El debate público sobre el alcance de las instituciones museísticas, las funciones sociales de los museos y lo que hay que hacer para atraer a más visitantes suele intensificarse tras acontecimientos decisivos que tienen implicaciones colectivas, como conflictos mundiales, pandemias, terrorismo y crisis económicas mundiales. Desde el comienzo del tercer milenio se han producido al menos cuatro de estos acontecimientos decisivos, sin tener en cuenta los efectos del cambio climático: la crisis de seguridad desencadenada por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la crisis económica de 2008, la pandemia de Covid-19 en 2020-2021 y la actual crisis geopolítica internacional. Tras estos acontecimientos, que son todos de alguna manera efecto de la globalización, los museos, como polos culturales activos en diferentes escenarios que convergen todos en un escenario “glocal”, se redefinen como todas las demás instituciones y, actualizando sus “arsenales de paz”, tratan de aportar su propia contribución al intento de recrear los equilibrios, también psicológicos, comprometidos en los diferentes estratos de la población.
Es en este contexto de inseguridad endémica cuando el debate gira fatalmente en torno a la misión y el papel de los museos, y organismos internacionales como el ICOM indican como camino a seguir la búsqueda de “experiencias diversificadas para la educación, el placer, la reflexión y el intercambio de conocimientos”. Más allá de la forma en que se declinen, incluso léxicamente, estas orientaciones, a nadie se le escapa que los museos, ante una situación tan compleja como la contemporánea, no pueden dejar de transformarse para responder eficazmente a las instancias de cambio que provienen de la sociedad contemporánea, que exige ante todo serenidad y “momentos de respiro”. Para que todo ello se lleve a cabo sin desvirtuar los objetivos institucionales de los museos, es necesario, sin embargo, que antes de tomar decisiones estratégicas sobre las distintas actividades a realizar, se inicie, por parte de los responsables de la gestión, una reflexión sobre la identidad y el “posicionamiento” del museo en el panorama cultural que hemos definido anteriormente como “glocal”, con la contribución de todas las partes interesadas.
En nuestro caso (el Parque Arqueológico de Cerveteri y Tarquinia), este posicionamiento se deriva de la propia naturaleza de los sitios culturales gestionados: un parque “en red” que incluye dos áreas arqueológicas de valor universal incluidas por este motivo en la Lista del Patrimonio Mundial -las necrópolis etruscas de Cerveteri y Tarquinia- y dos museos arqueológicos nacionales de gran importancia no sólo por la riqueza de sus colecciones, sino también por el valor de sus “contenedores” (el Palazzo Vitelleschi y un ala del castillo de Ruspoli), situados en otros tantos centros históricos llenos de atractivos turísticos. Estas características invitan a orientar la acción de museos y parques arqueológicos como el nuestro de forma bidireccional, por un lado para explotar el potencial del binomio ’naturaleza-manufactura’ en áreas arqueológicas ya configuradas como ’parques’, y por otro para aprovechar el potencial de ciudades-museo, como Tarquinia en particular, que se sitúan en centros históricos de múltiples capas, donde la organización de eventos culturales y de entretenimiento (representaciones teatrales y parateatrales, danza y música) surge de la profunda vocación de la propia comunidad y de su expresión urbana. En cuanto a los museos, la riqueza de nuestras colecciones también nos invita, como nos pide el Ministerio, a organizar iniciativas centradas en la renovación de las exposiciones permanentes, en la utilización de los depósitos y en la valorización de los contextos y de las obras maestras dignas de mención.
Dicho esto en términos generales, queda por aclarar hasta qué punto una institución cultural como un museo, incluido un parque arqueológico que es un “museo al aire libre”, puede llegar a ser cada vez menos un “templo” y cada vez más un “ágora”. ¿Es todo lícito si, en este escenario de permanente competencia entre museos, se pretende aumentar el número de visitantes con ofertas culturales cada vez menos rebajadas? Desde nuestro punto de vista, no existe una fórmula mágica para hacer las cosas bien y evitar los excesos, como tampoco existe una fórmula única sobre cómo deben construirse las programaciones para atraer cada vez más visitantes con ofertas culturales “diversificadas” sin convertir a los museos en contenedores neutros que organizan y/o acogen eventos populares como un festival de verano.
Desde nuestro punto de vista, en el nuevo horizonte ampliado de valores y objetivos que el ICOM trazó con la Asamblea General de Praga, hay una clara graduación: educación, placer, reflexión, compartir. Tal y como entendimos la invitación formulada en Praga, en la programación cultural de un museo que quiere estar “vivo” y a la altura de los tiempos, no puede haber entretenimiento como fin en sí mismo sin “educación” y “reflexión”. Por tanto, el dicho popular “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña debe ir a Mahoma” no tiene por qué ser cierto, en el sentido de que no creemos que el museo, para ser competitivo, deba prescindir necesariamente de fines “educativos” para interceptar cuotas cada vez mayores de público que suele acudir a otros lugares en busca de entretenimiento. Al mismo tiempo, estamos convencidos de que un buen método para determinar las vertientes de actividad del museo consiste en equilibrar las actividades lucrativas y las no lucrativas, por un lado considerando la “generación de ingresos” entre las posibles opciones de emplazamientos que se presten a ello y, por otro, implicando a las comunidades locales en la planificación de las actividades del museo.por otra parte implicando a las comunidades locales en la planificación mediante el instrumento del anuncio público para la recogida de manifestaciones de interés, lo que debería permitir a las instituciones museísticas tener al menos una idea de lo que la comunidad espera del museo y de lo que puede ofrecerle. La tarea del museo, en ese momento, será seleccionar las propuestas de calidad y “sistematizarlas” con sus propias iniciativas y con las de carácter más “empresarial”.
En concreto, se intentará, y ya se está intentando, diseñar itinerarios culturales diversificados que hagan de nuestros museos y yacimientos arqueológicos lugares cada vez más interesantes, donde se pueda disfrutar de la belleza de los yacimientos, aprender algo, ejercitar el sentido crítico (¡apropiadamente en el texto de Praga se hace un llamamiento a la “reflexión”!) y donde la inclusión y el intercambio de conocimientos -utilizando lenguas apropiadas- son objetivos primordiales. La apreciación de los testimonios del pasado, por tanto, nunca está separada, en nuestra visión, del objetivo de invitar a las personas que vienen a visitarnos a mirar el presente con “ojos nuevos”, a no detenerse en la superficie de las cosas. Dadas las peculiaridades de los testimonios de la civilización etrusca que nos encargamos de gestionar, para nosotros este objetivo se consigue contando a nuestro público -con iniciativas específicas- cómo los etruscos gestionaban los recursos del territorio, cómo la explotación de estos recursos dio lugar a unaorganización social con grandes desigualdades entre la clase dirigente y el resto de la población, cómo se crearon las relaciones internacionales para el intercambio de mercancías y bienes de consumo, cómo se enfrentaron los etruscos a problemas universales como el miedo a la muerte, la percepción y reelaboración de la alteridad étnica y cultural, la traducción de los valores éticos y culturales en “mitos”, y las cuestiones de género, todas ellas de gran actualidad. Las diversas iniciativas que hemos organizado hasta ahora en el Parque y que organizaremos en el futuro se guiarán por esta visión, que se inspira en el artículo 9 de nuestra Constitución, y girarán en torno a los valores fundacionales de compartir e incluir la cultura. El camino principal, por tanto, para el Parque es el trazado por nuestro Ministerio, que al adoptar la línea de inversión 1.2 del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia ha señalado la accesibilidad como el principal objetivo a medio plazo de los Museos, en el que deben inspirarse todas las iniciativas.
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.