Castelnuovo Magra comienza de nuevo con Gianni Berengo Gardin. En la Torre sus reportajes en blanco y negro


Reseña de la exposición "Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mondo in bianco e nero", comisariada por Elisabetta Sacconi y Susanna Berengo Gardin, en Castelnuovo Magra, Torre del Castello dei Vescovi di Luni, del 25 de junio al 9 de octubre de 2022.

La Torre del Castillo de los Obispos de Luni, que se alza en el punto más alto del pueblo ligur de Castelnuovo Magra, en la plaza Querciola, vuelve a acoger otro proyecto expositivo dedicado a los grandes de la fotografía. La Turris Magna, parte de lo que aún hoy queda, junto con tramos de las murallas perimetrales y otra torre circular menor, del antiguo castillo del siglo XIII conocido por haber dado origen a la Paz de Dante en octubre de 1306 (el lugar donde Alighieri puso fin a una guerra de siete años entre marqueses y obispos), es de hecho desde hace años escenario de exposiciones fotográficas de gran calidad y relevancia: partiendo de una sentida y concurrida lectio magistralis del célebre fotógrafo estadounidense Steve McCurry celebrada en la plaza en 2015, los cinco pisos de la Torre han acogido las instantáneas de Elliott Erwitt, el propio Steve McCurry, Bruce Chatwin, Letizia Battaglia, Tano d’Amico, Mario Dondero, Vivian Maier, Pepi Merisio. Proyectos expositivos que son el resultado de unaadministración municipal que se ha dedicado con pasión e inteligencia a un pequeño pueblo como Castelnuovo Magra, y que han atraído a unos veinte mil visitantes en seis años.

Tras la emergencia sanitaria que obligó a parar, la Torre del Castillo de los Obispos de Luni arrancó con buen pie acogiendo las instantáneas en blanco y negro de Gianni Berengo Gard in (Santa Margherita Ligure, 1930) para la exposición Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro, abierta hasta el 9 de octubre de 2022 y comisariada por Elisabetta Sacconi en colaboración con la hija del famoso fotógrafo, Susanna Berengo Gardin. El título recuerda a los visitantes uno de los firmes principios de su fotografía: cree firmemente que el color “distrae” del contenido, porque lleva a fijarse en el detalle y no en el conjunto de la toma. Las fotografías expuestas, como todas las que ha tomado a lo largo de su carrera, también son analógicas porque no necesitan edición, y él se empeña en subrayarlo. Desde 2001, estampa en el reverso de cada una de sus copias fotográficas la frase: “Fotografía auténtica, sin corregir, sin editar ni generar por ordenador”. Y no tienen pies de foto ni títulos, porque las “buenas” fotografías sólo necesitan un lugar y una fecha.



“En cada imagen, la narración es total: la historia se abre, fluye y se cierra en el espacio y el tiempo de una sola fotografía”, explica Maurizio Garofalo, que ha compartido viajes y conversaciones con Berengo Gardin. “Es un don raro, la capacidad de síntesis extrema; es una búsqueda de la mirada que estudia, espera, comprende y captura la escena (y la historia) en una fracción de segundo”. Para Gianni Berengo Gardin, la fotografía es un documento; es un instrumento capaz de capturar historias y dar testimonio de algo. "Mucha gente me dice que soy un artista, pero yo no quiero hacerme pasar por artista, soy un fotógrafo artesano", afirma. En el centro de sus instantáneas, como puede verse también en las expuestas, está siempre el ser humano inmerso en lugares, situaciones, culturas y en su vida cotidiana. Para él, ser fotógrafo es, por tanto, ser narrador, un aspecto que el comisario ha subrayado deliberadamente a lo largo de la visita: breves textos, uno por cada planta, ofrecen un relato personal de las instantáneas que protagonizan cada sección a cargo del propio fotógrafo. Pequeñas narraciones que acompañan al visitante y se convierten en souvenirs para llevarse a casa, como recuerdo del viaje emprendido en los espacios expositivos de la torre a través de las fotografías de viaje de Berengo Gardin.

Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de la exposición Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro
Diseño de exposiciones Gianni Berengo Gardin. El color distrae. Un mundo en blanco y negro

Laexposición inédita, construida y concebida específicamente para esta sede, se centra en los famosos reportajes del fotógrafo en el extranjero: su necesidad de testimoniar algo va unida en estas ocasiones a su curiosidad por ver mundo, pero no quiere contar una aventura como un fin en sí mismo, sino que pretende dar vida a una historia que se convierte en la memoria de un pasado que ha llegado hasta el presente gracias a la fotografía. Y así, cada planta es un viaje a un lugar geográfico preciso; en un sentido cronológico, pero que nada prohíbe al visitante recorrer como prefiera, ya que cada lugar es una historia en sí misma (la única “obligación” viene dada por la estructura de la torre, en cuyo interior se asciende y desciende “subiendo” por una pequeña escalera de madera que poco a poco se hace cada vez más empinada). Partiendo de la planta baja y subiendo hasta el primer piso, se llega a París, la ciudad donde Gianni Berengo Gardin realizó sus primeros reportajes y donde viven y trabajan los grandes fotógrafos y personalidades de la cultura francesa ; se siente especialmente unido a Robert Doisneau y Willy Ronis. La larga estancia en la capital francesa, de 1953 a 1954, fue muy importante para él porque pasó de fotógrafo aficionado a profesional. “Trabajaba por las mañanas, primero como camarero, luego en la recepción de un gran hotel, y tenía las tardes libres para ir por ahí haciendo fotos”, cuenta. Le gusta detenerse en cada rincón de la ciudad y en la gente que ve por la calle. “Una de las cosas que más me llamó la atención fue la gente que se besaba tranquilamente en la calle, algo que nosotros aún considerábamos ’escandaloso’”, recuerda. Y es precisamente ese plano el que llama la atención de quienes inician el “viaje” fotográfico con los demás visitantes. Un banco, un tranvía que pasa raudo por detrás, y el beso apasionado de una joven pareja que queda impreso aquí, para siempre.

A continuación nos dirigimos a Nueva York, adonde el fotógrafo viajó en 1969 junto a su amigo, el fotógrafo y periodista Giancarlo Scalfati , con quien compartió su primer estudio en Milán. Ya conocía Estados Unidos a través de los grandes de la literatura, como Hemingway y Dos Passos, pero fue durante este viaje cuando Berengo Gardin pudo captar la capital estadounidense en su normalidad, que se refleja, por ejemplo, en un niño que camina por la calle con una demoníaca máscara de carnaval, o en un grupo de jóvenes despeinados por el viento (nótese el pelo largo y liso de una chica atrapada mientras se levanta erguida en el aire), o en los transeúntes que se agolpan en las calles de la metrópoli. “Me impresionó mucho la vivacidad de la ciudad, la cantidad de situaciones que ofrecía al ojo del fotógrafo en cada esquina, y la facilidad, diría que indiferencia, con que la gente se dejaba fotografiar”, relata el fotógrafo.

Gianni Berengo Gardin, París, 1953
Gianni Berengo Gardin, París, 1953
Gianni Berengo Gardin, París, 1954
Gianni Berengo Gardin, París, 1954
Gianni Berengo Gardin, París, 1954
Gianni Berengo Gardin, París, 1954
Gianni Berengo Gardin, Nueva York, 1969
Gianni Berengo Gardin, Nueva York, 1969

Es en la sección española donde el público tiene la oportunidad de ver la única toma inédita de la exposición, que muestra a trabajadores en su pausa para comer, sentados en el suelo, en una silla, en una caja o en la parte delantera de un coche que forma el telón de fondo de la escena. También hay una fotografía de la procesión de Semana Santa en Sevilla, una toma encargada por Cartier-Bresson para su colección privada. Berengo Gardin realizó dos reportajes en España en 1970 y 1973: el primero para documentar la Semana Santa de Sevilla, una fiesta popular en la que participan los ciudadanos reunidos en cofradías; el segundo fue un encargo del Touring Club Italiano para retratar principalmente paisajes y arquitectura, pero siempre con la presencia del hombre. Son imágenes de pueblos blancos y campiñas bañadas por el sol: una con molinos de viento recuerda mucho a los paisajes de Don Quijote y Sancho Panza, otra representa una pared blanca contrastada por las palabras “Cristo” y una anciana atenta a una gran cesta. Son momentos de vida sacados de la pura cotidianidad.

