La Virgen de Mesina de Girolamo Alibrandi: ¿y ahora qué?


La Madonna de Girolamo Alibrandi ha sido el centro de un asunto que ha despertado la pasión de los ciudadanos de Mesina: faltaba tiempo para que la Región la adquiriera, y la obra fue comprada por el empresario Rocco Finocchiaro. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Cómo se garantizará el disfrute público de la obra?

¿Qué ocurre ahora? En Messina se ha bajado el telón tras el día de fiesta, el de la “revelación”, el pasado 12 de diciembre. En el sentido etimológico de “quitar el velo”, del paño rojo descorrido junto con su madre Maria Grazia por un emocionado Rocco Finocchiaro, el empresario que ganó en la subasta Artcurial la Virgen con el Niño y San Juan, atribuida a Girolamo Alibrandi. En sentido figurado, para los cristianos la “revelación” es el momento en que Dios manifiesta su voluntad a los hombres. En Monte di Pietà , el empresario, rodeado del afecto de sus conciudadanos, dijo pero no reveló. Hoy es el último día de exposición pública. “Por ahora conservo la obra”, dijo, “pero confieso que cuando visité el Museo y vi otros cuadros de Alibrandi, me emocioné y me di cuenta de que el Museo podría ser su destino natural en el futuro”. Por supuesto, la obra es suya y (de momento) puede decidir lo que considere oportuno. Pero después de haber encendido la pasión cívica de una ciudad, es difícil asumir el papel de comprador anónimo, como suelen seguir siendo los que ganan obras de arte en las subastas. Si, por tanto, la secuela del asunto está aún por escribir, se ha sabido que el objetivo inicial era destinar el cuadro a un antiguo convento que compró en Siracusa hace un par de años. Esta propuesta fue archivada a raíz del imprevisible clamor suscitado en torno a la obra, a partir del apasionado informe del historiador del arte de Mesina trasplantado al Véneto, Ranieri Melardi, y la posterior recogida de firmas dirigidas a la consejera de Patrimonio Cultural, Elvira Amata, para que la Región participe en la subasta de París.

Por el momento, por tanto, no hay acuerdo con la Región. Imposibilitada de participar en la subasta debido a la premura de los plazos, Amata, recién juramentada por la junta de Schifani, se había visto obligada a moverse en tiempo extra. Tras haber aprobado la variación presupuestaria que habría permitido, por un amplio margen, adjudicarse la obra incluso al precio finalmente batido (133.824 euros, impuestos incluidos), en los días previos a la subasta, se había declarado dispuesta a “firmar un acta de compromiso por el que nos comprometemos a reembolsar todos los gastos en que incurra el particular para adquirir la obra”. Este compromiso fue luego confirmado y relanzado una vez conocido el nombre del comprador privado.



A estas intenciones declaradas de la Región se añadió otra obra. En la presentación del cuadro, Orazio Micali, director del MuMe, el Museo Interdisciplinario de Mesina, hablando en nombre del Gobierno regional, explicó que el empresario también había discutido la “posibilidad de poner la obra a disposición de la comunidad de forma gratuita, tanto que fuera posible adquirirla”.gratuitamente a la comunidad, si quería hacerlo con un comodato o con un comodato preordenado a la venta, si quería hacerlo en cesión del bien a favor del público’, precisando también que estas modalidades habían sido discutidas en el consejo y aprobadas. En resumen, la Región cumplió con su parte.

Girolamo Alibrandi, Virgen con el Niño y San Juan Bautista (siglo XVI; óleo sobre tabla transportado sobre lienzo, 131 x 111 cm)
Girolamo Alibrandi, Virgen con el Niño y San Juan Bautista (siglo XVI; óleo sobre tabla transportado sobre lienzo, 131 x 111 cm)
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Messina
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Mesina
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Messina
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Messina
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Messina
Presentación de la obra en el Monte di Pietà de Messina

Y Mesina, y su Museo Regional, es la ciudad siciliana que vivió la última gran adquisición de una obra de arte al patrimonio regional. Fue en 2003. En aquel caso, la Región se movió a tiempo y ganó en la subasta de Christie’s en Londres la tabla con la Virgen y el Niño con la Bendición y un franciscano en adoración, en el anverso, y Cristo en la Piedad, en el reverso. Los críticos (a excepción de Teresa Pugliatti) reconocieron la mano de Antonello da Messina. La obra entró en el catálogo de Antonello por derecho con el inolvidable monográfico-evento dedicado al Maestro en Roma, en las Scuderie del Quirinale, en 2006, comisariado por Mauro Lucco. Sin embargo, no se puede decir que la Región haya seguido nunca una verdadera política de adquisiciones.

