2018 fue el año que batió récords de visitantes e ingresos para nuestros museos estatales (nunca antes se habían registrado cifras tan elevadas: 55 millones de personas acudieron en masa a los lugares de cultura y 229 millones de euros de ingresos), pero si queremos analizar los datos en profundidad, no podemos dejar de observar que el año pasado también se registraron algunos récords negativos: Ahora bien, con esto no se pretende quitar mérito a los buenos resultados obtenidos, pero para entenderlos en profundidad y comprender la dirección en la que se encaminan nuestros museos, es justo y necesario examinar con la debida atención las vías por las que se han conseguido estas cifras. Nos congratulamos de que cada vez sean más las personas que deciden visitar nuestros museos, y nos congratulamos también de la noticia de unos ingresos que, por primera vez, superan los 200 millones de euros. Sin embargo, estas cifras esconden una realidad con la que es urgente medirnos para corregir tendencias peligrosas que, a largo plazo, podrían perjudicar a nuestros museos.
Podemos empezar por el número de visitantes: en 2018 fueron 55.504.372, frente a los 50.169.316 de 2017 (para las cifras de 2017 hemos utilizado las últimas tablas publicadas por MiBAC, que tienen ajustes a la baja respecto a las que, referidas al mismo año, se encuentran en la web de la Oficina de Estadística): un incremento interanual del 10,63%, y para encontrar un aumento similar hay que remontarse a 2011, cuando se pasó de los 37 del año anterior a 41 millones. La cifra, aparentemente extraordinaria, se relativiza si se tiene en cuenta que el aumento se debió principalmente a los visitantes que no pagaron. Este año hubo 24.938.547 visitantes de pago, frente a los 24.062.122 de 2017: el aumento, en este caso, fue del 3,64%, con diferencia el peor dato de los últimos cinco años (y, por tanto, también de todo el periodo posterior a la reforma). Entre 2018 y 2017 hubo algo menos de novecientos mil pagadores más, mientras que desde 2013 los incrementos fueron todos de seis cifras (solo el año pasado, los pagadores fueron un millón y medio más que en 2016). Por algo menos de novecientos mil visitantes de pago más, tuvimos cuatro millones y medio de visitantes gratuitos. Como disponemos de datos sobre el número de visitantes de museos gratuitos y de los que visitaron gratis museos de pago, es interesante afinar más el análisis.
En términos absolutos, tuvimos 11.442.864 visitantes que entraron en sitios que normalmente se visitan gratis, y 19.122.961 visitantes a sitios gratuitos: en 2017, fueron 10.940.882 y 15.166.312, respectivamente. El incremento de visitantes gratuitos a museos de pago es uno de los más altos de los últimos años: estamos en el 4,58%, y en la última década se alcanzaron mejores resultados que este año en 2017 (con un incremento del 11,56% respecto a 2016), en 2014, año de entrada en vigor de los domingos gratuitos (+9,45%) y en 2010 (+5,9%). Y cabe destacar que, precisamente desde 2014, ha habido tres de cada cinco ocasiones en las que el incremento de visitantes que no pagan ha superado al de los que pagan: quizá sea lícito pensar que gran parte del público espera a los días gratuitos para acudir al museo. Sin embargo, a falta de encuestas más profundas sobre el público de los museos (composición, preferencias, modos de visita, etc.), que se necesitan con urgencia, que serían de gran utilidad para encontrar modelos de gestión eficaces y que los iniciados llevan años reclamando, sólo podemos movernos en el terreno de las hipótesis.
Otro dato interesante es el número de visitantes a los sitios gratuitos, que mostró un aumento considerable en comparación con 2017, con visitantes que incluso aumentaron en 3.956.649 (+26%). Sin embargo, se puede dar un paso más porque, si observamos los datos por museos individuales, podemos ver que la mayor parte del aumento se concentra exclusivamente en tres sitios (el Panteón, el Parque de Capodimonte y el Monumento a Víctor Manuel II en el Vittoriano), que por sí solos sumaron nada menos que 3.683.979 visitantes más: es decir, el 88% del aumento (un total de 4.151.983 visitantes, a los que, para obtener el saldo neto, hay que restar las disminuciones de los museos que han experimentado descensos de visitantes) se concentra exclusivamente en tres lugares, mientras que las otras decenas de museos en los que no se paga entrada sólo se reparten en torno al 12% de la suma: en términos absolutos, se trata de un aumento de unos 470.000 visitantes, para un saldo neto de algo más de 270.000 (para dar un término de comparación, el saldo neto de los museos gratuitos equivale al número de visitantes de la Abadía de Montecassino o de la Gruta Azul de Capri). Los aumentos se distribuyen algo mejor entre los museos de pago. En este caso, se registraron 876.425 visitantes más: sin embargo, los incrementos globales ascendieron a un millón y medio, distribuidos en un 75% entre los cinco primeros institutos.
