Ciertamente, la crisis de gobierno abierta el fin de semana por el ministro del Interior , Matteo Salvini, no provocará el colapso del Ministerio de Bienes y Actividades Culturales, pero al día siguiente de la publicación en el Boletín Oficial de la reforma del departamento y a la espera de la evolución que tome la crisis, es justo imaginar que la transición de la reforma de Franceschini a la “contrarreforma” de Bonisoli puede no ir sobre ruedas.
Como es bien sabido, la reforma del ministro Alberto Bonisoli ha introducido varias novedades en la estructura del Ministerio de Cultura: en primer lugar, la supresión de tres museos autónomos, a saber, la Galería de la Academia de Florencia, el Parque Arqueológico de Appia Antica y el Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia. Para los tres institutos, la supresión será efectiva inmediatamente en la fecha de entrada en vigor del Decreto del Primer Ministro que contiene la reforma (22 de agosto). Significa, entretanto, que los tres directores respectivos (Cecilie Hollberg, Simone Quilici y Valentino Nizzo) dejarán de ser directores, y no está claro qué tareas se les asignarán. Considérese, además, que el caso de Simone Quilici es de récord, ya que, tras ganar el concurso, fue investido con su cargo a mediados de junio: su dirección duró, pues, apenas un par de meses. O pensemos en la Galleria dell’Accademia, donde acaban de comenzar importantes obras de restauración, o en Villa Giulia, donde este año se celebra el 130 aniversario de su fundación. Nizzo, desde su perfil de Facebook, ha hecho saber que su papel aún está por definir. Del mismo modo, el destino de los tres museos está aún por determinar oficialmente: según las filtraciones de los últimos días, la Galería de la Accademia se unirá probablemente a los Uffizi, mientras que los dos institutos romanos pasarán a depender de la Superintendencia especial de Roma. Sin embargo, es necesario que el ministro intervenga en breve para establecer oficialmente cuál será su futuro.
Asimismo, se está a la espera del destino de los nuevos organismos periféricos creados por la reforma. En efecto, la medida ha dado autonomía a las oficinas de exportación, que se han desvinculado de sus superintendencias, ha suprimido los polos museísticos regionales, creando las “direcciones territoriales de redes museísticas”, y ha anulado igualmente las secretarías regionales, que se han transformado en “secretarías de distrito”. Las nuevas divisiones periféricas, sin embargo, tienen que identificarse mediante decretos especiales de aplicación, que determinen cómo y de qué institutos estarán compuestas las nuevas oficinas. Y hasta que se publiquen los decretos, el ministerio seguirá trabajando con la estructura que existía antes de la reforma. También hay que organizar la nueva Dirección General de Contratos y Concesiones: por ejemplo, habrá que publicar un decreto de aplicación que establezca la cuantía dentro de la cual las distintas emanaciones del ministerio podrán actuar de forma autónoma, sin pasar por la sede central (a la espera de esto, los reglamentos transitorio y final fijan en 100.000 euros la cuantía dentro de la cual las oficinas periféricas pueden adquirir de forma autónoma bienes y servicios en economía y actuar como central de contratación).
La Gipsoteca Bartolini de la Galería de la Academia de Florencia. El museo perdió su autonomía con la reforma Bonisoli |
Otra cuestión, que no afecta a la reforma pero que, sin embargo, reviste una urgencia acuciante, es la de los concursos. No habrá problema para el que llevará a la contratación de 1.052 auxiliares de uso, recepción y vigilancia, pero la ministra Bonisoli, en los últimos días, había anunciado que en otoño habría “otros concursos públicos, para cubrir todas las profesiones que se necesitan para el trabajo diario del Ministerio, en la sede y en el territorio, para llegar a un total, en conjunto, de unas 5.400 nuevas contrataciones”. Dependiendo del giro que tome la crisis de Gobierno, es de suponer que las convocatorias se adelanten en el tiempo: y este sería un problema agravado por el hecho de que, sólo en 2019, se han estimado más de mil posibles jubilaciones por ’cupo 100’. Habrá que ver, por tanto, cómo piensa abordar el próximo Gobierno la crucial cuestión de la contratación de la que, no es descabellado decirlo, depende la propia supervivencia del ministerio.
Uno tiene la sensación de que todo se ha hecho deprisa, demasiado deprisa, sin un debate adecuado, sin una evaluación a fondo: una sensación que también se ve exacerbada por el hecho de que Bonisoli ha recibido críticas de miembros de su propio partido. Nunca antes el Ministerio había necesitado una dirección clara: en su lugar llegó una contrarreforma cuya razón de ser sigue siendo un misterio en muchos aspectos (¿por qué centralizar tantas actividades? ¿Por qué quitar autonomía a unos museos y no a otros?), poco útil, a contracorriente del trabajo realizado en los últimos años, aprobada con prisas en un momento de gran inestabilidad política y con un Gobierno que, desde marzo (es decir, desde que empezó a circular el proyecto de reforma), se muestra cada día más frágil. Y ahora sólo queda esperar el curso de los acontecimientos.
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