Si hay algo que el Ministerio de Cultura ha aprendido a hacer realmente bien en los últimos años es la producción de vídeos promocionales. Sobre todo si son feos. Como el famosísimo Si no lo visitas, te lo quitamos, con unos helicópteros llevando por los aires el David de Miguel Ángel, o el menos conocido vídeo invitando al público a seguir el MiBACT en las redes sociales, con la Venus decapitada de Botticelli, fundidos que provocan migrañas y música de fondo de un anuncio de televisión privada de los años ochenta. Y es útil (¿o quizá no?) recordar cómo las campañas oficiales solían ir acompañadas de otras iniciativas, como el ya famoso prece"plis visittttt itali“ de un entonces ministro Francesco Rutelli en gran esplendor, o la patética campaña ”Italia mágica" en la que Berlusconi disparaba números al azar, como de costumbre, pero esta vez referidos al número de lugares culturales del país. Ahora llega el"vídeo teaser" titulado Museitaliani. Y si esto es el teaser, quién sabe lo que cabe esperar de la continuación de la campaña. Y sobre todo: quién sabe lo que anticipa este teaser. Suponiendo que el ministerio sepa lo que significa la palabra “teaser”.
Es otra obra maestra que añadir a la lista de malos vídeos promovidos por el ministerio. El ataque del clip se confía al ministro Dario Franceschini que, delante de lo que parece ser una pantalla verde en la que se proyecta la imagen de la Sala della Crociera de la Biblioteca del Collegio Romano (sede del Ministerio de Cultura), comienza declarando: “es una auténtica revolución”. En qué consiste exactamente la revolución, pues no se sabe, porque no se especifica. Tras darnos a conocer el número de “museos italianos”, cuidando de subrayar que están “vinculados al territorio” (cuando Franceschini lanzó su reforma del MiBACT, nosotros y otros criticamos precisamente el hecho de que la reforma pusiera en peligro el vínculo entre museos y territorio: quizá el ministro recuerde bien estas críticas), Franceschini nos hace saber que el país “ha sabido invertir en protección, pero no tanto en valorización”. Que Italia ha sabido invertir en protección es una hipótesis un tanto discutible, y podríamos citar decenas de casos que podrían demostrar lo contrario. Limitémonos sólo a la casa de Franceschini, en Ferrara: la Pinacoteca Nazionale ha tenido que lidiar, desde este invierno, con averías en los sistemas de aire acondicionado y calefacción (indispensables para garantizar no sólo el bienestar de los visitantes, sino también y sobre todo la protección de las obras) y desde hace unos días también con problemas de limpieza. Y no hablemos de la degradación a la que están sometidos, a su pesar, diversos lugares e inmuebles de todo el país. Pero paciencia: basta un vídeo diciendo que hay que invertir en valorissassion (o mejor dicho, que “hemos empezado a hacerlo”, como señala Franceschini en el vídeo: nosotros, francamente, no nos dimos cuenta), para que todo caiga en su sitio.
De hecho, tras la desaparición de la imagen del ministro, aparecen una serie de fotogramas de Roma en blanco y negro, con el graznido de fondo de un cuervo durante veinte segundos (¿pero por qué?). En cuanto el cuervo deja de deleitarnos con su grito, vemos una vista desde lo alto del patio del Palazzo del Collegio Romano, desde donde despega una especie de ovni de neón azul que recorre media Italia coloreando las imágenes en blanco y negro, al son de las notas del preludio del primer acto de la Traviata de Giuseppe Verdi remezcladas con una (muy mala) base electrónica midi, comentada inmediatamente en las redes sociales como una violación de la ópera de Verdi. El vídeo se encarga de hacer pasar todas las imágenes estereotipadas de postal típicas de nuestro país: la gondoletta en Venecia, el Ponte Vecchio en Florencia, Nápoles con el Vesubio al fondo, etc. Después de que el OVNI haya hecho su ronda, sigue un minuto y medio de créditos (de cinco minutos y cuarenta y siete de vídeo: no está mal).
Un fotograma del vídeo "Museos italianos |
Cabe preguntarse cuánto ha costado esta enésima joya de las campañas de comunicación de MiBACT, pero eso sería lo de menos. También cabe preguntarse cuál es el objetivo del vídeo: ya hemos visto muchos trucos similares, y no parece que hayan dado grandes resultados. Es completamente inútil dedicarse a una autopromoción ridícula cuando se carece de lo básico. Y no nos referimos sólo a la valorización que reclama el ministro Franceschini: aunque la retórica de la cultura como bien a explotar con fines económicos lleva años en marcha, hasta ahora ni siquiera hemos conseguido iniciar una valorización seria (pero se nos ha dado muy bien vender nuestro patrimonio a famosos y personas adineradas). Lo único positivo es que en el vídeo queda claro que el ministro se ha dado cuenta de esta falta de valorización, de la que se viene hablando desde tiempos inmemoriales, pero que de hecho nunca se ha iniciado. Si nos hubiéramos centrado en una valorización seria hace tiempo, a estas alturas tendríamos museos con servicios a la altura de sus homólogos europeos, tendríamos un relevo generacional continuo en las superintendencias y en los servicios, tendríamos vacantes todo el tiempo, y sabríamos dónde colocar a los jóvenes que no encuentran trabajo o que hacen prácticas mal pagadas (si eso va bien). Y, por cierto, ante el último anuncio de la ministra de que se avecinan 130 prácticas de 6 meses para jóvenes titulados, no estaría de más recordar a la dirección del MiBACT que nuestros jóvenes están hartos de prácticas temporales y de continuas condiciones precarias: quieren trabajar y quieren planificar seriamente su futuro. El valorissassion que espera el ministro pasa también por estas medidas: inversiones sustanciales, creación de empleos estables y duraderos, rotación adecuada en las superintendencias y mejora de los servicios. Si la valorissassion de Franceschini pasa por proyectos semestrales, la inutilidad del vídeo “Museitaliani” sólo está a la altura de la miopía y la incapacidad crónica para planificar de los políticos que tenemos. Además, por supuesto, de la falta de inteligencia de un país que proporciona a sus jóvenes un altísimo nivel educativo, y luego no les ofrece la oportunidad de trabajar por lo que han estudiado, y les espolea para que aprovechen sus habilidades en el extranjero.
Y por supuesto, todo esto suponiendo que Italia invierta realmente en protección. Cosa que, por supuesto, no sabemos hacer, un poco por la misma razón que antes: no tenemos la capacidad de planificar a largo plazo ni siquiera en el ámbito de la protección, en el que quizá tengamos aún más carencias que en el de la valorización. Pero no importa: basta con que los vídeos del ministerio muestren ovnis azules haciendo piruetas por el cielo, dando color al país.
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