Museos, es hora de cuestionar el monopolio eurocéntrico de la estética


¿Qué se puede hacer para que los museos sean más inclusivos? Según Andreas Beitin, director del Kunstmuseum de Wolfsburgo (Alemania), ha llegado el momento de cuestionar (o, mejor aún, romper) el monopolio eurocéntrico de la estética.

El arte no se ha globalizado sólo en los últimos años, siempre ha sido así. Pero muchos directores de museos occidentales han ignorado este hecho consciente o inconscientemente. Al menos desde la legendaria exposición Magiciens de la Terre en 1989 en el Centro Pompidou de París y la documenta 11 en 2002, comisariada por Okwui Enwezor, este hecho ya no podía pasarse por alto. Por supuesto, hay tanto arte bueno y malo fuera del hemisferio occidental como dentro de él. Pero en los últimos años hemos comprobado en numerosos eventos y exposiciones que el arte no se detiene en las fronteras de Europa o Norteamérica, y que más allá de éstas hay muchos lugares fascinantes y personalidades artísticas notables por descubrir, que hasta entonces habían sido a menudo marginados o simplemente ignorados.

Suponiendo que esto no fuera a propósito, parece haber dos razones principales para esta ignorancia: por un lado, la falta de conocimiento del arte no occidental (¿quién podría pretender conocer el arte de todos los países del mundo?) y, por otro, la escasez de personal compuesto, ya que el personal de la mayoría de los museos suele ser blanco, occidental y, a menudo, sólo formado en historia del arte europeo. Esto no pretende ser una acusación, ni una denigración, porque yo mismo pertenezco a esta especie. Pero para que en el futuro los museos sean más inclusivos, tanto en la política de exposiciones como en la adquisición y, por tanto, ampliación de las colecciones, algo tendría que cambiar. Por ejemplo, se pueden encontrar y contratar comisarios y académicos no occidentales (proyecto a proyecto) a través de programas de intercambio institucionales o convocatorias internacionales. A través de los canales digitales, uno puede (hay que reconocer que de forma subóptima) informarse sobre el arte de lugares marginados, incluso en tiempos de pandemia, sin tener que recorrer medio mundo. En el Kunstmuseum de Wolfsburgo estamos preparando una exposición mundial sobre arte y feminismo para 2022 y contamos con una red internacional de artistas, comisarios y académicos para poder reflejar la mayor diversidad posible en la exposición y en la publicación que la acompaña. Todo esto funciona muy bien y confío en que, con el tiempo, una u otra obra de arte sea adquirida para nuestra colección.

La exposición Magiciens de la terre en el Centro Pompidou en 1989. Fotografía de Béatrice Hatala
La exposición Magiciens de la terre en el Centro Pompidou en 1989. Foto de Béatrice Hatala


Prajakta Potnis, Cápsula I (2012; impresión digital sobre tela, caja de luz de aluminio y fuente de luz, 183 x 304 x 12 cm; Wolfsburg, Kunstmuseum)
Prajakta Potnis, Cápsula I (2012; impresión digital sobre tela, caja de luz de aluminio y fuente de luz, 183 x 304 x 12 cm; Wolfsburg, Kunstmuseum)

Para una práctica de adquisición inclusiva, parece tener sentido incluir más posiciones no occidentales, marginales o forasteras en los programas de exposiciones con el fin de desviar la atención de la exposición y la colección de obras de “viejos hombres blancos” de Europa o Estados Unidos. El hecho de que en los últimos años se expongan cada vez más obras de artistas femeninas en los grandes museos es un comienzo, pero aún queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad de derechos o la equidad, tanto en la práctica expositiva como en el mercado del arte. Por no hablar de las posiciones no occidentales, hasta ahora excluidas en gran medida. Por lo tanto, un examen tanto estético como académico es un primer requisito básico para cambiar la práctica expositiva, con el fin de desarrollar posteriormente criterios de evaluación para las adquisiciones.

Ha llegado el momento de cuestionar al menos el monopolio eurocéntrico de la estética o, mejor aún, de romperlo. A medio plazo, mi objetivo es que esta intención a favor de una mayor diversidad se refleje también en una colección como la de nuestro museo. Ya hemos empezado a desarrollar la colección de una manera más inclusiva, es decir, más diversa, y hemos podido incluir obras de artistas de la India, Ghana y Sudáfrica el año pasado y este año. El punto de partida temporal de la colección del Kunstmuseum Wolfsburg está anclado en el año internacionalmente significativo de 1968, una época de convulsión, pero también de nuevos comienzos; en este sentido, también es una tarea y una obligación en el futuro seguir desarrollando la colección de forma “planetaria” e inclusiva en dirección al futuro y tener cada vez más en cuenta a artistas y posiciones no occidentales en las exposiciones y adquisiciones. Sólo así podrá justificarse la pretensión de un museo globalmente activo del siglo XXI.

Esta contribución se publicó originalmente en el nº 10 de nuestra revista impresa Finestre Sull’Arte on paper. Haga clic aquí para suscribirse.


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