Como un viaje al Midi francés: así es la exposición de Matisse en Mestre


Reseña de la exposición "Matisse y la luz del Mediterráneo", comisariada por Elisabetta Barisoni (Mestre, MUVE - Centro Culturale Candiani, del 28 de septiembre de 2024 al 4 de marzo de 2025).

La bella exposición que el MUVE-Centro Culturale Candiani ha dedicado a Henri Matisse está construida como un viaje, un recorrido por ese “Midi” en el que, como adivinó el historiador del arte André Chastel, nació el “arte moderno francés”, que en esa parte del siglo significaba arte moderno tout court.

Un itinerario, por tanto, que comienza con algunas vistas de los puertos del Norte, nevralgicos tanto en la historia biogrfica de Matisse como en la construccin de su propia cultura visual, y prosigue descubriendo la luz del Mediterrneo en compaa de artistas igualmente extraordinarios.

De hecho, la exposición se abre con una sala de título irónico -La modernidad viene del mar- porque, como explica la comisaria de la exposición, Elisabetta Barisoni, "en el Norte nació otra modernidad, la del Simbolismo, a la que Matisse miró al principio de su carrera, ya que él mismo nació en Le Cateau-Cambrèsis y, por tanto, en el norte de Francia. Sus primeros cuadros presentan una pastosidad cercana a la manera, y a la paleta, de Los comedores de patatas de Van Gogh. En resumen, aún está lejos de la luminosidad cromática que le ha dado fama y que se debe a la posterior revelación del Midi, con su luz dorada que disuelve las sombras".

Esquemas de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Esquemas de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Montaje de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Esquemas de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Montaje de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Esquemas de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia
Montaje de la exposición Matisse y la luz del Mediterráneo. Foto: Ayuntamiento de Venecia

La narración de este momento de paso se confía a El árbol, una pequeña pero intensa viñeta de febrero de 1898 -del Centro Pompidou de París- que marca el descubrimiento del Mediterráneo durante un viaje a Córcega, donde “todo brilla, todo es luz”, como el propio Matisse escribió a su amigo Albert Marquet, también en la exposición con Bougie de 1926. También desde un punto de vista estilístico, este olivo se sitúa exactamente en una posición intermedia entre el Impresionismo y una difusión del color por densos fondos de materia, como en la revolución de los Fauves con los que pronto compartiría las mismas localizaciones mediterráneas.

Es decir, de ese “jardín sin par”, como lo llamó Guy de Maupassant, que se consolidaría con los años como el lugar ideal donde Matisse pudo cultivar su vocación por una pintura de luz, color y, fatalmente, alegría.

Matisse murió en Niza, en 1954, en la misma ciudad que había inmortalizado mucho antes, como nos dice La ventana abierta de 1919 -otro importante préstamo del Centro Pompidou-, que ya representa un paisaje marino, lleno de luz y con ese trazado visual que pasa por un jarrón de flores en primer plano y una balaustrada, instrumentos de perspectiva que se convertirán en uno de los elementos recurrentes de su pintura.

