Un gran lienzo ocupa casi toda una pared: los colores oscuros, que dominan el cuadro, sirven de telón de fondo a personas cuyos rostros no se destacan, como para significar igualdad y paridad entre ellas. Las personas representan el único punto de luz de todo el cuadro. Un hombre, cuyo rostro es el único que se distingue claramente en el cuadro, se sitúa a la derecha; se caracteriza por una complexión robusta y musculosa y su rostro parece desproporcionado con respecto a su cuerpo. Sus rasgos son bastante pronunciados: ojos cerrados y almendrados, boca oscura con labios carnosos y salientes; en la cabeza lleva un sombrero de paja y en las manos un gran cubo. A la izquierda del cuadro, la figura sentada de una mujer, de perfil, mira hacia el centro de la obra, donde aparecen en primer plano dos hombres, cada uno de los cuales sostiene un gran saco sobre los hombros y la cabeza con brazos musculosos. Las figuras distribuidas por el cuadro realizan diversas acciones: algunas introducen las manos en sacos llenos de granos de café, otras cargan enormes sacos a la espalda, una figura trepa por una palmera, otra sube por una escalera, a lo lejos predominan las figuras femeninas que se afanan en recoger café de hileras colocadas una junto a otra. Todas acciones que pertenecen a un mismo fin: la recolección en los cafetales. El único personaje que difiere de todos los demás y se sitúa en el lado izquierdo del cuadro es un hombre con sombrero negro de ala ancha, que lleva un par de botas también negras (a diferencia de todos los demás personajes, que se mueven descalzos) y que señala a los trabajadores con un gesto de mando.
Caffè, fechada en 1935, es una obra que atrae la curiosidad del visitante nada más cruzar el umbral del Palazzo Pamphilj, más concretamente de la Galleria Candido Portinari, en la muy céntrica Piazza Navona de Roma, tanto por su tamaño como por la particularidad y especificidad del tema representado, un tema por otra parte muy común en el artelatinoamericano. En particular, cabe recordar los gigantescos murales de Diego Rivera dedicados a la historia, la cultura y las tradiciones de su país, México.
Candido Portinari, Café (1935; óleo sobre lienzo, 130 x 195,4 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Café, detalle |
Candido Portinari, Café, detalle |
Café no representa a México, sino a Brasil, la tierra natal de Candido Portinari (Brodowski, 1903 - Río de Janeiro, 1962), a quien el Palazzo, hoy sede de la Embajada de Brasil, ha dedicado la exposición Portinari. La mano infinita, que se clausurará el 22 de abril de 2017.
No es casualidad que coincidan el nombre de la Galería que acoge la exposición y el del artista creador de las obras expuestas: la Galería Cándido Portinari se inauguró el 15 de octubre de 1962 como espacio expositivo reservado a muestras temporales de arte brasileño, tras la adquisición del Palazzo Pamphilj dos años antes por parte del Gobierno brasileño, y el nombramiento de uno de los artistas más importantes de la historia del arte brasileño, como es Portinari, pretendía ser un homenaje a su figura tras su fallecimiento en febrero de 1962. Y todavía hoy, cincuenta y cinco años después de aquella inauguración, la Galería Portinari ha decidido rendir homenaje una vez más al artista al que debe su nombre.
Entrada a la exposición Portinari. La mano infinita |
Una de las dos salas de la exposición |
Otro aspecto que salta inmediatamente a la vista es el apellido del artista, que pone de manifiesto sus orígenes italianos: en efecto, sus padres eran del Véneto, pero emigraron a Brasil, donde nació su hijo Cándido en 1903, y trabajaron en las plantaciones de café del interior del estado de São Paulo. Esas mismas plantaciones las representó en su gran obra maestra, con la que representó a Brasil en laExposición Internacional de Arte Moderno de 1935 en el Carnegie Museum of Art de Pittsburgh y que le valió una mención honorífica.
Comisariada por historiadores del arte del Museu Nacional de Belas Artes de Río de Janeiro, de donde proceden todas las obras expuestas en Cándido Portinari. La Mano Interminable, la exposición se despliega en dos salas repletas de dibujos de la mano del artista brasileño, que permiten al visitante conocer y detenerse en detalles y pormenores que forman parte de las obras más importantes de Portinari. Ejemplos de ello son los estudios de manos y pies para el mural de azulejos San Francisco de Asís (1944) o para el mural Garimpo - mina de oro (1937). Porque los estudios preparatorios son fundamentales para él: recibió su formación académica en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro, donde estudió pintura y dibujo, y recordaba bien las obras maestras de los artistas italianos, en primer lugar Piero della Francesca, a quien había podido admirar durante un viaje de dos años a Italia. Así pues, sus obras reflejan su doble identidad brasileña e italiana, su profunda conexión con Brasil e Italia. De Brasil son característicos los colores oscuros y terrosos y los temas de la representación del pueblo brasileño, mientras que de Italia procede la recurrencia de conceptos renacentistas, como la importancia del estudio y el dibujo. Estos últimos fueron fundamentales para la creación de una serie de paneles murales que representan los ciclos económicos de Brasil en el edificio del Ministerio de Educación y Cultura de Brasil.
Candido Portinari, Estudio de manos para el mural de azulejos San Francisco de Asís (1944; tinta china y acuarela sobre papel, 25,9 x 24,7 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Estudio a mano para el mural Garimpo (“Mina de oro”) de la serie Ciclos económicos (1937; carboncillo sobre papel, 23 x 37,7 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Su profundo interés por el dibujo también queda documentado en la exposición por los estudios para los dos grandes paneles Guerra y Paz para la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, incluido el estudio de feria para el mural Guerra (1955), donde la boca abierta de un felino de la que sobresalen afilados dientes y los colores predominantes rojo, negro y blanco hacen referencia a la ferocidad de la guerra. Y de nuevo: un estudio para la ilustración de las Memorias póstumas de Brás Cubas (1943), novela del escritor brasileño Machado de Assis, en el que aparece un niño haciendo de caballo sobre un hombre. No es el único ejemplo de ilustración de novelas: Portinari también trabajó en las ilustraciones de El alienista, de Machado de Assis, y de la edición brasileña de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
Candido Portinari, Estudio de fiera para el mural Guerra (1955; grafito y sanguina sobre papel, 15 x 11 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Estudio para ilustración del libro Memorias Póstumas de Brás Cubas de Machado de Assis (1943; tinta china sobre papel, 19 x 20 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
También en los retratos de Lélio Landucci (1932), Darclée Gama Rodrigues (1959), Thais de Mello Lima (1956-59), así como en el retrato de Baptista Portinari (1941), padre del artista, trazos marcados delinean claramente los contornos de las figuras, destacando la principal prerrogativa de su estilo artístico. Su lenguaje artístico domina esta exposición que, a pesar de su reducido tamaño, conduce al visitante al conocimiento de un artista que hizo universales sus obras, dialogando con toda la humanidad.
Candido Portinari, Retrato de Lélio Landucci (1932; óleo sobre lienzo, 58,2 x 36,5 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Retrato de Darclée Gama Rodrigues (circa 1959; óleo sobre lienzo; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Estudio para el retrato de Thais de Mello (1956-1959; óleo sobre lienzo, 30 x 18,8 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
Candido Portinari, Retrato de Baptista Portinari (1941; aguafuerte y aguatinta sobre papel, 24,5 x 19,5 cm; Río de Janeiro, Museu Nacional de Belas Artes) |
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