Mueve el culo y ve el espectáculo": la invitación de Luca Bizzarri plantea un grave problema


La primera salida de Luca Bizzarri en Facebook como presidente del Palacio Ducal de Génova, con una invitación a "mover el culo y ver la exposición", plantea un grave problema.

Se podría hacer oídos sordos a la primera propuesta del nuevo Presidente de la Fondazione Palazzo Ducale de Génova, el actor y humorista Luca Bizzarri, que la semana pasada, al tomar posesión de su cargo, propuso trasladar el violín de Paganini del Palazzo Tursi al Palazzo Ducale: una idea, por otra parte, que fue bien acogida por el Ayuntamiento por boca de la concejala de cultura y marketing territorial, Elisa Serafini, quien afirmó que “su valorización puede pasar por un cambio de ubicación pero también y sobre todo por un patrocinio por parte de un organismo privado a través de un desembolso anual”. Paciencia, pues, si a la primera oportunidad útil la atención fue catalizada por una sola obra, y si la idea (improvisada, en opinión de quien escribe) es sacarla de un itinerario museístico donde el “Cannone” (así se llama el instrumento) se expone junto a otros objetos que crean un recorrido lógico y coherente en torno a la figura de Paganini, para exponerlo como fetiche en el Palacio Ducal.

La prima uscita su Facebook di Luca Bizzarri da presidente di Palazzo Ducale
La primera publicación en Facebook de Luca Bizzarri como presidente del Palacio Ducal


Sin embargo, si en menos de siete días como Presidente del Palacio Ducal, Luca Bizzarri añade otra actuación desagradable a su currículum, al menos hay que hacerse algunas preguntas, porque su primera salida virtual inherente a su papel institucional (un post en Facebook para presentar la exposición monográfica dedicada a Rubaldo Merello), plantea un grave problema de imagen y comunicación. Y el problema no es tanto su anticuada forma de comunicar, con ese tono fingidamente juvenil que ya cansa y que podría haber estado bien o de actualidad quizá en los años noventa: no le corresponde a él comunicar, aunque la imagen del Palacio Ducal pasa también por las salidas de su presidente, como es obvio y justo. El problema ni siquiera radica en esa invitación, “moved el culo, venid a ver a Merello”, que desde luego no es nada adecuada para la figura que preside la fundación encargada de gestionar el instituto cultural más conocido y popular de Génova, pero ante la que incluso podríamos estar dispuestos a hacer oídos sordos si se colocara al final de un texto preñado de contenido. El problema es precisamente el contenido.

Empezando por la alegación de ignorancia: es totalmente comprensible que el presidente del Palazzo Ducale no sepa quién es Rubaldo Merello. No es su trabajo saber de pintura del siglo XIX. Menos comprensible es el hecho de que se haga alarde de tal ignorancia, que se completa con una simple búsqueda en Google. En un momento en el que reivindicar la ignorancia es una cuestión política y el antiintelectualismo se convierte en una especie de manifiesto en torno al cual se aglutinan grupos y movimientos, una actitud como la del Presidente del Palacio Ducal es, como mínimo, imprudente en el plano puramente político, y totalmente inapropiada en el cultural: Si semejante muestra de ignorancia procede de alguien que ha sido llamado a presidir una de las instituciones culturales más importantes de Italia, casi hay que temer por la continuidad del trabajo de Luca Bizzarri, máxime cuando, para concluir, precisa que su presidencia comienza con una exposición que no es “suya” (por mucho que el posesivo se incluya entre comillas). Se supone que el presidente, según el estatuto, no se encarga de la programación científica, así que no nos gustaría que ese adjetivo posesivo (que, seamos claros, en un post de Facebook con un tenor tan descaradamente boorista tiene muy poco peso, pero no deja de ser algo a lo que prestar atención) abriera confusiones de rol poco edificantes.

Pero eso no es todo: El peso cultural de la exposición parece deslegitimarse cuando Luca Bizzarri no invita al público a “mover el culo” para que descubra o redescubra a través de la exposición a una importante figura del puntillismo en Italia, o porque las obras de Merello se ponen en diálogo con pinturas y esculturas de artistas contemporáneos a él para reconstruir el contexto histórico-artístico de la época en la que estuvo activo, o también porque fue un artista arraigado en el territorio y su atormentada vida se desarrolló en un periodo de fuertes tensiones y cambios sociales y económicos perturbadores, que obviamente también afectaron a la ciudad en la que se celebra la exposición, o simplemente porque visitar una exposición así es como alimentar el pensamiento crítico. No: se invita al público a visitar la exposición porque “es una exposición violenta, a años luz de los estereotipos de la vieja y bárbara Génova”, y porque hay obras que dejan sin palabras. Dejando a un lado el hecho de que Génova hoy en día es cualquier cosa menos “antigua y bárbara” y que incluso los estereotipos se han actualizado (a menos que uno viva constantemente dentro de un sketch cómico), una exposición debería ser una experiencia que, si acaso, deje boquiabierto y no sólo implique al público a nivel emocional: de lo contrario, se pasa de la cultura al mero entretenimiento.

No oculto que quise conceder a Luca Bizzarri el beneficio de la duda cuando fue nombrado presidente del Palacio Ducal este verano. Y sigo queriendo dárselo: una idea roma de marketing cultural y un número de cabaret quizá no basten todavía para dudar de la idoneidad de su nombramiento. Pero ya es hora de que Luca Bizzarri empiece a establecer límites entre su profesión de cómico y el papel institucional que le ha tocado desempeñar. El Palazzo Ducale sólo saldría ganando con ello.


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