Se acabó la lógica de las subvenciones, se necesita un grupo de trabajo sobre cultura Propuesta de Massimiliano Zane


Es hora de acabar con la lógica de las subvenciones y pensar en cambio en un grupo de trabajo para superar la fragmentación del sector y crear un verdadero plan industrial para la cultura. La carta abierta a las instituciones (y a otros) del planificador cultural Massimiliano Zane.

Crear inmediatamente un grupo de trabajo para la cultura, que supere la lógica de las subvenciones y cree en su lugar un verdadero “plan industrial para la cultura” capaz de superar la fragmentación del sector y poner fin a la retórica de la cultura como “cenicienta” de nuestra sociedad. Esta es la propuesta del planificador cultural Massimiliano Zane, que la esboza en una carta abierta enviada a las instituciones.

“Entre los pliegues de esta crisis pandémica, cada vez más grave, y la consiguiente crisis del sector cultural, que se ve aún más exprimido por nuevas restricciones”, afirma Zane, “lo que surge claramente no es tanto la preocupación adecuada o las intervenciones ’amortiguadoras’ puestas en marcha, lo que falta es un horizonte, una perspectiva, una mirada que vaya más allá de la crisis, especialmente para el sector cultural: Por un lado, está la respuesta política, que es esencialmente de atención de emergencia, pero que sigue sin captar la necesidad (urgente) de reforzar y armonizar la gestión de un sector (y su cadena de suministro) que sigue estando demasiado fragmentado, expuesto a imprevisibles contingencias terciarias, asimilando su sustento a intervenciones generales, a menudo pasando por alto sus diferencias y peculiaridades específicas. La cultura es un importante activo económico y productivo (nos gusta llamarlo así) para nuestro país, y sin embargo sigue siendo volátil, desigual en su carencia de una connotación económica propia que le permita gozar, tanto en tiempos de bonanza como en tiempos de emergencia, de un verdadero y específicamente definido ’plan’ dentro del marco nacional, que prevea acciones y apoyos adecuados, como para cualquier otro sector productivo al que se le pida una contribución activa al PIB nacional”.



“La segunda perspectiva”, prosigue Zane, “concierne en cambio internamente al propio sector cultural, hoy obligado a moverse en apnea en un paisaje en cierto modo desolador, convirtiendo sus pocas energías en una espasmódica búsqueda de oxígeno (a veces compulsiva y en todo caso rapsódica). Un movimiento de emergencia dentro de la emergencia que significa que algo antes de la pandemia no funcionaba (en las formas, en las propuestas, en los sistemas, en las redes, en la comunicación, en las ideas y en cómo aplicarlas) pero sobre todo significa que algo sigue fallando. Quizás demasiado encerrado en sí mismo, el sector ha terminado por marginarse del imaginario común y político, hasta el punto de autolimitarse perdiéndose en mil propuestas y llamamientos desunidos, y haciéndose así, en última instancia, ”prescindible". Aumentan así la confusión y la desorientación, y arraigan sentimientos de descontento y desconfianza generalizados en todos los espacios culturales y especialmente entre aquellos que, con su compromiso aún hoy, en una situación que se encuentra ya al borde del abismo, los han mantenido, todo sea dicho, vivos.

Por tanto, según Zane, es necesario actuar con determinación, “poniendo en marcha inmediatamente una nueva respuesta igual de fuerte e incisiva, que ya no sea sólo de apoyo, sino que vaya más allá de la emergencia, que dé un horizonte y una perspectiva, que supere las divisiones internas del sector y armonice las miles de voces, que proponga unos pocos y claros objetivos compartidos y realizables”. Y ante un futuro cada vez más incierto, “es necesario un esfuerzo sin precedentes, hay que ir más allá de las esperanzas abriendo una nueva fase de planificación y diseño que mire al futuro, a la recuperación, una recuperación que quizás hoy sea difícil de ver, pero que precisamente por eso hay que imaginar y perseguir con determinación, para no ceder al desánimo”.