Henri Matisse, La ventana abierta (1919; óleo sobre lienzo, 61 x 48 cm; Bagnols-sur-Cèze, Musée Albert-Andr)
Henri Matisse, La ventana abierta (1919; óleo sobre lienzo, 61 x 48 cm; Bagnols-sur-Cèze, Musée Albert-André)
Henri Matisse, Odalisca amarilla (1937; óleo sobre lienzo, 55,2 x 46 cm; Filadelfia, Museo de Arte de Filadelfia)
Henri Matisse, Odalisca amarilla (1937; óleo sobre lienzo, 55,2 x 46 cm; Filadelfia, Philadelphia Museum of Art)
Henri Matisse, Ícaro (1947; estarcido sobre papel, 42 x 32,5 cm; Burdeos, Museo de Bellas Artes)
Henri Matisse, Ícaro (1947; estarcido sobre papel, 42 x 32,5 cm; Burdeos, Musée des Beaux-Arts)
Henri Matisse, Helecho frutal y figura femenina (1947; dibujo a pincel con tinta china, 566 x 765 mm; Venecia, Galleria d'Arte Internazionale di Ca' Pesaro, inv. 1856)
Henri Matisse, Helecho frutal y figura femenina (1947; dibujo a pincel con tinta china, 566 x 765 mm; Venecia, Galleria d’Arte Internazionale di Ca’ Pesaro, inv. 1856)
Pierre-Albert Marquet, Club náutico en Argel (1925; óleo sobre lienzo, 46,5 x 55,5 cm; Venecia, Galleria d'Arte Internazionale di Ca' Pesaro, inv. 0829)
Pierre-Albert Marquet, Club náutico en Argel (1925; óleo sobre lienzo, 46,5 x 55,5 cm; Venecia, Galleria d’Internazionale d’Arte di Ca’ Pesaro, inv. 0829)
Maximilien Luce, Rotterdam (1900; óleo sobre lienzo, 85,5 x 112,5 x 4,5 cm; Venecia, Galleria d'Arte Internazionale di Ca' Pesaro, inv. 0609)
Maximilien Luce, Rotterdam (1900; óleo sobre lienzo, 85,5 x 112,5 x 4,5 cm; Venecia, Galleria d’Internazionale d’Arte di Ca’ Pesaro, inv. 0609)
Pierre Bonnard, Desnudo en el espejo (1931; óleo sobre lienzo, 152 x 102 cm; Venecia, Galleria d'Arte Internazionale di Ca' Pesaro, inv. 917)
Pierre Bonnard, Desnudo en el espejo (1931; óleo sobre lienzo, 152 x 102 cm; Venecia, Galleria d’Internazionale d’Arte di Ca’ Pesaro, inv. 917)
Chris Ofili, Sin título (1999; acuarela sobre papel, 24 x 15 cm; Venecia, Galleria d'Arte Internazionale di Ca' Pesaro, inv. 4937)
Chris Ofili, Sin título (1999; acuarela sobre papel, 24 x 15 cm; Venecia, Galleria d’Internazionale d’Arte di Ca’ Pesaro, inv. 4937)
Corrado Balest, Casa griega (primer cuarto del siglo XXI; pintura, óleo y collage sobre tabla, 136 x 150 cm; inv. 4553)
Corrado Balest, Casa griega (primer cuarto del siglo XXI; pintura, óleo y collage sobre panel, 136 x 150 cm; inv. 4553)

Ampliar los espacios expositivos del MUVE más allá del puente de la Libertad significa dar la oportunidad de mostrar -y a veces releer- algunas obras raras de la colección permanente que por razones obvias de espacio quedan relegadas a almacén. Es el caso de Siepe in giardino (1943) de Cuno Amiet o del espléndido Grande paesaggio (Gran paisaje ) de Filippo De Pisis, inesperado tanto por su formato como por su invención pictórica. Los mismos dos grandes dibujos de Matisse(Helecho frutal y figura femenina y El jarrón de opalina, ambos de 1947) que llegaron a Ca’ Pesaro tras la Bienal de 1951 y de los que procede la construcción de esta exposición, no se exponen habitualmente en el museo veneciano, “como muchos otros lienzos importantes que hoy son desgraciadamente difíciles de incluir en un itinerario museístico tan articulado como el de Ca’ Pesaro”, explica Barisoni, “y que en cambio en una exposición dedicada a la modernidad francesa establecen un diálogo mucho más eficaz”.

El amor de Matisse por la mujer, tema principal de esos interiores de luz y color, se relata en una pared que reúne algunas obras maestras, como La Odalisca (1925) del Museo del Novecento de Milán y La Odalisca amarilla (1937) del Museo de Arte de Filadelfia, en un fructífero diálogo con algunas compañeras de viaje como Desnudo en el espejo (1931) de Pierre Bonnard o Estudio con frutero (1942) de Raoul Dufy. Matisse marca una senda que, evidentemente, también siguieron después escultores como Emilio Greco -La bailarina (1961)- o pintores como Corrado Balest, que aprendió del maestro francés a dejar entrar la luz del Mediterráneo en las estancias, e incluso más recientemente Chris Ofili, artista de inmensa elegancia gráfica.

Sólo queda, pues, sumergirse en la luz y el color del Mediterráneo acompañados por las notas de la Rhapsody in Blue de George Garshwin para subrayar cómo Matisse es siempre y en todo caso el pintor de la alegría.


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