¿Qué tiene que ver la política con los museos? La reconstrucción del pasado, así como su musealización, es en sí misma un acto político. Del mismo modo que el Museo Británico o el Museo de Pérgamo se crearon para glorificar un periodo imperialista no muy lejano, muchos museos actuales siguen siendo un tributo a la identidad nacional. Incluso el inclusivo y moderno Museo Egipcio de Turín basa sus colecciones en un pasado colonial. Pues bien, si los museos nacen de una motivación distinta de la puramente cultural, incluso su definición puede convertirse en un verdadero manifiesto.
A muchas instituciones, sobre todo europeas, no les gustó la nueva definición de museo propuesta por el ICOM y apoyada por su dimisionario presidente, hasta el punto de que su aprobación se aplazó un año más a la espera de un cambio más consensuado. Sin embargo, cabe preguntarse por qué muchos no están de acuerdo con esta definición y por qué, en consecuencia, muchos otros profesionales del ICOM están dimitiendo a su vez, creando un cortocircuito de relevancia histórica en esta institución y en los museos que se supone que representa.
Museo Egipcio, Turín |
Todos somos conscientes de que vivimos en un periodo de grandes cambios. Los movimientos antirracistas, las estatuas de hombres poderosos y controvertidos del pasado que están siendo derribadas son la prueba de que los estratos más ignorados por la sociedad manifiestan una necesidad legítima de denunciar con fuerza un estado general de profunda injusticia social, económica y cultural.
La nueva definición, cuya última parte reza “Los museos (...) contribuyen a la dignidad humana y la justicia social, la igualdad mundial y el bienestar planetario”, vuelve a insistir en la necesidad de abrazar este espíritu social y comunitario.
Es evidente cómo esta definición fomenta la aceptación de las minorías en los museos, en la planificación educativa, en la organización de eventos y en el diseño de la agenda cultural. Desde la protección de los derechos humanos hasta la del medio ambiente, nuestras instituciones ya no pueden permitirse ser lugares neutrales de conservación, exposición y estudio. El museo debe ser el primer lugar para inspirar a las nuevas generaciones y convertirse en un nuevo centro de ideas para el futuro, un antídoto contra el populismo, el racismo y el analfabetismo.
La idea de Banksy de volver a erigir las estatuas demolidas junto a las de sus detractores ha creado un nuevo e interesante paradigma de lectura de los monumentos actualizado a nuestro hoy. Quizá debamos intentar seguir el cambio de la forma más ética y previsora posible. Repensar nuestra idea de museo podría ser uno de los pasos más sencillos de una pequeña revolución social y cultural. Creer en un mundo mejor podría merecer la demolición (metafórica) de viejas definiciones y de algunas estatuas abolladas.
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