoge hasta el 26 de febrero de 2017 Donatello y Verrocchio. Obras maestras redescubiertas.
La exposición presenta, de hecho, dos grandes obras maestras de dos artistas igualmente grandes de la Florencia del siglo XV: el busto de terracota que representa a San Lorenzo, atribuido a Donatello, y un relieve, también de terracota, que tiene como tema la Decapitación de San Juan Bautista. Este último tiene el mismo tema, tamaño, composición y construcción perspectiva-arquitectónica que la escena encargada a Andrea del Verrocchio para el extraordinario Altar de Plata, pieza simbólica del patrimonio del Museo dell’Opera del Duomo, realizado entre 1366-1483 para el Baptisterio de Florencia, por varios artistas, entre ellos el propio Verrocchio y Antonio del Pollaiolo, máximos exponentes de la escultura florentina de la época. El relieve expuesto en la exposición habría sido realizado, por tanto, en el taller de Verrocchio.
A Francesco Caglioti, estudioso y experto en Donatello, debemos el “redescubrimiento” (de ahí el título de la exposición) del busto de San Lorenzo. Fechado hacia 1440, estaba destinado al tímpano de la puerta principal de la iglesia parroquial que lleva su nombre en Borgo San Lorenzo, en Mugello, donde, de hecho, permaneció hasta 1888, cuando el anticuario Stefano Bardini (a quien hoy está dedicado el museo del mismo nombre en Florencia) lo compró, dejando a la comunidad “defraudada” una copia que aún se conserva in situ. Al año siguiente la revendió al príncipe Juan II de Liechtenstein. En 2003, los herederos del Príncipe sacaron a subasta el San Lorenzo como obra del siglo XIX y fue el matrimonio Silverman, conocidos coleccionistas de dibujos, esculturas y pinturas, quien se adjudicó la obra. En los años siguientes se eliminó el repinte del siglo XIX y se reconstruyó la atribución a Donatello.
Donatello, San Lorenzo |
Común también a la otra obra expuesta es una historia pasada de vicisitudes bastante turbulentas: fue robada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial como botín de guerra que debía ir a parar al museo de Hitler en Linz.
Ambas obras pertenecen ahora a la Colección Peter Silverman y Kathleen Onorato, información que se desprende fácilmente de los pies de foto que las acompañan. Menos explícita, sin embargo, es la intención de la exposición, es decir, relacionar las dos obras maestras redescubiertas con otras obras de los dos artistas presentes en el recorrido museístico habitual. Si, en efecto, la relación entre el relieve de terracota con la Decapitación del Bautista y la misma escena delAltar de plata es directa, porque las dos obras han sido colocadas físicamente una frente a la otra, la conexión entre el San Lorenzo y las otras obras de Donatello que idealmente dialogan con él es mucho menos clara. La ubicación, aunque prestigiosa al pie de las dos Cantorie, una realizada por el propio Donatello y la otra por Luca della Robbia, no permite una comparación directa con las figuras realizadas por Donatello para la fachada del Duomo o para el Campanile, de las que el busto de San Lorenzo sería el modelo y que se exponen en las primeras salas del museo, en la planta baja. Donatello manifiesta en las obras expuestas ese clasicismo mesurado que encontramos, por ejemplo, en el Profetino, o en el rostro de Isaac del grupo del Sacrificio, o de nuevo en el joven Profeta tradicionalmente reconocido como San Juan Bautista. Evidente, sin embargo, es la relación con Luca della Robbia, precisamente por las referencias a la figuración clásica, relación que justificaría la colocación en la exposición precisamente entre las dos Cantorie. El bello dibujo de la boca de San Lorenzo expresa toda la fuerza interior del Santo. Los rostros de Donatello -basta pensar en los rasgos somáticos similares de San Luis de Tolosa, Gattamelata y el David de mármol del Bargello- son verdaderos espejos del alma. Aquí, un alma pura, fuerte en la fe religiosa que la guía, se encarna en un busto tan joven y de una belleza idealizada, como horriblemente corrompida pero extraordinariamente verdadera es el alma y la figura de María Magdalena, que desde el piso inferior del museo parece conversar con San Lorenzo en este evidente contraste plástico-ideológico. Por el contrario, por tanto, la exposición de la Decolación frente alAltar dePlata permite, en una estrecha comparación, comprender si, en efecto, el relieve silvermaniano es uno de los modelos preparatorios de la misma escena realizada más tarde en elAltar por Verrocchio y si, como se ha hipotetizado, puede discernirse en él la intervención de Leonardo da Vinci, entonces activo en el taller de Verrocchio.
Verrocchio, Decapitación del Bautista |
Desgraciadamente, la falta de paneles que destaquen las obras maestras expuestas (las dos obras sólo se diferencian del resto de la colección permanente por el color, azul, de sus leyendas, que difieren de las blancas habituales) y expliquen la interesante y científicamente relevante intención de la exposición, reduce su comprensión únicamente a la “clase” privilegiada de los “iniciados”. El único instrumento para comprender plenamente la exposición es el hermoso catálogo publicado por Mandragora con textos de Timothy Verdon, director del Museo dell’Opera del Duomo, y Alessandro Vezzosi, director del Museo Ideale Leonardo Da Vinci.
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