El pasado sábado 14 de mayo tuvo lugar la "Noche de los Museos". Una iniciativa que tiene lugar al mismo tiempo en toda Europa y que prevé la apertura y admisión nocturna extraordinaria de los principales museos, conjuntos monumentales, parques y yacimientos arqueológicos estatales (y de los no estatales que autónomamente decidan sumarse a la iniciativa) al coste simbólico de un euro. A pesar de una comunicación un tanto tartamuda, con los sitios anunciando la apertura sólo en los días próximos a la iniciativa, y a pesar de casos en los que se exigía reserva obligatoria, o largas colas (situaciones todas ellas que invalidan la fruición para un público poco habituado y poco aficionado a los museos) la iniciativa fue, una vez más, un éxito indudable, como bien resumió Federico Giannini. Y así se convierte en una oportunidad para preguntarse: ¿por qué sólo una vez al año?
La pregunta no es retórica, y no sólo tiene que ver con una visión política y social del papel del museo. Como ya se ha escrito en el pasado, incluso en este periódico, laapertura nocturna de los museos, que ya es una realidad en muchos países y ciudades de Europa (y ocasionalmente también en Italia, todo hay que decirlo) aportaría el beneficio evidente de aumentar el número de visitantes y dar la idea de un museo más acogedor, especialmente a los grupos sociales que se dedican a actividades laborales de 8 de la mañana a 6 de la tarde: una parte muy importante de la población, y especialmente la más afectada por la falta de participación cultural. Los horarios actuales, en cambio, son favorables para turistas, estudiantes o profesionales que “no tienen horas” en su trabajo. La cuestión es extremadamente práctica si, en 2014, cuando el entonces y actual ministro Darío Franceschini anunció su ’revolución’ de los horarios de las tasas de los museos estatales, preveía una apertura nocturna a la semana.
Ya en junio de 2014. El ministro decidió suprimir la gratuidad para los mayores de 65 años: un importante segmento de los visitantes de museos volvió a pagar, aunque con reducciones. Sin embargo, la medida, pensada según las reconstrucciones para golpear al turismo extranjero, iba a golpear también a muchos jubilados italianos con pensiones más o menos exiguas. Por ello, el comunicado de entonces subrayaba que esta medida iría acompañada de otras tres, y lo destacaba al principio con cuatro grandes líneas directrices de la reforma, éstas: “museos gratuitos todos los primeros domingos de mes”, “mayores de 25 años pagan todos”, “dos noches a un euro durante todo el año”, “apertura nocturna de los grandes museos todos los viernes”. Y no tardó en mencionar que “la gratuidad para los mayores de 65 años desaparecerá, pero podrán visitar los museos sin pagar entrada todos los primeros domingos de mes”. Imagínense cuántos pobres ancianos pueden hacer cola para visitar Pompeya el primer domingo de mes. En cualquier caso, el lector se habrá dado cuenta de que la frase “pagan todos los mayores de 25 años” se ha convertido en una sólida realidad (de hecho, las entradas han aumentado alrededor de un 60% en los últimos años, a pesar de la caída de los salarios), el primer domingo de mes también es gratis, las noches de los museos siempre han sido una (aunque la segunda se corresponde de alguna manera con laapertura vespertina con motivo de las “Jornadas Europeas del Patrimonio” en septiembre), mientras que se han perdido las aperturas nocturnas de todos los viernes por la noche. En resumen, que quitar una entrada gratuita a cambio de tres nuevos servicios se ha convertido en quitar una entrada gratuita a cambio de servicio y medio.
La razón no es difícil de imaginar: radica en primer lugar en la escasez de personal. Con una plantilla reducida al 50% del plan de personal ministerial, organizar turnos que garanticen aperturas extraordinarias es terriblemente difícil. Esto también se vio el sábado pasado: si varios museos estatales consiguen garantizar aperturas extraordinarias simplemente pagando horas extras a los funcionarios, muchos tienen que recurrir a otras estratagemas, por ejemplo reducir el horario diurno para garantizar la apertura vespertina, emplear personal voluntario o temporal, por no hablar de las situaciones en las que el museo sólo abre en la Noche de los Museos: de apertura extraordinaria vespertina se pasa a apertura extraordinaria tout court, pero nocturna.
Escamotage adoptado a pesar de que la normativa establece que los recintos culturales no pueden abrirse sin suficiente personal interno del ministerio: pero no faltan las excepciones registradas aquí y allá por todo el país, explica Claudio Meloni, secretario de la FP-CGIL para el MiC. Sin embargo, según Meloni, además de la escasez de personal hay que tener en cuenta otros aspectos, en particular las decisiones estratégicas: Italia es un país en el que en muchos casos se ha decidido mantener los museos abiertos 363 días al año, incluso en Semana Santa o el 1 de mayo, a pesar de una escasez de personal del 50%. Y estas aperturas, que ya se han convertido en ordinarias, se han mantenido gracias en parte a los acuerdos entre el ministerio y los empleados. Un acuerdo del año 2000, aún vigente, fija en 11 horas diarias el horario de apertura de los sitios culturales italianos: huelga decir que las jubilaciones han hecho casi imposible respetarlo. No hay problema con la oferta cultural, sino con su cualificación y racionalización“, concluye el sindicalista. Cada año, un ”plan de valorización“ destina 5 millones de euros a aperturas extraordinarias: los ”domingos de papel“ de las bibliotecas, la ”noche de los museos“, las ”jornadas europeas del patrimonio“, y luego otras elegidas independientemente por los distintos institutos. Pero la experiencia dice que en muchos casos las aperturas nocturnas improvisadas, no acompañadas de una comunicación sólida, no tienen tanto éxito como la ”noche de los museos".
Es evidente que en estas condiciones (que han empeorado año tras año, desde 2014, debido a las jubilaciones) garantizar los turnos necesarios para las aperturas nocturnas todos los viernes por la noche habría sido imposible. Sin embargo, eso era exactamente lo que preveía el plan ministerial cuando se tomó la decisión de aumentar el coste de las entradas.
¿Cómo resolver la situación? Con una elección política, y la consiguiente inversión, no sólo económica, sino también programática. Tan política fue la elección de hacer ordinaria la apertura del 1 de mayo como la de hacer de los recintos culturales “servicios públicos esenciales”: es difícil que lo sean si cierran después de las seis de la tarde. Llegados a este punto, tras años de pandemónium y cierres que han mermado el público de los museos (el ISTAT registró que los italianos que visitaron un museo durante el año se desplomaron del 31% al 10% entre 2019 y 2021), con 2.700 auxiliares de usabilidad, recepción y seguridad listos para ser contratados (sin embargo, harían falta se necesitarían al menos otros tantos para cubrir la dotación mínima de personal) y un sistema de museos que necesita ser relanzado, es necesario plantear la cuestión con fuerza, porque los ciudadanos necesitan ante todo aperturas nocturnas regulares en los museos estatales.
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