¿Tienen que buscarse otro trabajo los arqueólogos e historiadores del arte en Roma?


Noticias desagradables desde Roma: hallazgos arqueológicos que se estudian en Estados Unidos e investigaciones realizadas por voluntarios en lugar de personal remunerado. Ofensivo para quienes han invertido en formación.

En una entrevista concedida a AgoraVox en plena campaña electoral, el actual alcalde de Roma , Ignazio Marino, declaró que su intención era “rehacer Roma como lugar de cultura, innovación, meritocracia y laicidad”. Habría mucho que discutir sobre estas palabras, así que detengámonos sólo en el primer concepto: cultura. Pues bien: allá por la primavera, cuando el Ayuntamiento de Roma anunció recortes multimillonarios en cultura (y la concejala Flavia Barca declaró que había que alegrarse, porque los recortes podrían haber sido mucho peores), muchos presagiaron escenarios verdaderamente antipáticos para la cultura romana.

Y esta antipatía por la cultura, y especialmente por quienes han invertido tiempo, dinero, pasión y formación en la cultura, aflora con toda su prepotencia estos días. Primero con la noticia del acuerdo entre el Ayuntamiento de Roma y Enel para la valorización del patrimonio de losMuseos Cap itolinos: según informan los medios de comunicación, muchas de las piezas arqueológicas delAntiquarium de los Museos Capitolinos serán sometidas a un cuidadoso estudio y análisis que tendrá lugar no, como todos podríamos pensar, en suelo nacional, en el que abundan arqueólogos de gran cualificación y talento, muchos de ellos mal pagados, precarios y a menudo explotados.... sino en los Estados Unidos de América, en la Universidad de Missouri para ser exactos. Además, ya hay quien ha planteado dudas sobre esta iniciativa, como Lucio Del Corso, papirólogo de la Universidad de Cassino, que se pregunta qué criterios han llevado a elegir a la Universidad de Missouri, si tiene sentido gastar decenas de miles de euros en el transporte y el seguro de los hallazgos (cuando se podrían catalogar in situ), si no habría sido evidentemente mejor confiar este trabajo a nuestros arqueólogos y si la operación no esconde un “extranjerismo enfermizo y provinciano”.

Roma, Palazzo Senatorio

Además, por si fuera poco, hace unos días la Superintendencia Municipal de Bienes Culturales de Roma publicó en su sitio web un anuncio público para la búsqueda de asociaciones culturales voluntarias para la realización de actividades gratuitas en museos y áreas arqueológicas y monumentales bajo la jurisdicción de la Superintendencia Capitolina. Dichas actividades, que, insistimos, se llevarán a cabo gratuitamente, todos los días de la semana, de 10.00 a 16. 00 horas (hasta aquí el voluntariado: se trata, de hecho, de un trabajo a tiempo parcial), consistirán en la “primera acogida de los visitantes”, en el “apoyo a la vigilancia mediante la disuasión constituida por la presencia atenta de voluntarios” y, sobre todo, en la “información, orientación y acompañamiento de personas o grupos de personas”. Para que conste, hay que decir que la convocatoria también prevé un reembolso de los gastos, “que no podrá exceder de 12,00 euros por voluntario y día de actividad de 4 horas”. Muy rico, sin duda.

La primera pregunta que se plantea es: ¿pero es normal que un municipio suscriba un acuerdo con Enel para pagar estudios que se realizarán en Estados Unidos, mientras que en cambio confía las actividades que se llevarán a cabo en sus museos a personal que trabajará esencialmente de forma gratuita y voluntaria? La segunda: ¿con qué valor siguen hablando los políticos de promover la cultura cuando los hechos demuestran que la dirección que está tomando el país es diametralmente opuesta? La tercera: ¿dónde está el respeto por todas esas personas que se han sacrificado para estudiar arqueología e historia del arte, y que se ven burladas en el primer caso por una iniciativa que llevará al extranjero piezas que podrían haberse estudiado igualmente en Italia, mientras que en el segundo por la búsqueda de voluntarios para actividades como la información y la orientación, que sin duda estarían mejor a cargo de personal remunerado? La cuarta: ¿qué respeto tenemos por el público si seguimos pensando que el personal voluntario debe sustituir progresivamente al personal fijo remunerado?

Y no pongamos excusas ridículas: cuando se exige una presencia diaria, incluso en vacaciones, durante seis horas al día, ya no se trata de trabajo voluntario. Es una forma de encontrar mano de obra gratuita explotando los nobles principios que sustentan el voluntariado. Lo cual, reiteramos, es importante y debe promoverse y protegerse, pero no cuando sustituye al trabajo remunerado.

Como bien preguntaba Fabrizio, de la espléndida página Mo(n)stre, en un post compartido en Facebook esta mañana: ¿pero qué hacemos al respecto? Las respuestas deberían venir de las instituciones y organismos que promueven estas iniciativas. Pero casi parece como si a los arqueólogos e historiadores del arte se les pidiera que se busquen otro trabajo. Y esto es algo que ofende, hiere y humilla a quienes han invertido en una formación a menudo de alto nivel en estos campos, sobre todo si pensamos que vivimos en un lugar donde reina la retórica del “país más bello del mundo” y del “país con el mayor patrimonio cultural del mundo”. ¡Nunca los hechos estuvieron más lejos de las palabras!


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