¿Qué se podría hacer, entonces, para no encontrarnos desprevenidos la próxima vez? Banalmente, asignar a un funcionario historiador del arte (la cuestión es más delicada en el ámbito arqueológico, ya que la procedencia de los objetos subastados es a menudo dudosa) un seguimiento regular de las casas de subastas más importantes. O realizar una intervención estructural de carácter político, como dotar a los principales museos regionales (Abatellis, Salinas y el Museo Interdisciplinario de Mesina) de autonomía de gestión y financiera. Los institutos estatales autónomos conservan los ingresos procedentes de la gestión de los bienes conferidos, reciben una base del Ministerio para el personal y las intervenciones estructurales, y disponen de un presupuesto propio. Esto permite agilizar los trámites de contabilidad, gastos, concesiones o incluso la recepción de fondos de particulares. Y aumentar las colecciones con fondos propios. El Museo de Mesina, en nuestro caso, podría haber puesto en marcha un procedimiento más ágil en autonomía de Palermo a nivel administrativo (había más aprecio político por la operación, que en cualquier caso lo hubo en este momento).

En el futuro inmediato, sin embargo, a la Región no le queda sólo el papel de escaparate. Muy al contrario, se trata de un momento clave: el de la protección de la obra, independientemente de su titularidad, a través de la Superintendencia, que en Monte di Pietà ha certificado el valor de la obra y del autógrafo. La Superintendente Mariella Vinci señaló que la Región no podía hacer nada para actuar, al menos por vía de tanteo, ya que la obra de arte no estaba vinculada y, además, se encontraba fuera del territorio nacional y, por tanto, fuera del alcance de nuestra normativa de protección. Ahora, sin embargo, el acto formal por el que el Instituto puede reconocer ese valor es incoar de oficio el procedimiento de declaración de interés cultural del cuadro con arreglo al artículo 13 del Código. Que sepamos, esto aún no se ha hecho, ni desde el día en que el cuadro pisó territorio regional, ni desde el miércoles pasado, cuando al menos un historiador del arte de la Superintendencia pudo observarlo de visu en Mesina.

Nos hubiera gustado preguntar a la Superintendente, pero nos hizo pasar por un largo papeleo (“solicitud de autorización al Departamento, informar a la oficina de prensa del consejero”). Estamos seguros de que se hará. Pero, ¿cuándo? ¿Cuándo se notificará al propietario (art. 14, epígrafe “Procedimiento de declaración”, c. 1), que dispondrá entonces de al menos treinta días para presentar posibles observaciones? Finocchiaro ya ha demostrado todo su apego a su ciudad natal, a la que ha regresado en 2020, año álgido de la pandemia de cóvidos, para asumir un reto empresarial como es fundar una nueva empresa, la Zancle 757 Yacht Village. La cuestión es otra: es que, después de que la Administración acabe de constatar su propia impotencia precisamente por la ausencia de un freno a la obra, era el primer paso que cabía esperar.

De hecho, la sola comunicación conlleva la aplicación, como medida cautelar, de las disposiciones protectoras (art. 14, c. 4). Es decir, obliga al propietario a dirigirse a la entidad de conservación antes de emprender cualquier acción, ya sea trasladar la obra, someterla a restauración o venderla. Aunque sólo sea para trasladarla a Montecarlo, por ejemplo, donde vive Finocchiaro y donde ya no se podría iniciar el procedimiento, si no se hubiera hecho ya en Messina, por estar fuera del territorio nacional. Una vez impuesto el apremio, la obra también podría venderse, pero en ese momento la Región podría hacer valer su derecho de tanteo. Si la Región se mostró impotente en París, tal inercia no se explica ahora. Dudas legítimas, dado que en ninguna de las numerosas comunicaciones del Departamento se hacía mención alguna a un procedimiento de declaración de interés en curso o siquiera anunciado. Tampoco la Superintendente hizo referencia explícita a ello, aunque se esforzó en señalar que, lamentablemente, la obra no figuraba en París.

En la ciudad, sin embargo, ya hay preocupación por otra cosa. El comité espontáneo, del que forman parte numerosos historiadores del arte, que había solicitado a la Región la compra del cuadro ha perdido de vista el objetivo, el de garantizar su disfrute público: “En palabras emotivas, ha dicho que no le importa el valor comercial de la obra: ante todo quiere disfrutar de su belleza. ¿Por qué tirar de la chaqueta a Rocco Finocchiaro? ¿Por qué solicitarle declaraciones en caliente?”. Quizá porque, además de los cuatro o cinco eruditos que quizá disfruten de acceso exclusivo a la obra, los ciudadanos de a pie han soñado realmente con sentir ellos mismos un poco de esta Madonna, pensando que podrían disfrutarla en las salas del museo de su ciudad.


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