Lo que haría faltapara emprender este camino es, según Zane, “un cambio sustancial en los objetivos, las metas y las perspectivas de la cultura, y tenemos que empezar a hacerlo ahora, hoy, si realmente queremos salvar lo que queda de cultura en Italia: empezando, en primer lugar, por garantizar que el Estado acepte desempeñar el papel de ”empresario“, y lo haga sin vacilaciones, porque ya no basta con conceder primas o subvenciones, sacrosantas pero aún así limitadas, necesitamos poner en marcha inmediatamente un verdadero Plan Industrial para el sector cultural nacional. Necesitamos inversiones e intervenciones que tengan una idea y un rumbo a largo plazo, necesitamos identificar no sólo partidas presupuestarias sino políticas adecuadas para fundamentarlas. De ahí la imperiosa necesidad de crear hoy mismo, de inmediato, un verdadero ”Grupo de Trabajo para la Cultura“ que actúe en pleno apoyo del Ministerio para hacerlo más eficaz en sus opciones de planificación y, por un lado, para superar la fragmentación cacofónica de las miles de voces del sector y, por otro, para desmenuzar la retórica política de la cultura como una pobre y desafortunada ”Cenicienta".

He aquí, pues, la propuesta de Massimiliano Zane, que, subraya el profesional, no pretende ser un llamamiento, sino una petición de voluntad y responsabilidad tanto al ministro de Bienes Culturales, Dario Franceschini, “como a las distintas almas que componen el maravilloso mosaico que es la ”cultura" italiana: si realmente quieren salir delcallejón sin salida en el que hoy nos encontramos todos, tienen que actuar de otra manera, según un plan de desarrollo común y compartido que sea verdaderamente nacional, que defina nuevas acciones, una nueva ruta, que indique un nuevo camino a seguir. Necesitamos abrir una mesa operativa, que actúe con mesura, sencillez y rapidez, que tenga como único objetivo la definición de un “Plan Estratégico” ad hoc para nuestra cultura; que tenga y difunda una visión clara del papel que queremos confiar a nuestra cultura y proporcione los medios para ponerlo en práctica a partir de ahora y para los próximos (difíciles) años; que identifique y ofrezca nuevas directrices al sector, nuevas políticas, nuevas convocatorias, nuevas oportunidades dictadas por los tiempos y las nuevas necesidades, más allá de los protocolos (incluidos los sanitarios), y contribuya a reinterpretar el sector en tiempos de crisis. Sobre todo, lo que hace falta es un grupo operativo que asuma los miedos de todo un sector relegado a un limbo impuesto por la pandemia, que le dé seguridad, referencias, que le ayude a superar el desánimo y el cansancio. No hablo de un núcleo de investigación y estudio (para eso ya está el trabajo del Consejo Superior y todo el núcleo de funcionarios dentro del MiBACT) sino de un grupo técnico de terceros al margen de la mecánica ministerial; un pequeño grupo de planificación cuyo objetivo sea identificar, entre las muchas propuestas que han surgido en los últimos meses y entre los pocos pliegues disponibles dados por la situación actual, un verdadero “Plan Industrial para la Cultura” desde hoy y para los próximos años, tanto a corto como a medio/largo plazo, no sólo para mantener vivo el sector hoy, sino para replantearlo concretamente para mañana y dar una señal potente de reinicio incluso en la emergencia, instando a nuevos procesos, ofreciendo a los recintos culturales nuevas ideas y recursos. Esto también con vistas al próximo reto que afectará al sector y que será la asignación de los fondos del Fondo de Recuperación".

“Esperando la mayor aceptación posible”, concluye Zane, "lanzo esta propuesta mía inspirada en los principios de civismo y participación, alejada de intereses partidistas, dirigida exclusivamente al bien común, de todos, recordando que este estado de crisis debe superarse, pero no puede hacerse según viejas dinámicas y mecánicas pasadas. Hay que rediseñar ese sistema cultural, incluso en el imaginario colectivo, sentando las bases de nuevas prácticas hoy y respondiendo a viejas demandas de otra manera. Paradójicamente, Covid19 puede convertirse en una oportunidad para hacer todo esto (y hacerlo de forma realmente constructiva), pero hará falta la determinación y el coraje de todos nosotros para afrontar y superar estas horas oscuras.

Imagen: el Collegio Romano, sede del Ministerio de Cultura. Foto Crédito Ventanas al Arte

Se acabó la lógica de las subvenciones, se necesita un grupo de trabajo sobre cultura Propuesta de Massimiliano Zane
Se acabó la lógica de las subvenciones, se necesita un grupo de trabajo sobre cultura Propuesta de Massimiliano Zane


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