Incluso a los observadores más atentos del mundo de los museos y el arte les cuesta seguir los acontecimientos que han afectado en las últimas semanas a la Accademia Carrara de Bérgamo, institución fundada en 1781 por Giacomo Carrara, convertida en museo cívico en 1958 y en fundación público-privada en 2015. La dimisión tras sólo ocho meses (el 14 de noviembre) de la directora Martina Bagnoli, después de un largo culebrón en los periódicos locales, el nombramiento de la nueva directora Maria Luisa Pacelli (preferida, y aquí se abre el camino a más polémicas, al conservador, interno de la Accademia, Paolo Plebani), la discusión pública sobre el papel del “director general” Gianpietro Bonaldi - una figura que en esta forma sólo existe en Bérgamo-, todo ello precedido de una carta, publicada en Domani el 7 de octubre, en la que Bagnoli prefiguraba de hecho su dimisión.
Teniendo en cuenta que el museo lleva años cerrado por obras de remodelación, se trata de la segunda dimisión en un puñado de meses tras la de Emanuela Daffra, directora desde diciembre de 2015 hasta enero de 2017. Qué está pasando en la Accademia Carrara?
Para tratar de entenderlo, y contextualizar las palabras de los distintos protagonistas que hemos leído en los últimos días, hay que remontarse a 2022, cuando nace la figura del “director general”, destinada a Gianpietro Bonaldi, el primer director operativo (e incluso antes candidato a la alcaldía por el centro-derecha, en 2011).
Nació con un paquete de cambios en el estatuto de la fundación, del que ya hablamos aquí. Este paquete incluía la eliminación del “comité de garantes”, encargado de supervisar al consejo de administración, y otros cambios menores, como la introducción de un “director general” que trabajaría junto al director del museo. El debate en el ayuntamiento fue intenso, con varios comentarios críticos por parte de la oposición.
A partir de ese momento, la Accademia Carrara, que ya era una rareza en cuanto a estructura entre las fundaciones participativas que gestionan instituciones culturales públicas en Italia, se hizo aún más singular: el alcalde es el presidente, pero la mayoría del consejo de administración está formado por representantes de empresas e instituciones privadas (Humanitas Gavazzeni, Metano Nord, Grupo Alfaparf, Confartigianato Imprese Bergamo, PwC). Por esta misma razón, en 2015 se había creado un “comité de garantes” para supervisar su labor. Con la disolución de la junta de garantes (que, entre otras cosas, tenía la posibilidad de disolver la Fundación), y la posibilidad de que el Patronato elija autónomamente los criterios para convertirse en socio de la fundación (y así expresar un miembro de la Junta) el trabajo de la gestión de Carrara, escribí en ese momento, ’se volverá menos controlado’ por la parte pública, que expresa al presidente como propietario del edificio y las colecciones (donadas al Municipio de Bérgamo).
En aquel momento, el alcalde Giorgio Gori aseguró, para justificar el cambio en el estatuto, que ’la parte pública y la privada nunca han entrado en conflicto y las decisiones siempre se han tomado por unanimidad’. Al cabo de unos meses, este conflicto se hizo patente. El “director general”, un cargo destinado al propio Bonaldi (lo asumió el 1 de enero de 2023), con un consejo de administración que representaba los intereses de financieros privados y una formación ajena al museo, creaba un solapamiento de competencias con el director. “Aquí la posición del director es subordinada, porque todo lo relacionado con el poder de decisión (recursos humanos, financieros, comunicación y demás) está en manos de otra persona”, explicaba, demasiado explícitamente, el dimisionario Bagnoli al Giornale dell’ Arte el 19 de noviembre.
Bagnoli, en el momento de aceptar el cargo (en mayo de 2023), probablemente no tenía claro este incipiente conflicto. En su carta del 7 de octubre a Domani -que resultó ser una despedida, aunque sin referirse en ningún momento a la Accademia Carrara- señalaba que sólo en Italia se suele dar la dirección de los museos a personas que no tienen conocimientos museísticos ni de historia del arte, haciendo una comparación con los museos de países como Estados Unidos. Personas que, según Bagnoli, “no entienden el difícil equilibrio entre reputación y marketing”. “Elegir figuras de primer orden de mundos diferentes con currículos imaginativos no resuelve ningún problema, ni hace cuadrar las cuentas”, escribió Bagnoli. Una especie de epifanía para una historiadora del arte que llevaba cuatro años como directora de las Gallerie Estensi: un instituto autónomo de derecho público, que agrupa varios museos estatales, en el que desempeñaba el papel de directora con funciones tanto administrativas como científicas. Bagnoli se refiere en su ponencia a todos los museos italianos, pero que existe una conexión con la experiencia que estaba viviendo es evidente.
El lunes 18 de octubre, en el pleno del ayuntamiento, el alcalde Carnevali, en el cargo desde 2023, presionado por la oposición de centro-derecha, explicó que la estructura de Carrara "durante siete años nunca ha creado dificultades, al contrario, registramos su valor positivo. No dejaremos de vigilar a Carrara, para evaluar también la eficacia de este modelo’. Pero tras las reformas de 2022, el control es mucho más complejo, como admitió también Carnevali a BergamoNews, explicando por qué, en la urgencia, se decidió no proceder a una nueva convocatoria, sino recurrir al “trío” de nombres seleccionados junto a Bagnoli en la antigua convocatoria. “El carácter privado de la Fundación permitió volver a las personas seleccionadas en 2023, una elección discutible que en virtud del estatuto no puede ser impugnada. Son nombres que ya han pasado por una selección pública y una comisión muy especializada, pero no niego que hemos asumido una fuerte responsabilidad política a pesar de que siempre se han mantenido las áreas de competencia publicadas en la convocatoria y firmadas por los contratos”.
Más allá del juego de los partidos (el centro-derecha, ahora en la oposición, había apoyado la creación de la fundación antes de 2014), parece claro que se ha creado una situación de fractura y de necesidad de navegar a ojo, en la que diferentes actores, por estatuto, tienen legitimidad para hacer reclamaciones y límites. La Accademia Carrara contabilizó 130.000 visitantes en 2023, una cifra bastante baja para un museo de ese nivel (muy alto). A la nueva directora Maria Luisa Pacelli, que también procede de un museo público autónomo (la Pinacoteca Nazionale de Bolonia), le espera una ardua tarea.
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