Subiendo un poco más se encuentra el Gran Bretaña y el famoso Morris con vistas al mar, elegido como imagen guía de la exposición, que encantó al fotógrafo porque era el único que en un día de viento llevaba dos personas a bordo resguardadas del frío. “Durante este viaje hice la foto del Morris en el acantilado, con los dos pasajeros mirando al mar; en aquel momento no la tenía en gran estima, quizá ni siquiera la había impreso, pero acabó convirtiéndose en una de mis fotos más conocidas”, cuenta Gianni Berengo Gardin. Entre 1976 y 1977 viajó a Gran Bretaña, de nuevo por encargo del Touring Club Italiano. "Estaba especialmente contento con el encargo porque me fascinaba el estilo de vida de los británicos“, admite. De Inglaterra, a Berengo Gardin le apasiona todo, ”las pipas, el tabaco, los zapatos, la ropa, los coches". También del estricto código de vestimenta que obliga a los participantes en la Royal Ascot a llevar plumas, sombreros y trajes ajustados.

Gianni Berengo Gardin, España, 1970 (toma inédita)
Gianni Berengo Gardin, España, 1970 (fotografía inédita)
Gianni Berengo Gardin, Gran Bretaña, 1977
Gianni Berengo Gardin, Gran Bretaña, 1977
Gianni Berengo Gardin, India, 1978
Gianni Berengo Gardin, India, 1978
Gianni Berengo Gardin, India, 1979
Gianni Berengo Gardin, India, 1979

Por último, en la quinta planta, vamos directamente a la India, gracias a las instantáneas que inmortalizan pueblos, campiñas, pequeñas ciudades, donde viven los campesinos y sus familias que el fotógrafo llegó a conocer. El reportaje en la India, entre 1976 y 1977, fue de hecho el resultado de un proyecto personal del fotógrafo, admirador de Gandhi, que invitaba a los occidentales a no detenerse en la idea de la India de las grandes ciudades. Por eso narra la presencia humana que se funde con el paisaje, como ese hombre de espaldas a un carro tirado por bueyes que se aleja entre los árboles, o el niño que mira hacia el objetivo en medio del campo, o el personaje a contraluz bajo un arco que parece hablar con un periquito en la mano. Gracias a Antonio Monroy, gran conocedor de la India, Berengo Gardin tuvo la oportunidad de explorar una vasta zona rural entre Delhi y Bombay y, sobre todo, de conocer de primera mano la vida de los pueblos.

La exposición concluye en la planta superior, donde se exponen retratos del fotógrafo poco vistos, así como una pantalla que muestra la entrevista que le hizo Maurizio Garofalo, que saca a relucir su lado más íntimo.

Contar toda la carrera de Gianni Berengo Gardin en la Torre del Castillo de los Obispos de Luni habría sido bastante complicado dada la vastedad de su producción (más de un millón de fotografías y más de doscientos sesenta libros publicados) y el limitado espacio disponible, por lo que se agradece mucho la decisión de centrarse en un solo aspecto. De este modo, el visitante sigue un itinerario agradable, bien pautado y medido a través de las obras expuestas. La presencia de una obra inédita confiere al proyecto un protagonismo importante, pero las demás instantáneas, seleccionadas en colaboración con la hija del célebre fotógrafo, también crean un relato (o cinco) en imágenes de una sociedad y una cultura determinadas. Una reseña que demuestra ser digna de la relación que Castelnuovo Magra ha construido a lo largo de los años con la fotografía.


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