Tar y directores de museos: superar las divisiones para trabajar hacia el futuro


La sentencia del Tribunal Administrativo Regional corre el riesgo de hacer perder dos años a los principales museos italianos. Por lo tanto, es necesario que las partes superen las divisiones y trabajen juntas con vistas al futuro.

Acabo de terminar de leer, en Corriere della Sera, una entrevista a Gabriel Zuchtriegel, el único de los seis consejeros afectados por la sentencia del TAR que se ha salvado de la anulación de su nombramiento, por un defecto de forma en el recurso. Una entrevista que termina con una especie de llamamiento: “evalúen lo que hacemos y, al final de nuestro mandato, decidan si nos renuevan o no la confianza”. Una petición muy sensata, también porque Zuchtriegel habló en términos generales. Por otra parte, me parecieron poco valiosos los comentarios del mismo tenor de quienes, en cierto modo, vinculaban la decisión del TAR a una evaluación de los méritos: pienso en particular en Giuliano Volpe, que se preguntaba si “la evaluación debe basarse en la calidad y el mérito y confiarse a una comisión internacional de especialistas, como ocurre en todo el mundo, o debe realizarse con las formalidades de un secretario judicial”, en un artículo titulado explícitamente “Dejemos que estudiosos, visitantes y ciudadanos hagan la evaluación. No el alquitrán”.

Es necesario aclarar un punto de importancia fundamental: el Tar del Lacio no realizó ninguna evaluación. Simplemente se limitó a realizar las tareas que le competen: juzgar un recurso contra un acto administrativo, pronunciar una sentencia. Se trata de una operación que no presupone ningún juicio sobre el fondo y que no entra en el ámbito del contenido: es una simple cuestión de forma. En efecto, las sentencias 6170 y 6171 dictaminaron que la convocatoria para la selección de consejeros adolecía de vicios form ales tales que procedía la anulación de los nombramientos resultantes de dicha convocatoria. Se puede razonar entonces sobre la oportunidad de las dos sentencias, ya que los dos recursos se interpusieron uno el 27 de enero de 2016 y el otro el 6 de noviembre de 2015, y no creo que haya nadie que no esté de acuerdo en que los tiempos de la justicia son extremadamente lentos y el sector necesita más que nunca una reforma. Por lo demás, me parece bastante ocioso comentar la sentencia, ya que las sentencias no son para comentarlas, sobre todo si uno se improvisa experto en derecho administrativo cuando no lo es: y demasiados se han puesto estos ropajes en los últimos días. Preocupémonos, si acaso, de tener que confiar en un aparato burocrático que, según el TAR, no era capaz de redactar una convocatoria de concurso y llevarla a cabo de acuerdo con la normativa vigente: y probablemente esta convocatoria (y la torpe prisa con la que se redactó) sea uno de los muchos vástagos de esa cultura de la rapidez a toda costa, del tener que hacer algo, del tener que producir necesariamente resultados instantáneos que representa uno de los mayores males de la política actual.



Galleria Estense
El Palazzo dei Musei de Módena, sede de la Galleria Estense, uno de los museos afectados por las sentencias del TAR. Foto: Finestre Sull’Arte

Preocupémonos de nuevo por quienes han aprovechado la ocasión para exhumar la asfixiante, inútil, anacrónica e inconclusa polémica sobre la nacionalidad de los directores, como si la ciencia y la cultura establecieran fronteras entre las naciones. Preocupémonos por el espectáculo poco edificante ofrecido, por una parte, por quienes acogieron con júbilo la sentencia del TAR para arremeter contra sus adversarios políticos y, por otra, por quienes se lanzaron con una buena dosis de arrogancia contra un tribunal administrativo de la jurisdicción que deseaba una reforma inmediata (y el resentimiento de los magistrados parece más que justificado). Preocupémonos por el hecho de que, como en todas las ocasiones, se haya repetido la cantinela habitual y trillada de las dos partes irreconciliables, que, incluso después de la publicación de una sentencia (y por tanto de una medida que, sobre todo en este caso, poco tenía que ver con la política), siguen lanzándose acusaciones a menudo engañosas. Y sobre todo: preocupémonos por el hecho de que pocos hayan dicho una palabra sobre el destino de los museos. En este sentido, uno de los comentarios más lúcidos vino del director de los Uffizi, Eike Schmidt, quien, al ser entrevistado por elHuffington Post, afirmó claramente que “si las decisiones que dan prioridad a los pequeños intereses prevalecen sobre el bien común y los intereses del Estado y de la comunidad, si las fronteras con Europa y el mundo se cerraran de alguna manera, sería realmente un gol en propia meta, para la cultura italiana; y también para la economía”.

Conviene subrayar que, por encima de todo, queda eseinterés público que debe prevalecer sobre cualquier lógica mezquina. Si el Consejo de Estado falla en contra de las sentencias del Tar, en el mejor de los casos cinco museos sólo habrán perdido un tiempo precioso, también porque en algunos casos los resultados de la “nueva gestión” eran muy alentadores. Si, por el contrario, el Consejo de Estado falla a favor del TAR, probablemente será necesario revisar todos los nombramientos y, por tanto, dar un vuelco a la estructura de los principales museos italianos. Básicamente, las dos sentencias del TAR corren el riesgo de hacernos retroceder dos años, y los efectos de la posible anulación de los nombramientos podrían ser decididamente desagradables: los museos correrán el grave riesgo de quedarse sin sus directores durante un largo periodo de tiempo, y el previsible bloqueo, durante el cual es de esperar que sólo la administración ordinaria sea llevada a cabo por “sustitutos” nombrados ad interim, dará lugar a una falta de planificación, a proyectos destinados a paralizarse y a una gran incertidumbre sobre el futuro. Sin duda, los principales museos italianos no pueden permitirse una situación semejante: es necesario, por tanto, que todas las partes superen las divisiones y trabajen juntas para anticiparse a los acontecimientos y empezar a preguntarse qué podría ocurrir en un futuro inmediato y cómo salir de la manera más brillante y menos dolorosa de las condiciones que podrían crearse tras la sentencia del Consejo de Estado.


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