Galería de los Uffizi, la cola para entrar en la sala Botticelli |
Por supuesto: se podría hacer una objeción y decir que es normal que los mayores aumentos afecten a los sitios más visitados. Por ello, para encuadrar mejor los datos, es necesario realizar un análisis más detallado, teniendo en cuenta el porcentaje de visitantes de los museos más visitados en relación con el total general. En este sentido, es posible realizar un ejercicio que debería proporcionar una idea más completa: evaluar el peso de los treinta museos más visitados en relación con el total de los museos italianos y analizar su evolución anual. En su “top 30”, MiBAC excluye el Panteón, que históricamente, dada su posición y el hecho de que su entrada es gratuita, ha sido casi siempre el sitio más visitado (sin embargo, como ya no existen registros de asistencia, el número de visitantes se calcula mediante estadísticas muestrales): no obstante, como el sitio romano también está incluido en el total de 55 millones, lo tendremos en cuenta para nuestro análisis. Este año, hubo 43.763.143 visitantes en el “top 30”, frente a los 38.508.045 de 2017, los 32.810.730 de 2016 y los 30.879.202 de 2015. Por el contrario, tuvimos 11.745.882 visitantes en los “museos más pequeños” (llamaremos así a todos los sitios clasificados por encima del puesto 31 por comodidad) en 2018, frente a los 11.661.271 de 2017, los 12.573.143 de 2016, los 12.912.960 de 2015 y los 12.585.456 de 2014, y los 14.317.891 de 2011. El porcentaje de visitantes en museos fuera de los 30 primeros respecto al total en 2018 fue el más bajo de los últimos diez años, y la cifra no ha dejado de caer, especialmente tras la reforma: si entre 2011 y 2014 se había estabilizado en torno al 30%, a partir de 2015 empezó a descender drásticamente, hasta alcanzar el 29,48% en 2015, el 27,70% en 2016, el 23,24% en 2017 e incluso el 21,15% en las encuestas de 2018. Nunca el resultado había sido tan bajo.
Una vez más, se puede dar un paso más calculando el número medio de visitantes, considerando el número total de museos cubiertos por las estadísticas. Se ha producido un ligero aumento respecto a 2017, pero estamos muy lejos de años anteriores, mientras que, por el contrario, los “top 30” siguen experimentando incrementos muy marcados. La media de visitantes en los 30 primeros museos ha sido este año de 1.458.772, frente a los 1.283.601 de 2017 (un incremento del 13,64%, el segundo mejor de la historia tras el de 2017: entonces fue del 17,36%), mientras que los otros 453 museos en los que se ha visto al menos un visitante han tenido una media de 25.918 visitantes, frente a los 25.461 de 2017 (apenas un +1,79%). Estamos muy lejos de los años anteriores a la reforma, cuando la brecha entre museos “grandes” y “pequeños” era mucho menos pronunciada: en 2013, la media en los museos pequeños era de 28.783 visitantes, e incluso en 2011 alcanzó los 35.705 visitantes (frente a los 896.858 de los 30 primeros: entonces, había 401 museos “pequeños”). Básicamente, se confirma la tendencia del año pasado: son sobre todo los grandes museos los que crecen, mientras que los museos locales luchan por mantener el ritmo. Por lo tanto, se cree que en el futuro el ministerio tendrá que tomar medidas para invertir la tendencia: por el contrario, los museos más pequeños serán cada vez menos visitados, y en consecuencia menos relevantes, y para muchos esto podría significar el cierre.
Una última nota se refiere a la recaudación. Es cierto que los 229.360.234,78 euros de este año son una cifra récord, nunca antes alcanzada, pero este resultado ha sido posible porque 2018 también ha marcado un récord histórico en el incremento medio del precio de las entradas. Si en 2017 se pagó una media de 8,05 euros para entrar en los museos estatales (y el año pasado por primera vez en la historia se superó la barrera de los 8 euros, con el tercer mayor aumento interanual de la historia), este año se ha hecho aún más y se ha superado la barrera de los 9 euros: los visitantes de los museos estatales italianos pagaron este año una media de 9,19 euros para cruzar el umbral de los lugares de cultura, con un aumento interanual del 14,12% (aparte de la inflación de alrededor del 1%). Se trata de la mayor subida de la historia, más de tres puntos porcentuales superior a la registrada entre 2002 y 2001, cuando se produjo la conversión de la lira al euro (entonces, la entrada media costaba 5,70 euros frente a los 5,14 del año anterior, una revalorización del 10,83%). Y reportó a las arcas de MiBAC casi 30 millones de euros: al fin y al cabo, para compensar el hecho de que las campañas mediáticas de MiBAC se desequilibran los domingos gratuitos, hay que encontrar un remedio fácil. Lástima que se haya encontrado en la piel de quienes no esperan al primer domingo de mes para visitar un museo.
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